CAPÍTULO NUEVE: ERRORES QUE SE REPITEN

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El castaño parecía un zombi, tenía los ojos rojos y unas profundas ojeras a causada de no haber dormido por culpa de la pelinegra. Pero no la habitual y popular azabache de la cual estaba enamorado, sino aquella que despreció y que ahora se arrepentía profundamente.

Se quería olvidar de todo, de ella, de su estúpido romance con el blondo, de su dolorosa cachetada y de aquel vacío que sintió cuando ello prefirió a ese antes que a él. En verdad, si se detenía un momento a pensarlo, todo le resultaba estúpido, ella solo era una molestia. ¿Cuándo había dejado de serlo?, se preguntaba.

Tal vez cuando en innumerables ocasiones le dejo su hombro y lo confortó por los desprecios de Trixie.

Caminaba con parsimonia hacia el instituto, estaba a punto de entrar por la puerta principal, entonces fue cuando la vio. Saliendo de la limusina de aquel odioso blondo, que con cada minuto que pasaba lo detestaba más y más, cosa que hasta ahora creía imposible.

Ella se encontraba tan radiante, más hermosa que nunca. Las miradas de los presentes se centraron en su persona, cosa que la hacía sentir incomoda, se asombraron al verla con su nuevo aspecto, pero la chica no hacía caso a ningún comentario, no le interesaba la opinión de los demás.

De repente sus ojos se encontraron con unos tristes orbes azules pertenecientes a Timmy, al verlo en ese deplorable estado a punto estuvo de ir a su lado, pero una conocida voz masculina la detuvo.

—No vayas a dar un paso más. Sé que aún te gusta, pero por ahora eres mi novia —habló haciendo énfasis en las dos últimas palabras. —Así que no te acerques a él o la gente empezara a hablar sobre vosotros, recuerda nuestro trato—recalcó el rubio para después ir a su respectiva clase.

Aunque por fuera parecía tranquilo e inalterable por dentro se sentía totalmente molesto, le desquiciaba que la chica aún se quisiera acercar al castaño. Ahora que había aceptado sus sentimientos por ella, las cosas cambiarían, caería a sus pies, o se dejaba de llama Remy Buxaplenty.

Tras las palabras dichas por el muchacho de ojos verdes Tootie solo desvió la mirada y siguió recto, tratando de retener las enormes ganas que su corazón tenía de ir a apoyar a Timmy como en anteriores situaciones ya lo había hecho. Pero esta vez ella quería demostrarle que se valía por ella misma, que cumpliría con la petición que le hizo, se olvidaría de él y lo dejaría tranquilo, lo ignoraría, tal cual él le había pedido.

El solo hecho de ver como la chica y el Buxaplenty estaban cerca lo molestaba al mismo tiempo que le dolía. Tenía que encontrar una manera de poder hablar con la azabache y decirle que no veía bien que estuviera con el chico.

Pero Wanda, sospechando de los pensamientos de su ahijado decidió intervenir.

—Lo que tienes que hacer es pedirle perdón—dijo con voz cansada.

—Tiene razón—habló Cosmo sorprendiendo a todos. —Es la única manera de hacer feliz a una mujer, aún si no sabes lo que has hecho mal—terminó de decir, ganándose un golpe de su esposa.

Pedirle perdón, sabía que tenía que pedirle perdón, lo sabía, había tenido un comportamiento estúpido con la chica. Y si quería volver a tenerla consigo, esta vez no se comportaría como un engreído y la trataría como una amiga, una especial y querida amiga.

De repente una brillante idea pasó por su cabeza, y una sonrisa maligna surco su rostro, solo tenía que mantener al blondo ocupado durante la hora de salida y así podría hablar con la azabache sin que nadie lo interrumpiera.

Si lograba ejecutar su plan a la perfección podría tener unos minutos a solas con Tootie, así que mientras su profesor daba clase, él comenzó a susurrar a sus padrinos sus deseos.

Todo eso fue observado por otra azabache, que miraba con rencor a la pelinegra, Trixie se sentía indignada por lo que había pasado en su anterior encuentro, en casa del Buxaplenty. Por eso, esta vez haría que Tootie se sintiera tan o más humillada que ella.

