Aniquilada. Esa era la palabra que resumía el estado actual de Crismaylin. Se sentía destruida, pero viva.
Se había desmayado por el sufrimiento que padeció a manos de su verdugo. Las lágrimas ardieron tras sus párpados cerrados. ¿Qué sentiría si tuviera la certeza de estar muerta?, ¿alivio?, ¿libertad?, se preguntó. Anoche lo deseó tanto que le rompió el corazón.
Sin embargo, al recordar todo, una rabia descomunal, invadió su cuerpo. Ese mal nacido la había humillado, tocado y torturado. Algún tiempo después, recuperó el conocimiento, o un estado similar a la consciencia, se sintió flotar, un calor agradable envolviéndole. Cerró los ojos y se dejó llevar.
Un lamento sacudió sus entrañas. Su cuerpo se congeló al escuchar una voz masculina. Se retorció con violencia, pero se obligó a calmarse. No era su verdugo, de eso estaba segura. Por eso cuando el viento zumbó un sonido melodioso se dejó arrastrar hacia sombras profundas.
Minutos después o quizás horas, notó que alguien la tocaba, fue una acaricia tierna que le brindó consuelo. Entonces recordó el dolor lacerante del cuchillo ardiente y de las sogas cortando sus muñecas. Su cuerpo se quebró en protesta. Hizo su mejor esfuerzo y luchó contra su mente para desconectarse de la realidad.
Una punzada aguda en el cuello la despertó, irrumpió a través de la oscuridad donde se encontraba tan a gusto, gritó mientras aspiró aire, su cuerpo ardía en llamas. Su dolencia empeoró, solo dejó de retorcerse cuando unas manos le acariciaron el rostro.
Ese toque le hizo recordar su hogar.
Los párpados de Cris aletearon como si fueran alas de mariposa. Ladeó la cabeza, suspiró y el estómago se le contrajo. Intentó incorporarse y para su sorpresa recibió ayuda que agravó el mareo de su cabeza. Tomó algo que le supo a guanábana, y ahogó un gemido al terminar. El sueño se apoderó de ella otra vez. A Cris le gustaba estar así, inconsciente, así no sentía dolor.
Se despertó cuando la claridad hizo acto de presencia. Se inclinó despacio, apoyándose en sus codos. Miró a su alrededor, mientras yacía en aquel lugar extraño, su vista se aclaró y luego se volvió borrosa. Luchó contra las arcadas y la debilidad de su cuerpo.
Al cabo de un buen rato fue que pudo comprender que estaba dentro de una cueva. Para algunas personas son sitios de oscuridad y humedad, pero este era diferente. La luz entraba con mucha facilidad por su gran boca rodeada de vegetación y de rocas puntiagudas.
— Taiguey (buen día).
Cris escuchó una voz suave detrás de ella. De repente el dolor y el miedo aparecieron. Temiendo lo peor, se quitó unas hojas pegadas al cuello.
— ¡Wu'a, Tei-toca! (¡no, estate quieta!).
Trató de gritar, pero no pudo, sus músculos estaban rígidos. El hombre se agachó a sus pies, entonces lo reconoció, era el tipo de la fea cicatriz. Meneaba la cabeza de un lado a otro mientras observaba su abdomen, musitó algo y alargó la mano hacia donde debería estar su ombligo, no obstante, Cris lo apartó de un manotazo.
—Daca taíno (Yo soy Bueno).
No quería que nadie la tocara. Y cuando él tocó su hombro, su respiración se volvió entrecortada, comenzó a gritar afónica como una loca hasta que lo vio marcharse. Se colocó en posición fetal con la esperanza de poder desaparecer.
Cris duró mucho tiempo en un estado de inexistencia que nunca había experimentado. Sumida en sus pensamientos no se percató de la presencia de otra persona, era una joven que se puso a su lado. Estaba desnuda, de sonrisa afable y pómulos acentuados.
De inmediato, Cris comprendió que la joven no le haría daño, no era una experta en el lenguaje corporal, pero la chica gritaba a los cuatro vientos que no era peligrosa.
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Atrapada en el tiempo con el último de los taínos
Ficción históricaCrismaylin, viaja en el tiempo y tiene que tomar una difícil decisión, para que su futuro permanezca el hombre que ama debe de morir. ________________ Crismaylin, es una joven estudiante de arqueología de rasgos andróginos que vive en un país donde...