Cap 9

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CAPÍTULO NUEVE:
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"¿Un novio?"

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— Eso es. Con cuidado. — dice mi padre—

Le hago caso y, con cuidado, dejo apoyar mi peso sobre las muletas y me balanceo despacio hacia delante. Puedo sentir el pasto del jardín bajo mis pies descalzos. Es agradable.

— ¿Lo hice bien?

— ¡Lo hiciste perfecto, esa es mi niña!

Hago una pequeña celebración y me siento como una niña de diez años que acaba de aprender a montar en bicicleta sin ayuda de sus padres y es felicitada por eso, me hace sentir avergonzada de mi comportamiento a mis 22 años pero no puedo evitarlo. Supongo que es un efecto de no recordar tu infancia.

Seguí practicando un rato más hasta que oímos el grito de mamá desde la cocina.

— ¡Cariño, Lisa, a comer!

Pasta. Enrollé un poco en el tenedor y me lo llevé a la boca. Mastiqué y saboreé lentamente. Luego cogí otro poco y lo metí en mi boca. Luego otro poco. Y otro.

— ¡Está riquísimo!

— ¡Qué alivio! — miré a mi mamá cuando dijo eso — Solía ser tu favorito antes. Me alegra saber que lo sigue siendo.

Asentí efusiva y seguí comiendo como si fuera la última vez.

— Princesa. Tienes un poco de salsa en...

Mi padre señaló un costa de su boca y pasé mis dedos por ahí. En efecto tenía algunas gotas de salsa. Le agradecí y continúe con mi labor.

Ha pasado una semana desde que aquel extraño fue al hospital. Los recuerdos de lo que pasó llegan a mi cabeza como un flash back. No acabó muy bien.

●•●

Sentí los nervios y el miedo a flor de piel. Leilany y su hermano estaban a un par de metros de mí, bajo muchos pedazos de cristales. Quise ayudarlos pero no podía moverme. No sentía mis manos ni mi cuerpo en general. Ni siquiera podía hablar. La puerta se abrió de un portazo.

— ¡¿Qué cojones pasa aquí?!

El doctor Johnson junto a un par de guardias de seguridad y algunas enfermeras entraron al lugar. Casi al instante vi a Rayan ponerse de pie a una velocidad impresionante y correr hacia el balcón donde desapareció ese hombre.

No pensé que lo haría pero poco fue el tiempo que tuve para pensarlo, razonarlo y descartarlo en cuanto me di cuenta de sus intenciones.

Saltó.

— ¡RAYAN!

Grité desesperada. Era una altura de cuatro pisos en total. Ni él ni el otro hombre podrían salir ilesos de un salto a esa altura. Era prácticamente un suicidio. Sin darme cuenta lágrimas empezaron a salir de mis ojos.

— ¡Maldito idiota! Ustedes vallan tras él.

— ¿Lisa?

Apenas escuché la puerta cerrarse cuando los guardias salieron a cumplir la orden que les había dado Johnson. Ni siquiera me percaté del instante en que Leilany había llegado a mi lado.

— ¿Qué cojones pasó?

Esteban Gray estuvo aquí. ¡Lisa reacciona!

— ¡Mierda!

Ni siquiera escuchar al doctor Johnson decir palabrotas, algo muy raro en él, conseguía hacerme reaccionar.

— Azul ya pasó. Estoy aquí. Estoy aquí, estás a salvo. Ya pasó.

— ¿A dónde coño fue Rayan?

— ¡¿Quieres callarte de una vez?! ¡Allison está mal!

Mis manos temblaban, sentía mi corazón latir a mil por hora, mi respiración era irregular y las lágrimas no dejaban salir de mis ojos. Sabía que debía tener la cara de una persona que acababa de ver un fantasma, uno muy feo y repugnante.

Pero no me importaba. Todo lo que podía pensar era en el estúpido que había saltado de un cuarto piso detrás de otro ejemplo de falta de cerebro. Esperaba que en cualquier momento apareciera uno de los guardias por la puerta pidiendo ayuda para traer a dos hombres heridos con la cabeza abierta, las costillas rotas, llenos de sangre, sin vida...

Mi estado solo empeoró.

— ¡Maldita sea Azul respira!

— ¡Sedenla!

Aspiraba grandes bocanadas de aire por la boca, desesperada por llevar un poco de oxígeno a mis pulmones. Con mis temblorosas manos estrujé con fuerza la tela de la bata de hospital y las presioné en un puño contra mi pecho, tratando de apaciguar las constantes y dolorosas punzadas que comenzaba a sentir.

Luego sentí un pinchaso en mi hombro y todo quedó oscuro.

●•●

Al despertar me encontraba más tranquila por el efecto de los sedantes en mi cuerpo. Un par de días después de eso me dieron el alta y pude volver a mi casa. No he visto ni he sabido nada de Rayan ni del tal Esteban desde entonces. Cuando le pregunté a Leilany dijo que su hermano estaba bien pero que Esteban logró escapar, sin embargo eso no era suficiente para mí. Necesitaba saber concretamente su estado. Tenía que verlo y cerciorarme si estaba completamente bien, si tenía alguna herida leve, una pierna rota o se encontraba en coma. Necesitaba verlo con urgencia para estar tranquila, pero Leilany no me dejaba y tampoco me decía nada sobre su estado.

Sentía que iba a explotar si alguien no me decía algo pronto.

— ¿Azul estás bien?

Miré a mis padres quienes me veían preocupados. Sonreí.

— Estoy bien. Tranquilos.

Ellos sonrieron.

— La verdad nos sorprendió que quisieras venir a casa. Nos sentimos preocupados de que te hallas acostumbrado a estar con tu novio y te sientas incómoda estando aquí.

— ¿Novio? ¿Qué novio?

Mi madre arrugó su ceño como si acabara de decir algo desagradable para ella. Mi padre la miró de forma reprobatoria y mi madre cambió su mirada a una arrepentida.

Entonces me di cuenta que para ellos, mi madre había metido la pata.

Continuará...

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