XVI - Lavanda.

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Un día después de que John y yo empezáramos con nuestro hermoso noviazgo, cayó enfermo.
  Ese hermoso día, nos lo pasamos besándonos y abrazándonos. Pensé que nuestro segundo día sería igual, pero no.
  John faltó a clases, cosa que me extraño demasiado. Le hablé a Michael si sabía algo de John y su tía Mimi, a regañadientes me pasó el número de la casa Lennon-Smith.

  Michael me había suplicado que por favor no los llamara, que no los molestara. Que dejara de estar encima de John, que dejara de fantasear con estar mucho tiempo a su lado. Las palabras de mi hermano eran tan crueles que dolían. Michael nos deseaba el fracaso.
    ¿Por qué haría eso? Si sabía lo mucho que adoraba al castaño, ¿por qué no le gustaba que fuéramos cercanos? Cada que trataba de preguntarle, me callaba o no me ponía ni la mínima atención.

  Me ocultaba algo, lo sabía. ¿Pero qué tenía que ver con John? Mi chico se quedaría mucho tiempo conmigo, ¿cierto? Trataba de convencerme que Michael sólo no medía sus palabras, o era un hermano celoso. Sí, quería pensar eso. Aunque muy dentro de mi, sabía que Michael sabía algo de una posible enfermedad de John.

  Toda la semana, John había faltado a clase. Mimi me había explicado que los dolores de pies y manos volvieron, y con ellos la fiebre. A pesar de que John no sudaba, estaba enfermo de fiebre. Me preocupaba mucho.
  Mimi trataba de calmarme diciendo que John sólo tenía una pequeña fiebre, y que no era algo más. Pero no podía calmarme, mi chico estaba sufriendo, y yo sólo mirando desde lejos. Quería hablar con él directamente, pero Mimi me decía que John ya no estaba tan pendiente al teléfono, por lo que era muy raro que me llegara a hablar.

  Tal vez Mimi sabía que John la estaba pasando mal pero no quería que yo le hablara por miedo a cómo yo reaccionaría a su mal estado. ¿Realmente estaba tan mal como para que todos los que sabían de su condición no me dejaran hablar con él?

  Todas las noches, pedia por que mi Johnny estuviera sin dolores, que ya se recuperara. Esa semana había sido un infierno. Empecé con el insomnio y después con la preocupación, realmente necesitaba saber qué le pasaba. No me importaba qué tan doloroso pudiera ser, sólo quería escuchar su voz diciéndome "Paulie".

  Extrañaba tanto sus sonrisas, sus abrazos y sus besos. Quería que estuviera conmigo en mi cama y hablar sobre perritos y gatitos.
  Lo necesitaba, necesitaba muchísimo a mi Johnny Boy.

  Hoy era sábado, exactamente las once y quince de la mañana. Sin ninguna noticia de John. Ya hasta me costaba vivir.

  Casi siempre, los sábados, Mike se la pasaba en el patio. Le encantaba la jardinería, así que, sólo baje las escaleras para saludarlo y tal vez, ayudarle con alguno de sus cerezos.

  Efectivamente, Mike estaba en el patio. Pase a saludarlo. Pero, justamente cuando iba a darle los buenos días, sonó el teléfono (de esos de los 80s).
Y corriendo, fui a contestar la llamada. Tenía tantas esperanzas de que fuera mi Johnny Boy que no pude esperar para hablar de una buena vez.

—¿Sí? ¿Bueno?—hablé muy emocionado.

¡Paul!—se escuchó la voz de George en la línea—No vas a creerme, Pattie rompió conmigo porque...—y antes de que me dijera algo, colgué.

Quería noticias de MI pareja, no de la pareja de alguien más. ¿A mi qué si George había roto con Pattie o con Madonna? John era quien realmente me importaba.

De nuevo, alguien marcó al teléfono. Y yo, todo iluso, conteste. Esperaba que esta vez sí fuera John, de lo contrario, le gritaría a quien fuera que estuviera en la otra línea.

—¿Quién habla?—dije un poco malhumorado.

¡Paul! George y Pattie rompieron.—se escuchó a Richard ahora.

-here today  ➸ mclennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora