VIII - Bobos en burbujas de baba.

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—¿Y ya? ¿Sólo hablaron de eso?—dijo George mientras saboreaba un sándwich de jamón. Agh, qué ganas de darle un mordisco.

Ah sí, el contexto. Estaba en la cafetería con señor Ritchie y señor colmillos. Hablamos de todo lo que había pasado ayer. Bueno, al parecer sí había sido un plan el que ellos llegaran más tarde, ellos querían que yo y John tuviéramos una amistad, sólo que John se empezó a sentir mal y les cagó el plan. Incluso, pensaron que John estaba actuando con las náuseas y por eso no se ofrecieron a llevarlo, porque pensaron que era para estar conmigo.

—Sí, Geo, ¿no es lindo?—negó.—Ay, a ti porque no te gustan esas platicas existenciales pero John realmente es muy simpático, tiene una gran mente.

—¿Y qué más grande tendrá?—dijo Starkey y nosotros solo le dedicamos una mala mirada.—¡El corazón pues!—reímos con eso.

—Ya en serio, me estás diciendo que de tantos temas, ¿hablaron de la vida?—asentí.—Joder, qué aburrido. Era para que hablaran de chicas, de chismes.

  —Agh, George. No deberían de preguntarle a John sobre cosas así, háblenle de cosas existenciales, mejor.—sugerí.

  —Estoy de lado de George, en serio, teniendo tantos temas... ¿la vida? Por Dios, Paul, te hubieras puesto más creativo.—yo sólo negué ante sus comentarios.

John era muchísimo más que chicas y chismes. John era increíble como para fastidiarlo con temas así.

—Ustedes no conocen a John, por eso dicen eso.—dije como si fuera la persona más inteligente.

—Uhh, tú tampoco lo conoces. Dime, ¿sabes algo de su mamá, su familia? ¿Su papel higiénico favorito?—palidecí ante todo lo que el ojiazul preguntaba.

—Pff, de todas maneras... mi tema es mejor que los de ustedes.—aseguré.

—Sí, pero no digas como si conocieras a John en su totalidad. Tal vez solo conoces lo más superficial de él... ¿sabes si John siquiera te considera su amigo?—atacó el colmilludo ese.

—Claro que lo considero un amigo, de hecho, creo que el mejor que he tenido después de Stuart.—nosotros volteamos a ver qué John estaba detrás de nuestra mesa del comedor. Me asuste cuando escuché su voz ronca pero, me dio mucha alegría saber que estaba bien. Pues, no lo había visto en todo el día.

—¡Johnny!—me sonreí y con mi mano, invité a que John se sentara.

—Hola Paulie, hola chicos.—nos saludó mientras puso unos muffins encima de la mesa.—¿Regresaste bien a tu casa anoche?—preguntó un poco preocupado, cosa que me hizo querer decirles a los chicos: miren putos.

—Sí, regrese muy bien a casa. Gracias por preguntar, Johnny.—dije con una sonrisa maliciosa.

George y Richard solo me veían con cara de querer estrangularme. Tal vez era el momento donde más pena podrían estar pasando, después de decir qué tal vez ni era amigo mío y, ¡pum! Johnny demostrándoles lo contrario.

—¿Trajiste muffins?—Richard borró su mala cara y se sorprendió al ver esos panecitos.

—Ay, qué rico y, qué considerado eres, John.—George todavía no borraba su cara pero se veía muy hambriento por esos muffins.

—Ah, ¿los panecitos?—ellos asintieron.—Bueno... en realidad, todos son para Paulie.

¡Ho-ho! Qué buen día. Ver a tus amigos retorciéndose mientras comes panecitos.

—¿Para mi, Johnny?—recalque el "mi", quería verlos retorciéndose. Él asintió.

—George y Mimi te los mandan, dicen que están muy agradecidos de que me hayas llevado hasta casa.—sonrío.

-here today  ➸ mclennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora