— Regresaste más rápido de lo que esperaba Hwang, y apenas es tu primer día en tierra. —Le dijo el de cabello cobrizo.
— Creo que lo encontré. —El otro chico borro cualquier rastro de sarcasmo en su rostro y miro a Hyunjin de manera sería.
— ¿Encontraste a quien, Hyunjin?
— Al hijo de Laía, al hijo de la luna.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Su primer día en la tierra, era bastante emocionante para el rubio, todo ángel anhela y es preparado su corta vida para este momento. Un paso muy grande, la responsabilidad de cuidar de un humano y cumplir con una misión tras otra con esa persona es muchísima. Pero siendo sinceros, era la razón de su existencia, era para lo que vivían, los ángeles no pudieron pedir mejor tarea de vida.
— ¡Esto es maravilloso, Minho! ¿Cómo creés que sea mi humano? ¿Será guapo? ¿Y si tiene mi mismo humor? Estaría increíble conocerlo ya. —Exclamo con gritos el pequeño pelirrojo.
— Tranquilízate dos soles, Jeong. Ir a la tierra no es bajar a jugar, deberás cuidarte y a tu humano también.
— Eso le quita la diversión. Yo quiero ver a mi humano y que seamos un dúo inseparable.
— ¿Nosotros estamos pintados entonces? —Interrumpió Hyunjin con fingida indignación.
— Bueno..., sería diferente. Ustedes son ustedes, mi humano será un amigo más a mi lista.
— Estoy orgulloso de ustedes. Han crecido bastante. —Comento el de cabellera cobriza, Minho, con clara felicidad.
— Me gustaría que nos acompañarás abajo... —Jeongin hizo un puchero dirigido al mayor.
— Yo viví mi momento en su tiempo, ustedes apenas maduraban. Ganas no me faltan de acompañarlos, pero es mejor que les de consejos desde acá arribita.
El sonido de un trombón captó la atención, no solo de aquellos tres, de todos los ángeles que habitaban ahí. Era indicio de que Laía, la diosa de la luna, había llegado al cielo.
Los alados se acomodaron en bolita, pero dejando la parte de en medio libre y espaciosa para la chica de vestido blanco.
— Es un placer verlos nuevamente. Que gusto saber que una nueva generación saldrá a las afueras de nuestro preciado cielo.
Aplausos y felicitaciones era lo que se escuchó antes de volver al silencio.
— Después de varios años, me alegra retomar nuestra ceremonia. Sin embargo, quedan restringidas algunas cosas aún. Esto será hasta encontrar a mi hijo, sin discusión de por medio.
La pelinegra diosa hizo un gesto con su mano, automáticamente; ángeles de complexión más musculosa, grandes, con una armadura que no les permitía mostrar su rostro, tomaron un par de cajas con cartas dentro. Cartas que contenían el nombre de un humano, humano que sería cuidado por dichos ángeles.