CAPÍTULO DIEZ: UN HORRIBLE DÍA

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Una melodiosa pero fuerte carcajada que se escuchaba como eco por todo el pasadizo hizo enfadar más al blondo, pero su molestia se fue al ver de quien proveía aquella risa.

—¿Se puede saber que ha pasado? —habló ella tranquila, pero claramente se la veía divertida con toda la situación, pero al acercarse y ver lo mal que se encontraba dejó de sonreír.

—Solo el peor día de mi vida—contestó con cansancio y un escalofrío le recorrió por solo recordarlo.

La campana que anunciaba el final de las clases siempre significaba algo bueno, pero en este día, solo anticipaba un mal rato para el primogénito de los Buxaplenty.

Como acostumbraba a hacer guardó sus pertenencias y se dirigió a su casillero para recoger el resto de sus libros, para luego ir al salón de su "novia".

El problema fue que al cerrar la puerta de su taquilla se encontró rodeado de un montón de chillonas chicas que tenían sus ojos en forma de corazón y lo miraban de una forma espeluznante.

—Yo también te quiero—dijo una de las chicas acercándose a él sensualmente, pero fue interrumpida.

—¡No te acerques a mí Remy! —gritó la otra adolescente, y a esta se le fueron sumando otras.

Cada una de ella proclamara que su Remy le había escrito una carta de amor, y que ahora estaban saliendo juntos, así que ninguna otra chica se podía acercar a él, ya que ahora era suyo. Logrando que el blondo cada vez entendiera menos. De repente todas se voltearon molestas para encararlo.

—¡Diles que me quieres a mí! —gritaron todas las presentes al unisono mientras lo comenzaban a jalonear causando dolor al ojo verde ya que estaba siendo estirado por todas partes.

No sabía que decir, nunca había escrito una carta de amor en su vida, y espera no tener que hacerlo nunca. Así que no entendía nada de esta loca y molesta situación en la que se encontraba.

—¡Suéltenme! —gritó enfadado. —Yo no he escrito ninguna de esas cartas. Yo estoy saliendo con Tootie, así que no puedo corresponder a sus sentimientos—terminó de decir el muchacho para salir corriendo de allí dejando con la palabra en la boca a toda esa horda de molestas y melosas chicas.

Eso en verdad había sido muy extraño, pero solo fue el principio. Ya que cuando se dirigió al pasillo principal se encontró un montón de panfletos de él con una foto suya en la fiesta de Chester cuando cayó en el basurero. Claro que eso había sido culpa del Turner, ya que lo había empujado al intentar coquetear con Trixie.

Como loco empezó a recoger los panfletos mientras las risas se escuchaban, pero él solo se dedicaba a ignorarlas. Pensaba que ya nada más podía ir mal, pero se equivocaba.

Frente a él apareció Francis, quien aún no se había graduado, no entendía como un chico podía repetir tantas veces, ¿acaso eso era legal?, se preguntaba.

—Tienes dos opciones—dijo el intimidante chico con una horrible sonrisa en su cara dejando al rubio con intriga. —Dejarte golpear por mi brazo derecho o el izquierdo—terminó sin rodeos.

—Te olvidaste de la tercera opción—habló el chico lo más tranquilo posible.

—¿Tercera opción? —preguntó el matón y el blondo afirmó. —¿Cuál es?

—Me dejas ir sin golpearme—dijo haciendo que el grandullón pensase por unos momentos.

—No me gusta—dijo dándole un golpe con su brazo derecho en el ojo para luego irse.

Después de ese potente gancho lo único que sintió fue el frío suelo durante unos minutos, para luego levantarse todo adolorido y comenzar a recoger y despegar los carteles con esa vergonzosa foto suya. 

Cuidado con lo que deseasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora