DIESICIETE

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CAPITULO DIESICIETE
 -Yo moriría por ti-

CAPITULO DIESICIETE -Yo moriría por ti-

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Layla

Benedict a penas respiraba dormido. Su respiración era muy suave... Tanta calma. Era él único lugar seguro que tenía. Era el único lugar donde me quería quedar. Pero tenía que moverme. Enfrentar mi situación. Tenía que saber como afrontar las cosas. Por difíciles que fueran. 

Mientras me vestía y él seguía ahí, durmiendo. Lo miraba y en lo único que pensaba en como iba a ser la vida con él ahora. A su lado. Nos habíamos quedado despiertos después de dulce, salvaje y romántico sexo... conversando hasta que el salió el sol. Podría quedarme horas escuchándolo hablar mientras me tenía entre sus brazos. Dormimos un poco. 

Pero tenía que irme. 

Me arrodillé en la cama y le di un beso en la mejilla. Pero cuando me iba a ir él sostuvo mis dedos con los suyos y abrió los ojos. Dormilones ojos azules de gato. Sonreí como tonta. 

—Te llamaré — susurré, sin poder evitarlo me incliné a besarlo. Él me atrapó entre sus brazos y entre risas terminé en sus brazos de nuevo. 

—¿No quieres que te acompañe?

—Prefiero que no, por ahora. 

—¿Vas a contarle que tienes un amante también? — me besó y se movió sobre mí, aprisionando mis manos para verme desde arriba — ¿Qué yo soy que te robó? 

—¿Quieres que se lo diga? 

—Quizás — hizo un mohín y se inclinó a mi cuello para besarme — en realidad si tiene que saber me gustaría decírselo, personalmente. 

Se apartó para mirarme a los ojos. Sería una locura, pero una locura que no se podría evitar. Que tarde o temprano iba a tener que pasar. 

—Por ahora, veré lo del divorcio. Me aseguraré de que se haga cargo de ese niño. Tengo que ir a la universidad a renunciar — arrugué la nariz al pensarlo — ¿No tienes que estar ahí tú? 

—Debo ir más tarde — ladeó la cabeza — ¿Vas a renunciar? ¿No prefieres que le pida a Tom que de licencia por un tiempo definido? 

—No quiero molestarlos. Soportan bastante con tenerme aquí contigo. 

—No eres algo que se deba soportar Layla. Les importas, se preocupan. Es todo. 

Suspiré. 

—Es que no estoy acostumbrada a que la gente se preocupe tanto por mí. 

—Pues acostúmbrate — me besó despacio, aunque sugerente. Una dureza muy, pero muy sugerente se instaló entre mis piernas y rozó mi sexo sobre la tela de mi pantalón. Él me miró dándose cuenta y alzó una ceja coqueto — ¿Estás segura que quieres irte? 

Pecado  ━ Ben CumberbatchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora