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El oficial Nishimura es un hombre, que cuando duda de algo es por algo, y su intuición nunca le ha fallado, sabe que hay algo extraño rondando a la familia Choi, pero no puede hacer nada, no cuando la coartada del hijo del matrimonio, es exactamente como la contó. A pesar de tener que sentirse aliviado, no puede. Él asegura que el chico tiene algo extraño en su mirada, él puede detectar el miedo, hasta con un suspiro, y sabe el miedo que mostró el chico, no era hacia su persona, más bien hacia su madre.

También es muy extraño para él, que la Familia Choi subiera de la nada, cuando prácticamente estaban en la ruina, y después se convirtieran en la familia más rica dentro de Corea. Sin mencionar que sus donativos eran tan excesivos al colegio, para lo que poco hacían por las aulas y en general. Sin duda la confesión de los Choi, fue un gran avance en su caso, para que le otorgaran el permiso en ir en busca del joven Choi YeonJun, que había dejado de asistir de la nada, y el director no parecía siquiera preocupado.

Había montado su automóvil, dos compañeros se le unieron en sus patrullas. Entrar al dominio Choi era sin duda entrar como a otro lugar, el lugar estaba rodeado de una enorme hectárea de árboles, pero bien cuidado todo. Los habían dejado seguir, después de enseñar su orden con un permiso concedido.

—Mantengan los ojos, sus armas listas—Tomó su radio, nunca sin dejar de ver el camino y a su alrededor—. Los hombres se han puesto muy nerviosos.

—Copiado.

La enorme mansión de los Choi se dejó ver, tan majestuosa e imponente. Pero sabía que dentro de esa casa, podrían encontrar todo aquello que lo inquietaba.

—Llamen a más refuerzos, y que rodeen todas las salidas posibles. Hemos dado con algo grande.

El oficial asintió y tomó su radio, mirando desde dentro del auto, al oficial Nishimura caminar hasta el ama de llaves que los esperaba en la puerta.

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Dos semanas antes, el último viernes que SooBin y su madre vieron a YeonJun.

YeonJun había tenido miedo al regreso a aquella casa. La mujer, a su lado, se mantenía callada y ni siquiera el chofer había puesto la radio. YeonJun sintió su estómago revolverse. Una vez habían llegado, bajaron del auto y el ama de llaves los recibió. YeonJun se mantuvo en total silencio.

—Sube a tu habitación y báñate—Dijo con voz firme. YeonJun solo asintió y corrió hasta su habitación.

Una vez en ella, no noto nada raro, decidió hacer caso, tal vez su padre si los quería para algo importante. Seguro una de las sirvientas dejaría el atuendo que necesitaría usar para esa comida. Decidió meterse a la lluvia artificial.

Mientras en la planta baja, la mujer que había salido del auto gritando el nombre de su hijo. Aun con fastidio recordó la imagen de esa estúpida mujer abrazando lo que era suyo. Con el coraje recorriendo su piel, se encaminó hasta el gabinete donde guardaban el alcohol, abrió la primera botella y la bebió de una sola, dejando la botella azotarse con la mesa de madera, mientras apoyada con las palmas de sus manos, intentaba calmarse. No podía, no cuando una mujer que no era ella, había abrazado lo que era suyo. El peinado perfecto que llevaba, dejó de serlo cuando con frustración se pasó ambas manos sobre. Desabotono los primeros botones de la blusa y volvió, a empinarse la botella, dejando que poco escurriera por los costados de su boca. Aun con algo de bebida, estrelló la botella en una de las paredes. Con desespero se despojó de la falda y la blusa que portaba, tirando las medias a mitad de la habitación, tomando dos porros ya hechos, y dos botellas de alcohol, salió de aquel lugar, para dirigirse al piso de arriba.

