8. Lujuria

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Eliette Hiems.

Después de haber pensando por un rato y estar buscando a Camille, Alex decide hablar:

—El portal está que se desvanece, tienen que irse, yo me quedaré a buscar a la odiosa de Camille,  los reencontraremos en algún lugar del infierno pero lo haremos.

—No, si tú te quedas yo también lo haré—respondí.

—No puedes, porque recuerda que el señor del limbo solo puede abrir el portal para cada persona una sola vez, así que este es tu portal junto a Samael, si te quedas, quedarás encerrada aquí para siempre.

—Alex tiene razón, no puedes quedarte, debemos seguir—añadió Samael.

—Pero...

—Pero nada, la decisión está tomada, yo iré a buscarla, ustedes sigan—interrumpió Alex.

—Está bien.

Samael y yo nos acerquemos al portal que ya estaba comenzando a cerrarse.

—Por favor cuídate, y espero nos encontremos de nuevo en este infierno.

—Así será, llegaremos sanos y salvos a donde ustedes estén—aseguró el vampiro.

—Bueno amigo, fue un placer conocerte, nos vemos e igual cuídate—se despidió Samael mientras entraba al portal.

—Adiós Alex, cuídate y trae a Camille intacta—dije mi último adiós entrando al portal.

Al entrar y poner un pie en el mundo de la lujuria, una horda de personas pone su vista en nosotros. El ambiente del lugar está impregnado por la lujuria misma, se siente el deseo incontrolable de lo sexual y la codicia, como cada persona o ser está urgido por poseer y consumirse en la piel de alguien pero le es imposible porque ese es su pecado a pagar; no poder unirse en cuerpo y alma en el acto con las personas de este lugar, no se pueden tocar entre ellos solo están sedientos por la lujuria.

—Quédate quieta y prepárate para atacar o correr en caso de que vengan por nosotros—ordenó Samael.

—Creo que va hacer muy difícil eso—dije al ver que un hombre se acercaba a mí.

—Tranquilízate y solo no te muevas, deja que te examine.—Lo mire abruptamente—. Si se intenta propasar atacamos y empezamos a correr, tenemos que llegar aquella torre.

Fije mi vista en la gran torre que se encontraba a lo lejos, solo se lograba ver el último piso, pero también veía seres extraños que no lograba identificar por la lejanía, estos estaban volando alrededor de la última habitación.

—Está bien, pero si se pasa juro que le volaré la cabeza.

El sujeto se acercó a una distancia no muy prudente de mi cuerpo y me empezó a observar, él estaba completamente desnudo, tenia buen cuerpo, su cara era perfilada y tenía sus ojos característicos totalmente blancos, además no tenía cabello en ninguna parte.

—No tengas pensamientos de deseo hacia él o se abalanzará sobre ti—reveló Samael.

Al escuchar eso mire a otro lado porque desde que había entrado aquí mi cuerpo se había comenzado a sentir extraño, no debía ver sus partes íntimas, no debía mirar nada de él. El hombre estiró sus manos y empezó a tocar mi cabello, cerré los ojos para concentrarme, no debía pensar nada malo, luego, empezó a bajar su mano lentamente por mi hombro hasta llegar a mi mano, la pone junto a la suya para sentir mi piel y ver si soy real, al notar que si, siento como su respiración se comienza a sentir más pesada y agitada.

—Eliette prepárate para atacar, ya se dio cuenta que eres real—informó Samael, quien había permanecido observando la situación.

Asentí y abrí los ojos pero al hacerlo mire mi mano que todavía seguía unida contra la de él, al hacerlo inconscientemente también mire su parte íntima, estaba erecto, su glande era de un rosa tan incitador, tenía pocos vellos púbicos y su abertura estaba soltando un líquido viscoso; mis mejillas se pusieron de un rosa intenso y luchaba contra mi mente para que no saliera ningún pensamiento de lujuria.

«contrólate Eliette».

«Que gran... ». —sacudí mi cabeza.

—Vamos Eliette contrólate, suelta su mano o cuando lance el hechizo te lastimare.

—No...no puedo Samael—replique todavía observando esa zona.

«Está tan rosada, como quisiera...».

Y de repente el sujeto suelta mi mano y posa las suyas en mis pechos, y antes de que reaccionara Samael lanza un hechizo que derrumba al hombre, me toma del abrazo y empezamos a correr.

—¿Qué va a pasar con él? —pregunte mientras corría mirando atrás.

—Se levantara y vendrá por nosotros, así que sigue corriendo y no te detengas que los demás también se dieron de cuenta que somos reales y vienen hacia nosotros.

Mire hacia los lados y efectivamente muchas personas venían por nosotros, sus cuerpos estaban completamente desnudos e irradiaban esa energía de lujuria, mis mejillas se volvieron a poner rosas.

—Eliette no te detengas, corre, deja ya de mirarlos o caerás en la tentación—añadió.

Sacudí mi cabeza y me concentré en mirar la torre a donde debíamos llegar, íbamos por lo que al parecer era un camino rojo de piedras, de pronto una gran bola de energía se acercó a nosotros y nos derrumbó, caí arriba de un arbusto que para mi buena suerte no tenía espinas o algo puntiagudo, en cambio Samael cayó arriba de una piedra y parecía estar inconsciente, mire a todos lados y vi a los responsables, me levante y un poco adolorida caminé hacia ellos.

—¿Qué les pasa idiotas? Me lastimaron e igual a mi amigo—solté molesta.

—Tranquila preciosa, solo queremos saber hacia donde se dirigen—habló uno de los chicos.

—Eso no les interesa.—Me voltee y empecé a caminar hacia donde seguía tirado Samael.

Me arrodillé y levante su cabeza para colocarla en mi piernas.

—Por favor, despierta, tenemos que salir de aquí. —Puse mi mano en su pecho y sentí sus lentos latidos.

Los cuatro chicos se acercan a mi y uno de ellos me jala del cabello haciendo que caiga en el suelo.

—Te hable bonita, ¿hacia donde se dirigen? —preguntó un chico alto y de cabello castaño.

—Ya...ya te dije que no te iba a decir—repliqué mientras me levantaba del suelo.

—Vaya, veo que tienes agallas, pero eso no te servirá de mucho, ¿nos dices o te mueres? Tú eliges—soltó otro de los chicos.

—No les dire nada.

Intente atacar con una bola de energía que salió de mis manos pero ellos la esquivaron fácilmente.

—Maldita perra, te vas a morir—amenazó el chico castaño.

Volví a lanzar otra bola de energía pero era inútil, ellos eran muchos y lograban esquivar la energía muy fácil. Él chico castaño suspiró y empezó a crear una gran bola de energía en sus manos, mientras yo había creado un escudo visible a mi alrededor, el castaño sonrió y lanzó la energía hacia mí, la bola impactó con mi escudo y este se rompía cada vez más mientras ella luchaba desde afuera, de repente la energía choca con mi cuerpo y caigo en el suelo.

No siento mi cuerpo.

No siento mis manos.

Mis oídos escuchan muy poco.

Mi vista se nubla cada vez más.

Mis sentidos se pierden a cada segundo.

—Vamos, ya están muertos, sigamos buscando a más participantes y una forma de salir de aquí, no aguanto estas ganas de tener sexo, lastima que ella esté muerta—escuché decir a uno de los chicos antes de que mis sentidos se pierdan por completo.

Metanoia: el juego del poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora