CAPÍTULO SIETE:
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"Amigas"~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Me desperté con un sobresalto. Respiraba con normalidad pero el corazón me latía a mil por hora. Me senté en la camilla y estiré mi brazo para tomar el álbum que había dejado anteriormente en el mueble del lado derecho. Pasé las páginas a toda velocidad hasta detenerme en la que buscaba.
Ahí estaba. Una grande y pintoresca casa de campo tan blanca como la nieve, y un techo tan rojo como los pétalos de una rosa. Estaba justo en el centro de la foto, con el cielo azul y el verde prado como marcos y, delante de ella, estábamos nosotros.
Mis padres estaban de pie uno al lado del otro. Mamá llevaba un vestido rosa pastel y unos zapatos de tacón bajo blancos, mientras papá tenía puestos unos desgastados vaqueros y una camiseta a cuadros. No se podían ver sus zapatos. Yo me encontraba en sus brazos con un vestido como el de mi madre, con dos coletas a ambos lados de mi cabeza que eran sostenidas por lazos. Ari estaba en los brazos de mamá. Tenía un vestido como el mío, solo que su cabello estaba suelto con una bonita diadema color blanco.
Pasé mis ojos por la foto varias veces. La casa, el prado, los arbustos, el bosque de fondo... No sé qué es lo que estaba buscando ni porqué creía que estaba allí, solo seguí mirando esa fotografía como si tuviera la respuesta a una pregunta que ni yo misma sabía formular en mi cabeza. Cuando por fin me cansé y me dí cuenta que esa búsqueda no tenía ningún sentido, cerré el album con un suspiro y lo dejé donde estaba antes.
La puerta se abrió pero no le presté atención, son las siete de la tarde así que seguramente sea la enfermera con la cena. Escuché como dejaba la bandeja sobre la mesita de noche con una suavidad extrema, como si no quisiera que me diese cuenta de su presencia. Miré mis manos entrelazadas sobre mi regazo cubierto por las sábanas blancas, perdida en mis pensamientos.
¿Qué estaba buscando en la foto? ¿Alguna mota de pelaje blanco? ¿Y qué era? ¿Sería de verdad un conejo? ¿O tal vez otro animal? ¿Por qué pensé que en esa foto podría estar la respuesta? ¿Quizás porque es la única foto donde aparece la casa?
Solté un suspiro cansado ante tantas preguntas confusas a las que no les puedo hayar una respuesta lógica. Decidí mejor dejarlas de lado por ahora y comer lo que me trajeron de cenar. Sin embargo me dí un pequeño susto al voltearme y encontrar a la enfermera todavía allí de pie. Mis ojos estaban bien abiertos observándola.
—¿Leilany?
La miré completamente sorprendida. Sus manos estaban juntas delante de su cuerpo, su cabeza que antes estaba agachada la levantó para mirarme cuando la llamé, pero rápidamente la volvió a bajar.
—¿Leilany?— lo volví a intentar, pero esta vez no me miró —
Jugaba con los dedos de sus manos entrelazados. Movía su boca balbuceando cosas confusas que no podía escuchar.
—Yo... eh... yo... Rayan... lo siento... osea... Rayan... él no quiso... es que-
—¿Es tu hermano?
—¿Eh?
La miré con seriedad.
—Tu hermano, Leilany... la persona que se dirigía hacia mi de forma burlona y que de un día para el otro cambió drásticamente... ¿Es él? ¿Es Rayan?
Bajó la mirada con aparente vergüenza. Volvió a jugar con sus dedos frotándolos entre sí. Después de un par de minutos posó nuevamente sus grises ojos sobre mí.
—Si.
Sé que fue una pregunta estúpida, él dijo su apellido antes de irse, pero sentía la necesidad de confirmarlo.
Leilany me observaba con ojos cautelosos, esperando una reacción de mi parte, y por lo que supongo, una mala reacción. Yo la miré en silencio, y observándola así, temerosa y arrepentida, me recordó a la primera vez que la ví cuando desperté del coma hace dos semanas y empezó a pedirme disculpas atropellando las palabras. Disculpas que, aún su razón es un misterio para mí.
Suspiré.
—No estoy molesta contigo. Así que ya puedes respirar.
Al momento que dije eso mi amiga expulsó el aire que estaba conteniendo. Sus músculos se relajaron notoriamente.
—¿Ah no?
Negué con la cabeza.
—Pero... ¿Por qué te alteraste tanto cuando lo viste aquí?
Entonces por primera vez desde que la conozco, la vi dudar.
—Bueno es que... él... ustedes dos-
—Leilany.
Ella suspiró con pesadez. Caminó hasta mí y se sentó en la camilla al lado de mis muslos. Su expresión era derrotada.
—Mi hermano siempre ha sido alguien impulsivo y mandatario. Le gustaba dominar y ser obedecido... y cuando lo enfrentaban actuaba de la peor forma.
Yo escuchaba atentamente todo lo que me decía dándome cuenta que de todas las personas de mi pasado con las que he interactuado, Rayan es al que menos conozco.
—Tú siempre fuiste alegre e imperativa. No te gustaba seguir las reglas de nadie y menos las de él, por supuesto eso a mi hermano nunca le gustó. Siempre tenían fuertes enfrentamientos en el que a ninguno le gustaba perder... y cada vez que lo hacías enojar... él siempre halló una forma de descobrarcela
》》Tú claro que no te dejabas pisotear. Al principio eran bromas inofensivas, pero poco a poco se fueron volviendo en algo más grande y más... violento. Los afectó a ambos por igual y decidieron hacer una tregua de paz. Por eso me asusté cuando lo ví aquí, pensé... que podría tener una reacción negativa en ti.
Y la tuvo.
—¿Y por qué me evitaste por casi una semana?
Mojó su labio inferior con la lengua.
—Pensé que estabas molesta.
—¿Por qué?
—Te ví tan débil cuando entré a la habitación, y con Rayan aquí, pensé que te había hecho algo malo.
No me mira a los ojos cuando me dice eso. Yo arrugo mi ceño al sentir que algo iba mal pero decidí dejarlo pasar.
—¿Y?— le pregunto, porque sigo sin entender —
— Y — hace una pausa — creí, creí que me echarías la culpa y entonces-
— Oh Leilany — me acerqué a ella y la abracé — tú no tienes la culpa de lo que él haga y nunca te culparía tampoco.
Estuvimos abrazadas un rato, hasta que se separó y me miró con una sonrisa.
— El doctor me dijo que no has estado yendo a tus ejercicios. Eso no está bien Azul. — me riñe comicamente —
— Si tú no eras la que me llevaba yo no quería ir.
— Aww. Basta me harás llorar.
Reímos y charlamos juntas hasta que fue hora de dormir. Me arropé bajo las sábanas y miré el cielo estrellado a través de la ventana. Bien empieza lo que bien acaba y mañana presiento que será igual.
Por fortuna o desgracia, no soy conocida por tener predicciones acertadas.
Continuará...
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Amnesia
Werewolf- ¿No vas a decir nada? - Yo... yo no... - intento hablar pero mi lengua parece de trapo - No te conozco. Ella me mira con los ojos muy abiertos, sin dar crédito a lo que digo. - ¿Qué? Vuelvo a repetir - No sé... quién eres. Pero aunque tu mente n...