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YeonJun se estaba secando el cuerpo, cuando escuchó la puerta de su habitación cerrarse. Supuso que la criada había dejado ya su ropa lista. Salió con su bata de baño, una vez seco su cuerpo. Notando que no había nada en su cama, pensando qué seguro sería un traje, estaba colgado en el gancho detrás de su puerta. Grande fue su sorpresa al no ver lo que él esperaba. Esa mujer en ropa interior estaba pegada a la puerta de su habitación, con dos botellas cerca de sus pies.

—Así que mi dulce Junnie, se deja abrazar por cualquier mujer—A YeonJun se le atoró la respiración, sus pies se sintieron pesados, no pudo moverse, los recuerdos de aquella noche, volvieron a golpear.

Sus pies fallaron, una vez la tuvo tan cerca de él, no importaba si era unas cabezas más baja que él. El miedo en su cuerpo no le dejaba mandar órdenes a su cuerpo de moverse, o empujarla e intentar salir de ahí. Sus piernas le fallaron en el primer segundo, que intentó coordinarse, cayendo de rodillas con un sonido seco.

—Muy bien bebé, le facilitarás todo a mami.

YeonJun dejó de tener conciencia en él, después de que lo hiciera beber. YeonJun se dejó hacer, después de desmayarse por el alcohol y su cuerpo al no aguantar tanto.

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Dos semanas después. (Levemente fuerte, por la mención de  4bus0)

—Los señores no se encuentran—El ama de llave intentó detenerlo.

—Lea la hoja y después me busca—Dejo el permiso sobre las manos de la mujer, siendo seguido por dos oficiales, mientras los otros dos, se quedaban afuera.

El hombre entró encontrando la casa en completo silencio, o eso creyó.

—Registremos la casa, ustedes aquí abajo, y yo arriba.

Mientras se dirige a las escaleras, uno de los oficiales, por radio, se comunica.

—Encontré ropa de mujer a mitad del pasillo, y parece ser que hay vidrios.

—No toque nada, solo entre y verifique que no haya gente herida.

Termina de subir por las escaleras, y nota una puerta abierta, toma su arma que se encuentra en la cinturilla, con pasos rápidos, pero sigilosos se mueve y con el arma empuja la puerta color blanco. Al entrar nota un porro que solo se fumó hasta la mitad, y mientras se adentra más, nota que es la habitación del hijo. Mira la habitación, la cama está deshecha y la puerta del baño está abierta, no hay nadie, ni siquiera en el armario, con cuidado por donde pisa, nota lo que parece ser una uña, no está seguro si es de mujer, pero como si la uña se hubiera caído.

La habitación está vacía, caminando por el pasillo nota, otra puerta, la puerta principal de los Señores Choi, se escuchan murmullos, y puede percibir el característico olor de hierba, tan escandalosa. Mientras más se acerca, pega su oreja a la puerta, y puede escucharlo con claridad.

—Recuérdalo bebé, yo soy la única que puede tocarte y amarte de esta manera, soy tu madre y tú eres mi propiedad. No llores, pronto tú también me amarás como se debe.

El oficial no puede seguir escuchando, patea la puerta. La imagen que recibe, es obscena. Es la mujer montando el cuerpo de hijo, quien no parece responder a nada.

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La casa está rodeada, dos ambulancias están fuera de la casa. Solo una ambulancia se lleva un cuerpo, y otro recogen a un cuerpo, ya sin vida.

La casa es acordonada, después de que otro de los oficiales encontrará kilos de marihuana, lo que parecía ser LSD y PCP. Todo es levantado por quienes corresponde. La mujer es esposada y llevada en una patrulla, para proceder en contra de ella, los trabajadores también.

 La casa que está forrada de lo más lujoso, guardaba varios secretos, entre ellos la venta y distribución de drogas, bajo el nombre de su empresa, haciéndose pasar por número de ventas en sus productos, la evasión de impuesto, el tener como cómplices a varios de los docentes del colegio donde su hijo estudia, y el abuso físico sexual y psicológico de único primogénito del matrimonio.

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The choi family  |SooJun|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora