Cris tenía la peor resaca de su vida.
Solo se había pasado de tragos en momentos especiales como Navidad o en su último cumpleaños, cuando Rafael aprovechó la ocasión para presentarle a su nueva y fugaz novia. Su amigo arruinó la fiesta que con tanto esmero se preparó Crismaylin. No todos los días se cumplía veintiuno y a una esquina de poder graduarse con los más altos honores.
A medida que trascurrían las horas el dolor en su corazón dio paso al vacío, y este se tornó con rapidez en enfado. Al final de la fiesta le vociferó un sinnúmero de improperios a su amigo y al día siguiente cubrió su vergüenza con el 'apagón' del borracho.
Sin embargo, Crismaylin pensaba que su condición actual era peor: andaba medio desnuda, mareada y a punto de casarse con un perfecto desconocido. ¿Qué otra cosa podría pasarle? Salió acompañada del Behique y cuando visualizaron la aldea, lo detuvo.
—Necesito... necesito que me sirva de traductor—tartamudeó—, ¿lo hará?, ¿verdad? —la voz se le quebró— Coaxigüey no tiene derecho a decidir mi futuro.
El Chamán dudó.
—Sería mejor que pensaras muy bien lo que deseas que le diga—respondió el Behique.
—¡La creta! —Masculló llevándose las manos a la cabeza—. No puedo pensar con claridad, solo dígale que soy una mujer soberana de mi propia vida.
—Recuerde que la liberación femenina se encuentra a años luz de esta época— le recordó en voz baja.
La viajera se tragó el nudo que sentía en la garganta. Nadie podría obligarla a hacer algo que no quisiera. Y, aun así, el estómago le dio un vuelco. Notó que empezaba a ahogarse al sentirse acorralada.
—Oiga, ¿cómo supieron dónde estaba? —inquirió curiosa.
—Bueno, aquí no hay muchos sitios donde esconderse, además, se suponía que Turey debía de presentarse temprano ante el consejo y tú tampoco estabas...
La mente de Cris era un hervidero de pensamientos cuando un zumbido estridente se acercó a pasos apresurados. Una multitud de hombres y mujeres que iba encabezado por Coaxigüey emitieron un murmullo azorado al verla. Terminaron por rodearla, entonces, una inconsolable Tanamá comenzó a hablar con lágrimas en los ojos.
Las mujeres estaban horrorizadas e intercambiaron susurros, mientras que los ancianos y Coaxigüey escuchaban estoicos las palabras de la joven. Crismaylin sintió que el vello de su nuca se le erizaba.
—¿Qué está pasando? —le preguntó al Behique—. No entiendo nada.
—¡Wow! —exclamó, sorprendido—. Sí que no dejas de asombrar a estas personas.
—¿Ese Wow es malo o bueno?
—Te acusan de seducción.
El Behique hizo una pausa ante la reacción de Crismaylin.
—Tanamá le explica a su padre y al pueblo que, por las noches, invocabas a la luz de la fogata a un espíritu que te daba poderes para pasar de mujer a hombre. Para eso esparcías las cenizas por tu piel que te permitían hacer el cambio.
Cris le clavó la mirada a Tanamá, pasmada ante semejante acusación. Era verdad que tomaba las cenizas, pero como repelente para los mosquitos, al igual que ellos utilizaban las frutas del añil silvestre. Y a diferencia, ella necesitaba estar más cerca del fuego por las bajas temperaturas que había en las madrugadas.
—Te acusa que en la oscuridad la abrazabas y rogabas que se acostara contigo, ella se negaba, por supuesto, pero fueron inútiles sus esfuerzos porque te imponías.
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Atrapada en el tiempo con el último de los taínos
Historical FictionCrismaylin, viaja en el tiempo y tiene que tomar una difícil decisión, para que su futuro permanezca el hombre que ama debe de morir. ________________ Crismaylin, es una joven estudiante de arqueología de rasgos andróginos que vive en un país donde...