La de ojos azules sabía al igual que toda la escuela sobre los sentimientos que tenía la dulce pelinegra hacia el chico de antigua gorra rosa y grandes dientes, así que no entendía que hacía saliendo con Remy, ese chico era suyo, al igual que el Turnner, claro está.

No lo vayan a malentender, no es que la chica quisiera jugar con uno o con otro, lo que ocurría es que ni ella misma tenía claro sus sentimientos por ellos. Había veces en cuales sentía que le gustaba más Timmy, pero en otras ocasiones Remmy lograba sorprenderla más, así que aún se encontraba indecisa, pero no por eso dejaría que alguien, y menos ella se los arrebatase.

Cuando estaba a punto de llegar la ansiada hora de salida se inició la primera fase "Cartas falsas". Hizo que en el casillero de las fans de Remy sus padrinos pusieran una carta de amor "hechas por el chico", para que no pudiera salir y que sus fanáticas lo atosigaran. Pero en caso de que se librase de ellas había pensado en un plan B "Destrozar su apariencia", lanzado volantes y pegado carteles con una foto vergonzosa que tendría que encargarse de quitar durante un buen tiempo, y si esto no servía tenía al plan C "Matón de turno" para que empezara a hacer ejercicio de piernas y corriera.

Así que seguro de su plan tomó inesperadamente la mano de Tootie cuando apenas tocó la campana, no dándole la oportunidad ni de poder reaccionar.

Cuando la azabache fue consiente de la situación se encontraba en un rincón del patio, apartada de la gente. Se encontraba nerviosa, trataba de salir del agarre del chico, pero era inútil.

—Escúchame, necesito hablar contigo—dijo él serio logrando que el corazón de ella diera un brinco.

—N-no t-tengo nada q-que hablar co-contigo—habló muy nerviosa por la cercanía del castaño.

Se miraron a los ojos unos segundos, que para ella parecían eternos y él inesperadamente acarició con delicadeza una de sus mejillas logrando sonrojarla aún más de lo que ya estaba.

—L-lo siento—dijo ella en voz baja sorprendiendo al de ojos azules. —Siento la bofetada, pero golpeaste a Remy sin ninguna razón y yo—hablaba mientras empezaba a molestar al ojo azul.

—No hables de él—dijo en un tono imponente pero que denotaba un poco de dolor. —No soporto ver como de tus labios sale su nombre—dijo empleando un tono posesivo haciendo que ella retrocediera un par de pasos.

Era la primera vez que Timmy la había tratado de esa manera, y ella no estaba segura de cómo reaccionar frente a eso, ¿alegrase, molestarse? Se sentía confundida.

—Tootie yo—articuló mientras la miraba, y se volvía a acercar a ella. —Realmente quiero, yo. Sé que me he comportado como un...

De repente una delicada y suave mano volteo el rostro del chico logrando interrumpirlo.

—Timmy, ¿qué tal? —decía la azabache ignorando a la chica mientras lo toqueteaba y depositaba un beso en la mejilla del chico logrando que Tootie se sintiera cada vez más incómoda.

—Yo he quedado con Remy, me tengo que ir—dijo la chica y rápidamente se fue sin siquiera darle tiempo al Turner de tratar de evitar su huida.

El ojo azul trató de ir en busca de la chica, pero la azabache lo evitó.

—Timmy, me puedes ayudar con una cosa—dijo dándole una sonrisa despampanante atontándolo, a lo que no se pudo negar.

Wanda quería que su ahijado fuera a buscar a Tootie, pero seguramente se quedaría con la actual azabache, y eso en parte la decepcionaba, temía porque aquella dulce chica cada vez se alejara más.

Cuando Tootie fue a buscar a Remy se encontró con una graciosa escena. El chico se encontraba hecho un desastre y se encontraba refunfuñando y maldiciendo mientras recogía un montón de panfletos con una imagen suya vergonzosa del suelo del instituto.  

Cuidado con lo que deseasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora