Capítulo 12: La segunda cena

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"Pero mira quien es." Dijo Octavia al llegar al coche. "La mujer con la que mi amiga no deja de gritar," miró fijamente a Anya, que sonrió. Se giró hacia Lexa, "y la otra mujer que no deja que mi compañera llegue a la hora."

Lexa se volvió hacia Octavia tímidamente. "¿Lo siento?"


o también;


Hay otra cena a la que va el grupo y pasan cosas.


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Lexa se despertó lentamente, como lo había hecho el último mes. Un pequeño bostezo se escapó entre sus labios. Estiró las piernas cuidadosamente, la piel tocando piel. De Clarke. El calor que irradiaba Clarke hacía que quisiera volver a ese hueco caliente que había creado y abrazarse al casi-desnudo cuerpo de Clarke. Pero era por la mañana. El móvil de Clarke empezaría a sonar pronto, como pasaba todas las mañanas, excepto sábados y domingos, para que fuera a trabajar. A regañadientes levantó las sábanas lo suficiente para poder salir sin despertar a Clarke. A Clarke no le gustaba madrugar, algo que Lexa había aprendido rápidamente.

Habían dormido juntas en la cama de Lexa desde la noche en la que habían hecho su relación oficial. Era un acuerdo que no habían hablado el pasar todo el tiempo que pudieran juntas. Lexa disfrutaba cada segundo. Eso incluía la Clarke gruñona que tenía que aguantar todas las mañanas cuando Lexa inevitablemente no podía esperar a que sonara la alarma porque necesitaba algo.

Lexa necesitaba besos de buenos días.

Lexa caminó de puntillas alrededor de la habitación hasta que encontró a camisa del uniforme de Clarke en el respaldo de la silla del escritorio. Se la puso sobre la piel desnuda, abrochó dos botones para que no se abriera y fue hasta la cocina para preparar café.

Clarke siempre se despertaba más contenta si había café.

Lexa jugueteó con el cuello del uniforme mientras esperaba a que el café se hiciera. El aroma de la bebida llegaba hasta la nariz de Lexa y le encantaba, pero no era ni de cerca tan bueno como el olor de la camisa de Clarke. La prenda emitía la esencia del detergente de ropa y un pequeño toque del perfume de Clarke, que lo mejor que Lexa había olido, excepto la propia fuente del mismo. Lexa se ahogaría en ese olor para siempre si pudiera. De momento, Lexa se deleitó en el aroma, sabiendo que pronto regresaría con su propietaria cuando se fuese a trabajar.

La máquina de café pitó y Lexa sacó dos tazas del armario. Hizo el café de Clarke como a ella le gustaba, con dos de azúcar y un toque de leche, y volvió silenciosamente a su habitación.

Lexa podía escuchar los suaves ronquidos de Clarke mientras dejaba las tazas sobre la mesa. Subió a su lado de la cama y se volvió a meter bajo las sábanas. Pasó el brazo por la cintura desnuda de Clarke mientras dejaba que sus dedos explorasen la piel. Recorrió con los dedos el cuerpo de Clarke hasta que los ronquidos se detuvieron.

Clarke gruñó y se giró hacia Lexa. Quitó su mano del estómago y la dejó en el borde de su pecho. "Me haces cosquillas." Murmuró, su voz era más ronca por la falta de uso.

Lexa se sonrojó al escuchar su voz, como hacía todas las mañanas. "¿Quieres que te toque mejor así?" Preguntó Lexa a la vez que daba golpecitos sobre la piel del pecho de Clarke.

"Bueno, no me opongo." Lexa sabía que Clarke estaba sonriendo a pesar de no pode verla. "Buenos días." Dijo Clarke mientras acercaba a Lexa para besarla.

Una luz que brilla en la oscuridad (Clexa AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora