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Jungkook parpadeó un par de veces antes de fingir una sonrisa. Frente a él habían luces y máquinas que reproducían música de circo desgastada que sonaba espeluznante. Muchas personas usaban las máquinas, jugaban los juegos, reían muy fuerte y disfrutaban de lo que parecía una tarde familiar perfecta. La comida lucia grasosa y olía raro, como a comida frita. No podía recordar cuando había sentido ese olor desagradable, pero estaba seguro de haberlo sentido alguna vez. Probablemente cuando niño.

Había pasado una semana desde que le había pedido una cita a Taehyung. Ahora era sábado por la noche y estaba cumpliendo con el compromiso. Era una noche helada, lo que le daba una excusa perfecta para llevar sus manos en los bolsillos y mantenerse abrazado a sí mismo.

No habían hablado mucho en el camino de la casa de Taehyung hasta ahí, la conversación se podía resumir básicamente en Jungkook preguntando a donde irían y al otro chico rehusándose a decirle para darle una sorpresa.

Al menos si se había sorprendido, aunque no de buena manera.

— ¿Es aquí?— inquirió con la esperanza de que le dijera que se trataba de una broma.

— ¿No es genial?

En ese momento se volteó a mirarlo, para saber si es que la emoción en su voz era fingida o si realmente pensaba que ese lugar podía ser descrito como genial. Para su sorpresa la sonrisa en el rostro de Taehyung era genuina y era de ese tipo de sonrisas que se le extendían hasta los ojos, lo que era raro en él.

Jungkook intentó sonreírle de vuelta, pero estaba seguro de que no lucia para nada feliz. Pues a pesar de llevar una especie de doble vida, no era muy bueno fingiendo.

— Entonces... ¿ahora qué?

— Pensé que podríamos jugar y luego, bueno pues el perdedor paga la comida.

— ¿Quieres que juguemos juegos de niños?, por favor— Jungkook se largó a reír.

— ¿Acaso te da miedo que te gane Jeon?

Jungkook era competitivo y jamás dejaría que nadie le ganara en nada.

— No me hagas reír Kim.

Y lo que empezó como un juego, se convirtió en una guerra. Jungkook apretaba con toda su fuerza el gatillo de esa pistola arrojando agua de dentro de la boca del payaso feo para llenar el globo y hacerlo explotar. Sin embargo, al parecer en esa absurda feria la experiencia le ganaba a la habilidad y... ¡Mierda!, nuevamente perdió.

— Ya es tercer juego en el que te gano, ¿seguro que no quieres rendirte?

— Vamos al hockey de mesa.

Era consciente de que no estaba ahí para jugar, si no para conquistar a Taehyung. Pero habían un par de problemas.

En primer lugar realmente era competitivo y eso no era para nada atractivo. Probablemente lucia como un maniático mientras jugaba y como un ogro cuando perdía. Es que no soportaba perder y mucho menos rendirse.

Segundo, no sabía coquetear con chicos, apenas estaba descubriendo que era gay y su única experiencia era Taehyung. Pero con él no había tenido la necesidad de coquetear, porque él se le había acercado sin que hiciera nada.

Tercero, el chico lograba irritarlo demasiado seguido. Le costaba mantener su personaje de simpático y coqueto porque lo sacaba de quicio y realmente quería golpearlo.

Ah y también era débil y se moría de ganas por agarrarlo de la chaqueta y besarlo sobre el hockey de mesa.

En resumen, su plan no iba para nada bien. A estas alturas su padre regresaría a casa antes de conseguir hacer sufrir a la culpable de que se fuera. Si bien ni siquiera notaba el cambio— su padre no pasaba mucho tiempo en casa de todos modos— había una diferencia en el ambiente. Pues su madre ya no era su madre, sino un fantasma. Como que sin su padre en la casa no supiera que hacer con su vida. Y eso lo hacía enojar y la única solución era atacar el problema de raíz.

Tuyo [taekook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora