Crismaylin no pudo evitar imaginarse al mismísimo diablo, o a alguien peor que orquestara una mentira tan colosal; le miró con desaprobación. El viajero jugó con la inocente credulidad de los nativos. ¿Cómo se atrevió a pregonar algo así?
Según la cosmovisión taína, los muertos tenían un espíritu llamado Opía, que se escondía durante el día y salía a la noche a comer guayaba, cuyo jugo produce una pintura de color negro con la que simbolizaban la muerte. Se transforman en muchas formas y carecen de ombligo. Como en el caso de Crismaylin que a consecuencia de una intervención quirúrgica no lo tenía.
Los doctores tuvieron que tratarle una gastrosquisis, una malformación en la que el estómago y los intestinos sobresalen del cuerpo. Así que pasó las primeras horas de su vida en un quirófano para rectificar ese defecto.
Forzó una sonrisa, sus manos temblaron. Abrió y cerró los labios, no supo qué decir, además ellos no la entenderían. Tuvo la osadía de ver al grupo, muchos la miraban con temor, otros con incredulidad.
El falso Behique les sonrió a los presentes y anunció:
—La madre Atabeyra tomó a esta mujer antes de llegar al Coaybay la morada de los ausentes, gobernado por Maquetaurie Guayaba, encargado de vigilar el lugar donde descansan los muertos, en la isla Soraya. Y yo, con el poder que me han otorgado, les ordeno que la acepten como una más entre nosotros.
Empezó a danzar a su alrededor mientras vociferaba oraciones sin sentido. De inmediato se escuchó el sonido de tambores y flautas. Al principio suave, luego con más ímpetu y a un ritmo cada vez más insistente.
—¿Qué diablos está haciendo? —exclamó, nerviosa, con las palpitaciones caóticas de su corazón resonando dentro de su cabeza. —¿Qué les dijo?
Un escalofrío recorrió su pecho hasta casi dejarla sin respiración. Sus músculos se tensaron por la ansiedad. Las personas danzaban a su alrededor, no pudo soportarlo y salió corriendo rumbo al arroyo, se detuvo a medio camino. La ignorancia mezclada con las supersticiones fueron los principales motores que impulsaron a muchos a matar, razonó.
Sin importarle lo que pensaran, retrocedió en sus pasos y volvió a buscarlo. Lo encontró hablando con Coaxigüey y un grupo de hombres en un lugar más apartado. Tocó su hombro con insistencia, estaba tan concentrado que ni sintió el toque de Cris.
Así que lo zarandeó por el brazo, el rostro del chamán se desencajó de horror para la sorpresa de los presentes.
—¡Está loca, no puede hacerme eso! —dijo entre dientes—. ¿Quiere que la maten?
Tragó saliva, nerviosa, cuando asimiló el alcance de sus palabras. Él era un intermediario entre los ancestros y la divinidad y ese poder no iba a quitárselo de la noche a la mañana.
—Grande es la madre Atabeyra—exclamó en lengua arawak—quien habla a su pueblo por medio de su mensajero.
Cris lo miró, incrédula y molesta a partes iguales.
—¡Shhh...! —la reprendió con suavidad—. Sígame la corriente, le explico todo en un momento... —añadió.
—No voy a cooperar con usted—Cris tuvo que esforzarse para mantener la voz serena y fría.
—Debe hacerlo—aclaró sin mucha paciencia.
—Deme una razón—sentenció, irritada.
—Tengo ventaja sobre usted.
—¿Ilústreme? —inquirió.
—Domino el idioma, puedo acusarla de lo que sea y me creerán—acertó a decir—. Además, gozo con el respeto del pueblo.
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Atrapada en el tiempo con el último de los taínos
Исторические романыCrismaylin, viaja en el tiempo y tiene que tomar una difícil decisión, para que su futuro permanezca el hombre que ama debe de morir. ________________ Crismaylin, es una joven estudiante de arqueología de rasgos andróginos que vive en un país donde...