QUINCE

506 70 57
                                    

CAPITULO QUINCE
-Adiós, mi vieja amiga. Adiós a lo que una vez fuimos.-

Layla

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Layla

Me había, sentido la peor mujer del mundo por fijarme en otro hombre. Por permitirme sentir amor hacia otra persona. Me sentía tan culpable por, admitir que estaba enamorándome de otro hombre. Y él, solo estaba ahí... llorando a mis pies, repitiendo una y otra vez que lo sentía y que eso ya se había terminado hace varias semanas. 

Pero habían sido años. 

Dos años, dos malditos... años. 

Ya no podía seguir llorando. Ni lamentándome por lo que había hecho. No sabía como sentirme. Ni como tratar la rabia y la pena. Lo único que quería era, mientras mis manos eran dos puños sobre mis piernas, ir directamente a la casa de Kelly y ni siquiera darle tiempo para que me de una explicación. No sabía que parte de ambas me dolía más y el sentimiento se juntaba en mi pecho seco. 

Lo miré a los ojos, cuando se quedó callado esperando a que dijera algo. Me quiso contar la historia, la romántica historia de su aventura. Pero lo callé. Así que solo fui capas de preguntar hace cuanto tiempo. 

Dos años. Dos años. 

—Layla Nena, por favor — intentó tomar mis manos pero las solté, sentía que no podía respirar. Me levanté en busca de aire y él me agarró del brazo — ¿A donde vas? 

—R-Robert por favor, de-déjame ir. 

—¡No! — exclamó frustrado — dime como te sientes ¡Pégame! ¡Has lo que sea para que descargues tu rabia! Pero por el amor de Dios Layla, no me dejes. Eres mi esposa, no me puedes dejar. 

Mientras lo miraba ahí, desconociéndolo ante el hombre que solía ser antes para mí. Los ojos se me humedecieron de nuevo. 

—No tengo rabia — murmuré en un hilo de voz, sé que no tenía razones para decirlo. Yo también lo había engañado — solo estoy decepcionada — las lagrimas cayeron por mis mejillas — de ambos. 

—Nena — Robert se acercó a abrazarme, me puse como de piedra pero no pude evitar llorar — te juro que no siento nada por ella, te juro que fue un error, te juro que... — puse mis manos en su pecho y lo empujé. Me sequé las lágrimas y lo apunté con un dedo. 

—Necesito... pensar — intentó acercarse a mí — ¡Lejos de ti! 

Y se quedó ahí, de pie en la habitación  mirándome. Pero yo ya no lo vi más, salí del cuarto y bajé rápidamente las escaleras. Tomé mi bolso y busqué mi anillo de matrimonio, lo dejé sobre la mesa de estar junto a la pared y me fui. 

Veinte minutos después estaba frente a la casa de Kelly, aferrada al volante volví a llorar. Mi teléfono sonaba y sonaba en mi bolso. ¿Cómo podía doler más la traición de ella que de mi propio esposo? Dolía, porque jamás pensé que pudiera hacer algo así. Así como sé que le dolerá cuando se entere que Benedict y yo estamos juntos. ¿Acaso las veces que me incitaba a traicionar a Robert eran con dobles intenciones? ¡Era obvio! ¡Y yo fui tan estúpida! 

Pecado  ━ Ben CumberbatchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora