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¿Alguna vez han sentido que pueden detectar el exacto punto en que sus vidas se fueron al mismísimo demonio? Esa precisa decisión que cambió el curso de la historia y todo lo que tenían planeado se esfumó como el humo de los cerillos luego de usarlos, rápidamente y sin dejar más rastros que ese leve olor que se disipa hasta desaparecer por completo.
Ahora, sentada en esta fría e incómoda silla de metal, con más tiempo disponible para pensar del que podría desear, repasando una y otra vez los acontecimientos de las pasadas horas y meses, puedo rastrear sin ninguna dificultad esa decisión. Ese momento que fue el quiebre y llevó hasta este punto en el que es evidente que ya no hay retorno, ni una mínima posibilidad de cambiar las cosas. A este lugar en que todo ya se ha escapado de mis manos, se ha salido de mi control y no me queda más que rogar a Dios, al destino, o a lo que sea que haya ahí afuera manipulando nuestras vidas, que las cosas salgan lo mejor posible. Aunque, siendo totalmente honesta, no he tenido mucha suerte antes en mi vida, y todo indica que las cosas seguirán exactamente de la misma forma. Es decir, no es un buen indicio estar en la posición en la que estoy en este momento, ¿no?
Quién diría que todos mis problemas, luego de haber conseguido estabilizar mi vida con mucho esfuerzo, se desatarían por una pinche llamada telefónica. Durante semanas, en esas noches de soledad donde mi cuerpo ansiaba por compañía y mi piel se resquebrajaba al saber que no podía tenerla, me había preguntado innumerable cantidad de veces qué hubiera sido de mí si esa mañana soleada en San Antonio hubiera ignorado ese llamado. O si hubiera tenido la suficiente frialdad de negarme al pedido de mi propia familia y me hubiera mantenido lejos de ellos, tal y como había hecho desde hacía años. Pero, todo sucede por una razón. O al menos, eso me gusta creer en esos días en que me siento un poco más esperanzada. Hoy, no es uno de esos.
Dicen que hay muchas maneras diferentes de interpretar el paso del tiempo y sus variables. Una teoría plantea que todo lo que hacemos forma parte de un plan perfectamente trazado por una fuerza superior y que, bajo ninguna circunstancia posible somos capaces de modificarlo. Es decir, si viajara al pasado y decidiera no tomar esa llamada, mi plan ya tendría eso previsto y las consecuencias no se modificarían aunque yo creyera que es así.
Otra, que me parece mucho más acertada en este momento, dice que cada decisión trascendental que tomamos sobre nuestra vida dispara una posibilidad de entre X cantidad, y cada una de esas variables es una realidad alterna donde otra versión de nosotros mismos eligió un camino diferente al nuestro. Es decir, hay miles de "otras yo" dando vueltas por ahí, viviendo experiencias diferentes, que nacieron a partir de miles de posibilidades.
Así que, en estos momentos, tal vez exista otra Juliana Valdés que no esté bajo la acusadora luz de una sala de interrogatorio policial, manchada de sangre, sudada, un poco ebria, encabronada y jodida como nunca antes a causa de una mujer.
Pero yo no soy esa Juliana, ni ninguna otra. Soy esta, y debo lidiar con las consecuencias de haber atendido ese llamado. De haberla conocido y, por sobre todas las cosas, de haberme enamorado.
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¡Finalmente!
Sé que hablé mucho de esta historia con muchas personas, especialmente con @Catoso a quien le debía esto como regalo de cumpleaños, y por fin ya está acá.
Esto es solo el prólogo, mañana van a poder leer el primer capítulo, pero después de eso paciencia porque es una historia compleja a la que hay que prestarle mucha atención a los detalles. Así que, verán actualizaciones cada 10/15 días. Tengo varios capítulos adelantados, pero no quiero largarlos todo de una y después que se convierta en algo agónico jajaja.
Si llegaron primero acá, les cuento que ya está el final de Perefectly Out of Key, que si aún no la leyeron ya se suma a mi lista de historias completas que pueden leer.
Gracias y espero que disfruten.
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Contra las Cuerdas - Juliantina AU
Hayran KurguCon tan solo 16 años, Juliana se marchó de México hacia San Antonio para jamás regresar. O al menos, eso creía. Un llamado telefónico, un accidente y un pedido desesperado la llevarían de vuelta a su hogar 7 años después de haberlo abandonado. Pero...