Layla Harper se ha casado con el amor de su vida.
O eso creía, hasta que conoció a su nuevo compañero de trabajo en la universidad.
Ben y Robert son amigos de la infancia.
O eso eran.
Layla está atrapada en una rueda giratoria y tiene miedo de n...
CAPITULO DIECISEIS -Verdades que prenden hogueras-
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Benedict
Mientras Eliana y Tom limpiaron el desastre que éste ultimo dejó en el piso con las tazas rotas, llevé a Layla al sofá y la senté a mí lado. Lloró en silencio, escondida entre mis brazos hasta que logró calmarse. Al rato, Eliana apareció con una taza de té humeante, la dejó en la mesita de estar y volvió con una manta para poner alrededor de los hombros de Layla.
Había un silencio inquietante mientras yo intentaba calmarme. Por dentro era un torbellino, desesperado e impaciente. Lo único que quería en ese momento era en ir a golpear a Robert. ¿Porqué no tenía intenciones de cambiar? ¿Es que nunca iba a poder pensar bien las cosas?
Ella comenzó a tomar su té con cuidado. Tenía la nariz roja de tanto llorar. Mi teléfono comenzó a sonar de nuevo, tenía que contestar o Robert era capaz de aparecer por ella ahí mismo.
—Ya vuelvo — me quise levantar pero antes Layla apretó su mano entre mis dedos y me miró a los ojos. Me partía el alma verla así, con los ojos hinchados y rojos. Como las mejillas y la nariz. Hipando mientras trataba de que no le afectara tanto.
—No le digas que estoy aquí, por favor.
—No lo haré — puse mi mano en su mejilla y le di un beso en la cabeza al levantarme. La dejé a solas con Eliana, sabía que estaría bien con ella mientras no estaba. Fui a la cocina y Tom estaba terminando de limpiar los vidrios de las tazas. Me quedé ahí en un rincón a contestarle a Robert.
—¿La encontraste?
—Quiere estar sola — contesté estoico.
—¿Entonces la encontraste?
—No me dijo donde estaba, solo que quiere estar sola — Robert gruñó y golpeó algo — mira, tienes que darle tiempo. Lo que pasó, fue terrible para ella. Déjala pensar un tiempo.
—¿Un tiempo? Yo no quiero un tiempo Benedict, quiero a mi mujer de vuelta.
—Pues debiste pensar en tu mujer antes de meterte con otra — cerré los ojos fuerza y casi grité — ¿Qué mierda estabas pensando en hacerlo con SU PUTA MEJOR AMIGA?
—No voy a discutir esto contigo.
—Soy tu amigo
—Escucha, solo dile que me llame ¿Sí? Lo mío con Kelly ya terminó.
—Ni te creas — escupí furioso — va a darte un hijo. ¿Crees que se terminó? No pendejo, acaba de empezar.
—No la amo. Jamás lo haría. Dile que la amo ¿Sí? A mi esposa, si puedes hablarle... díselo. Yo... no podría vivir sin ella. Preferiría morirme.
