☽⋆--𓆩ˈˈ𝐎𝐔𝐑 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃ˈˈ𓆪 ━ ‹ 𝐋𝐈𝐗B̸𝐈𝗡 ›--⋆☾ (PAUSADA)

• ᴅᴀɴɢᴇʀᴏᴜs ᴛʀᴜᴛʜ. •

⚠︎Advertencia: Éste capítulo contiene escenas Gore (sangrientas), si eres sensible a ellas, te recomiendo no leerlas.

Nota: Algunas traducciones estarán encerradas en [ ]. Sin más disfruten del capítulo. <3

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Cerró sus ojos, inhalando el exquisito aroma latente en aquella atmósfera. Gruñe entonces cuando reconoce aquel olor metálico; sus venas se marcan notoriamente en sus brazos y manos. Conoce lo que viene y sonríe, dejándose sumir en una placentera calma.

Camina con pasos firmes hasta aquel tocadiscos en la mesita de madera justo en la esquina de su despacho; enciende el tocadiscos y pronto una melodía comienza a sonar. Entonces sonríe ampliamente cuando aquella armonía oscura y caótica se adentra a sus oídos. Calma, es lo único que siente. Ni siquiera los gritos mezclados con gruñidos lograban arruinar su paz, al contrario, eran el complemento perfecto para aquella melodía.

Su cuerpo hormiguea ante las sensaciones; se prepara para ceder a sus instintos primitivos. Pues él sabe que su comida está por venir.

—¿Cómo debería empezar?–susurra para sí mismo, para luego soltar una carcajada.–¿Por los brazos? ¿por sus piernas? ¿arrancando sus entrañas? ¿destrozando su garganta? ¿sacándole los ojos?... ¿o todos a la vez?–dice mientras con su dedo traza sus colmillos, para luego lamer sus labios con fascinación mientras su mirada chispeante de aquel color rojizo viaja con lentitud hasta la puerta de su despacho.

Y es entonces cuando escucha cómo los gritos ajenos parecen aproximarse, acompañados de pisadas firmes que no se detienen. Sonríe con malicia, pues él sabe que la diversión comenzará pronto.

Un bramido emerge de forma instintiva desde su garganta. La poca cordura que conservaba se extinguió en las brasas del más insoportable delirio jamás conocido; pues ahí en un abrumador silencio, las garras de la sed eterna rasgan su interior. "Sangre, sangre,... sangre" es lo único que se escucha en su aturdida mente.

Unos nudillos tocan con insistencia la puerta, tres toques para ser precisos. Jongsuk, quién permanecía aún de pie, se dirige al gran ventanal y posa su mirada escarlata en el exterior, y con su característica voz demandante pronuncia un "adelante".

No mucho tiempo después, varias pisadas se escuchan a su espalda, acompañadas de las quejas imparables de una persona.

-—Mi señor, hemos traído ante usted al hombre que se atrevió a dar información a la policía en la entrega pasada. –dijo uno de los vampiros.

El hombre guardó silencio unos segundos, para por fin soltar un:

— Ya saben qué hacer. –

Tan solo al decir eso, los cuatro vampiros que sostenían al hombre lo arrastraron y con movimientos bruscos lo estallaron contra la mesa de billar, para después cada uno sostenerlo por sus extremidades. El hombre luchaba para zafarse pero por supuesto, era inútil.

—¡Suéltenme, bastardos! –vociferó sin pelos en la lengua, sin tener presente las consecuencias de sus propios actos. –¡No pueden tocarme! ¡La policía ya tiene los ojos bien puestos en ustedes y mi desaparición no hará más que atraerlos! ¡Están jodidos! –rió como desquiciado.

Uno de los vampiros alzó su puño, dispuesto a agredir al hombre, sin embargo, Jongsuk, quién aún permanecía sumido en una alarmante calma, dándoles la espalda, con la vista en la ventana, alzó su mano, deteniendo abruptamente las acciones del contrario.

—¿Oyen eso? –preguntó descolocando a los demás. La melodía en el tocadiscos aún no cesaba; Lee Jongsuk cerró los ojos y sonrió cortamente, moviendo el dedo de su mano aún alzada de un lado a otro al compás de la música. – Eso señores es la paz que yo disfruto; la que no es arruinada por seres infelices... –hizo una pausa, girándose sobre sus pies, encarando por fin a sus hombres y a la "víctima"–Pero, tal parece que hoy no podré gozar de la paz que tanto deseo. ¿Cómo podría? ¿cómo yo, Lee Jongsuk, podría disfrutar de la paz que anhelo, mientras mis negocios, mi Clan y mi identidad están en peligro de ser desenmascaradas? –pronunció con ironía para después reír. Pronto, una expresión apareció en su rostro, como si hubiese recordado algo– Oh, es verdad. Solo debo destruir la raíz del problema y luego ir por los cabos sueltos, ¿cierto?–