Cap 10

10 1 0
                                    

CAPÍTULO DIEZ:
•                                                               •
"Tercer recuerdo"

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

— Mamá contesta. ¿Por qué no querría estar aquí? ¿Y de qué novio hablan?

Ambos callaron sin querer decirme nada. Continuaron comiendo decidiendo ignorar mi insistencia y, derrotada, los imité.

Al terminar, papá me cargó hasta la habitación mientras mamá lavaba los platos. Cuando me arropó en la cama lo miré con acusación.

— ¿Por qué me evitan?

— ¿De qué hablas cielo?

— Perdí los recuerdos, no la inteligencia. Así que dime, ¿Por qué esquivaron mi pregunta?

Suspiró.

— Lo siento princesa, pero ese es un tema que no nos corresponde contar a nosotros.

Sacudió mi pelo cariñosamente y le interrogué frustrada.

— ¿Osea que tengo que esperar a recordar para saber quien es mi supuesto novio?

— O que él mismo se te acerque y te lo diga.

— Ajá. Y si tengo novio, ¿Cómo es que no fue a visitarme al hospital o ha venido a mi casa?

— No lo sé cielo. A decir verdad tu madre y yo tampoco lo hemos visto. Es un buen chico, ya aparecerá.

— Si no ha aparecido hasta ahora, quizá no sea tan buen chico. — murmuré —

— No digas eso. Cuando tuviste el accidente él era el más preocupado de todos.

A pesar de sus palabras no me siento muy convencida, pero lo dejé estar por hoy. Dirigí mis ojos a la mesita de noche donde estaba un portarretratos con una foto de nosotros tres. Una duda vino a mi mente y lo detuve antes de que se fuera.

— Papá. — él se volteó hacia mi —

— Dime.

— ¿Dónde está Ari?

Mi padre me miró sorprendido. Caminó hasta mí y se sentó en la cama antes de hablar.

— ¿Te acuerdas de ella?

— Soñé con ella hace algunos días. Me extrañó no ver ninguna foto suya en el álbum familiar.

— Tu hermana Arlene está estudiando administración de empresas en otro estado, ella se quedó contigo muchas veces cuando estabas en coma y tuvo que marcharse unos días antes de que despertaras. Aún no le hemos avisado, por eso no ha podido venir.

》Con respecto a las fotos, tu hermana las metió todas en un álbum propio para llevárselas a la universidad. Dijo que quería tener algo de nosotros con ella. Solo dejó una en el álbum familiar.

Supuse que se refería a la de nuestro primer verano en la casa de mis recuerdos.

— Bueno, dejaré que descanses. — besó mi frente — Hasta mañana cielo.

Una vez me dejó sola en mi cuarto no pude evitar sonreír. Desde que desperté mi padre siempre ha estado pendiente de mí, comprándome las golosinas que más me gustan y procurando que no me haga daño. Es tan bueno.

Cerré mis ojos preguntándome si alguna vez he tenido algún desacuerdo con él.

●•●

— ¿Por qué no puedo ir al bosque?

Papá me mira con semblante cansado.

— Allison, ya te he explicado que el bosque no es seguro.

No iré lejos, lo prometo.

— Ya he dicho que no.

— Pero...

— Allison.

Papá me miraba con regaño y no me quedó otro remedio que asentir. Estaba molesta. Molesta con papá por no entenderme. Molesta con mamá por estar de su lado. Molesta con mi hermana por no apoyarme. Aunque no podía culparla del todo, Ari tenía solo cinco años, muy joven para entender mi deseo de ir al bosque.

Pero no podía evitarlo. Desde que vinimos por primera vez a esta casa hace cuatro años cada verano lo pasamos aquí, y cada verano siento la misma atracción por ver ese bosque como la primera vez que lo ví.

¿Qué había de malo en ir? Solo quería explorar un poco y después volvería, eso era todo. Con ocho años era una niña muy curiosa y en ocasiones metiche. Miré otra vez ese oscuro y misterioso bosque, que cada vez que lo veía era como si estuviera gritando mi nombre para acercarme. Me puse de pie.

Un vistazo. Solo sería un vistazo y después volvería.

¿Qué daño podría hacer?

Miré alrededor. Papá estaba preparando la parrillada de espaldas a mi y mamá y Ari se encontraban dentro de la casa. Nadie miraba lo que hacía. Era mi oportunidad.

Con sigilo, fui acercándome cada vez más  al bosque. Y más. Y más. Cuando estaba apunto de adentrarme en él, vi algo moverse detrás de un arbusto. Me senté sobre mis pies en el suelo para ver mejor y unos ojos blancos resaltaron entre las hojas verdes.

¿Blanco? No, eran un poco más oscuro que eso. ¿Grises tal vez? Si, eso eran. Grises. Brillantes ojos grises. Hermosos ojos grises.

¿Quién era? ¿Qué era? No era un hombre como papá, ni una mujer como mamá. Tampoco era un niño como yo o Ari. ¿Entonces quién? ¿O qué?

De un momento a otro, esos ojos se cerraron y se perdieron entre las hojas.

— ¡Espera!

Estaba a punto de seguirlo cuando un osico de perro salió del arbusto. Era grande. Muy grande de color blanco, a pesar de no haber salido completamente era algo que se notaba. Toqué su mojada nariz con la punta del dedo índice y se movió de forma graciosa.

Me reí.

Empecé a acariciarlo con mi mano, notando lo muy pequeña que era en comparación con ese enorme osico. El perro abrió su boca y toqué sus colmillos. Eran igual de grandes y puntiagudos. Mojó mis manos a la vez con un simple lengüetazo. Lo repitió varias veces.

Me reí más fuerte. Me sentía contenta.

— ¡Allison!

Me volteé hacia papá que venía molesto hacia mí. Hice una mueca al ver que no me iba a librar del regaño.

Cuando volví mi vista al arbusto, el perro ya se había ido.

●•●

Continuará...

Amnesia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora