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El pecoso se despertó un tanto desorientado, cómo últimamente ha pasado, se acaricio la sien tratando de ubicarse en el lugar. Al despertar realmente, se fijó de una extraña situación; no estaba en su cama, tampoco en su cuarto ni mucho menos en su casa seguramente. Felix se alertó.

Logro levantarse y salió de aquella habitación, un olor exquisito lleno sus fosas nasales y se acercó a dónde provenía el aroma. Ahí estaba. Ahí estaba el chico alado, solo que está vez no tenía alas, se encontraba de espaldas hacia él, cocinando algo mientras tarareaba alguna melodía. Felix se le quedó viendo por segundos, hasta que un estornudo lo delató y el rubio volteó.

— Ya despertaste, ¿tienes hambre?

¿Cómo podía hablarle tan tranquilo? Eran completos desconosidos. El grisáceo visualizo un cuchillo en la mesa, rápidamente lo tomó y apunto hacia el rubio.

— Escucha, creí haber dicho que no me gustan las bromas. ¿Por qué carajos me traes aquí? ¿Por qué no estoy en mi casa?

— Estarías en tu casa si supiera dónde está, tampoco sé tú nombre para poder rastrearla. Mis poderes tienen un límite, niño desmayos.

— Creo que el tomado soy yo. —Felix se sentía alucinar.—; ¿Sabes que te puedo denunciar? No se de dónde vengas, pero lo que estás haciendo aquí se llama secuestro, ¿sabes lo que es un secuestro? Un delito, ¿sabes lo que es un delito? Exacto, algo ilegal y te pueden encarcelar por eso. 

Hyunjin en verdad quería reír por la actitud del pecoso, pero tampoco quería asustarlo. Para el rubio era divertida la situación. 

— No estás tomado, si sé que me puedes denunciar, también sé lo que es un secuestro y delito. Ahora, ¿me dejarías explicarte?

— ¿Acaso esto tiene una explicación? A-ayer te ví con alas, ahora no las tienes, también me hablas de poderes, dioses e hijos de no se quién. Estoy al borde de la demencia seguramente. ¿Podrías dejarme en paz, por favor? —Los ojitos de Felix estaban cristalinos, quería llorar de la frustración.

— Tranquilízate ¿si?, no soy alguien malo. Déjame alimentarte al menos, no has comido nada desde anoche.

— ¿Cómo sé que puedo confíar en tí? —Felix seguía apuntando con el objeto filoso.

— Bueno, te traje aquí, te cuide y limpie tu ropa. Si fuese alguien malo, seguramente ni estarías respirando.

Tenía sentido según la lógica de Felix.

— ¿Q-que era lo que tenías en la espalda ayer? Parecían a-alas.

— Son alas.

— ¿Y dónde están?

— Las oculte, pense que teniendo tu físico te sentirías menos asustado.

— Quiero verlas, si los disparates que dices son ciertos... me dejarás ver.

— Cómo tú quieras.

El rubio tomo su espacio con el alrededor, extendió sus brazos y conforme estos se estiraban iban cayendo pequeñas plumas, las alas se comenzaban a notar haciendo crujidos por el estiramiento de la piel. Cuando los brazos estuvieron abiertos en su totalidad, las alas se veían enormes tras el chico. Felix soltó el cuchillo de la impresión.

— ¿Ves? Yo no quiero hacerte daño.

— ¿Cómo haces eso?

— ¿Me dejarías explicar? —El pecoso asintió inseguro.—; Ven, comamos algo.

Hyunjin y Felix se sentaron en sus lugares, el grisáceo viendo de frente al rubio. El pecoso degustó el desayuno, sorprendiendose de lo rico que estaba. Comieron en silencio, Hyunjin buscando las palabras correctas para explicarle y Felix analizando lo que estaba pasando por milésima vez en el día.

𝖧𝗂𝗃𝗈 𝖣𝖾 𝖫𝖺 𝖫𝗎𝗇𝖺 - 𝖧𝗒𝗎𝗇𝗅𝗂𝗑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora