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Por primera vez en mucho tiempo, Juliana no despertó con el sonido de la alarma o segundos antes de este, cuando el sol apenas comenzaba a asomarse en el horizonte. Sus párpados fueron invadidos poco a poco por la cálida y delicada caricia de la luz de la mañana, hasta que cedieron, abriéndose en movimientos erráticos consiguiendo enfocarse por completo en el blanco techo de su habitación.
Para continuar con la completa extrañeza de su despertar, Juliana sonrió. Fue por instinto, casi sin darse cuenta, como reflejo de las horas que acababa de pasar y no sólo descansando. La evidencia estaba sobre ella, en la forma de un brazo cruzando a través de su abdomen, un ligero peso sobre su hombro, y unas suaves respiraciones provocando cosquillas en su cuello. Y otra vez, por primera vez en mucho tiempo, no sintió urgencia por salir de la cama, pensando que simplemente estaba perdiendo valioso tiempo. Por el contrario, cerró los ojos, apretando a Valentina más cerca de su cuerpo, cerrando nuevamente los párpados, dejándose invadir por su aroma y la paz que sentía en ese preciso instante.
Perdió la cuenta de cuánto pasó desde que abrió los ojos por primera vez esa mañana y cuando finalmente decidió que debía levantarse, y no le importaba. Podían ser las 8, las 10 o las 3 de la tarde, y le daba exactamente lo mismo. Lo único que deseaba era permanecer allí para siempre. Sumergida profundamente en ese momento, suspendida en una eternidad inamovible e inalterable.
Sabiendo que eso era imposible, se movió despacio, intentando no despertar a Valentina. Quitó el brazo de la castaña, liberándose de su agarre y se deslizó hacia el costado, asegurándose de que la cabeza de la otra mujer cayera lentamente sobre la almohada, reemplazando su hombro. Sin embargo, ya completamente libre, no fue capaz de alejarse y se detuvo a observarla.
No sabía muy bien qué hora era, pero estaba segura de que no habían dormido mucho. A pesar de eso, podía notar en su propio cuerpo relajado y en la expresión tranquila de Valentina, que ambas consiguieron descansar profundamente. Algo que tampoco era común en ella.
El sol aún no la alcanzaba, pero la luz que se colaba por la ventana la iluminaba perfectamente, dándole un brillo particular a su blanca piel. Las sábanas, enredadas casi estratégicamente alrededor de su cuerpo, parecían decorarla convirtiéndola en una obra de arte. Una escultura o pintura romántica que era digna de los más renombrados y exclusivos museos del mundo, pero ella era la única afortunada que podía apreciarla en ese maravilloso estado en el que se encontraba en ese momento.
Incapaz de contenerse más, estiró su mano, pasando sus dedos casi imperceptiblemente sobre el brazo de Valentina, subiendo lentamente hasta su hombro y alcanzando luego su rostro, acariciándolo con el pulgar. No dejaba de sorprenderla lo suave que se sentía, como si estuviera hecha de algodón.
Valentina se removió ligeramente, parecía que podía sentir las caricias de Juliana sobre su piel. La morena se detuvo, procurando que no despertara. Pero al ver que la castaña continuaba durmiendo sin problema, regresó a su tarea. Volvió a repetir el camino, deteniéndose sobre las mejillas de la mujer frente suyo, fascinada por ese apenas perceptible color rosado que las invadía. Valentina parecía una muñeca de porcelana, de esas que estaban destinadas a vivir una eternidad sentadas en un estante, sin que nadie jugara con ellas. Pero eso no era lo que Juliana deseaba para ella. La quería libre, feliz, sonriente, corriendo por el mundo sin ninguna atadura. Incluso allí, completamente dormida y relajada, Juliana podía notar los grilletes invisibles en sus muñecas, en sus tobillos, hasta en su cuello. Sofocándola, conteniéndola, reteniéndola. Alejándola de la mujer que podía ser. No, de la mujer que en realidad era.
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Contra las Cuerdas - Juliantina AU
FanfictionCon tan solo 16 años, Juliana se marchó de México hacia San Antonio para jamás regresar. O al menos, eso creía. Un llamado telefónico, un accidente y un pedido desesperado la llevarían de vuelta a su hogar 7 años después de haberlo abandonado. Pero...