Cap 1

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CAPÍTULO UNO:
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"Amnesia"

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Me siento liviana. Miro alrededor y me encuentro flotando en medio de un pasaje oscuro. Oigo voces. Se oyen distorsionadas. Todas distintas. Una luz se cierne sobre mi. Muevo mis pies como si estuviera nadando para dirigirme hacia ella. Es muy hermosa. Extiendo mi brazo para poder tocarla. Cuando estoy a punto de hacerlo la luz me envuelve dejándome ciega.

Cuando vuelvo a abrir los ojos, ya no estoy en ese pasaje.

La luz vuelve a cegarme un instante en el que tengo que parpadear. Cuando me acostumbro a su intensidad desconozco el lugar donde estoy. Paredes blancas se alzan a mi alrededor. El olor a alcohol pica en mi nariz. Debajo de mi siento una suave superficie. Volteo la cabeza hacia el costado derecho lentamente y veo una ventana. Miro el azul cielo a la vez que mis neuronas se ponen a trabajar.

Estoy en la habitación de un hospital.

Intento levantarme pero un agudo dolor en mis costillas me detiene. Hasta ese momento no había reparado en que, si estoy en un hospital, es porque algo debió sucederme. Siento como si me estuvieran golpeando la cabeza con un pequeño martillo de madera. Los oídos me zumban. No siento las piernas. Y tengo algo alrededor de mi cuello que tiene mi cabeza inmovilizada. ¿Qué ha pasado?

Como si me hubieran escuchado, la puerta de la habitación se abre, dejando pasar por ella una mujer bajita de pelo negro. Debe de tener unos 20 años. Trae puesto el uniforme de enfermera. Al mirarme exclama.

- ¿Lisa?

¿Lisa?

- ¡Azul!

¡¿Azul?!

Se abalanza sobre mi tan rápido que no tengo tiempo de procesar lo que ha dicho, cuando ya la tengo trepada sobre la camilla del hospital, abrazándome del cuello sin presionar ni tocar el artefacto que tengo alrededor de él. Su abrazo me da calidez y, por alguna razón, mi corazón se agranda y siento ganas de llorar. Parpadeo para contener las lágrimas a la vez que pongo mis manos a cada lado de su cintura.

- ¡Lo siento, lo siento, lo siento! - repite una y otra vez llorando a moco tendido - ¡Perdóname por favor!

Peino sus cabellos azabaches con mis dedos lentamente, pues aún me siento débil. Dejo que se desahogue y llore a su gusto. Cuando se separa de mi sorbiéndoce la nariz puedo detallar sus ojos, grises como una nube de tormenta tildando al blanco, me miraba con una culpa que no pude entender.

- Lo siento tanto Azul, - repite otra vez - esto es mi culpa.

Me mira atentamente esperando mi respuesta, pero es que no tengo ni idea de que decirle.

- Se que estás enfadada, - dice mirando la sábana blanca de la camilla mientras juega con un trozo de ella entre sus dedos índice - y estás en todo tu derecho. Por eso quiero que sepas que me arrepiento. No tengo excusa. Lo siento.

Sus disculpas me marean, porque no tengo ni la menor idea de por qué se disculpa. Levanta un poco la mirada y me mira con sus ojos tímidamente.

- ¿No vas a decir nada?

- Yo... yo no... - intento hablar pero mi lengua parece de trapo - No te conozco.

Ella me mira con los ojos muy abiertos, sin dar crédito a lo que digo.

- ¿Qué?

Vuelvo a repetir

- No sé... quién eres.

Continuará...

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