𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 25

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Camila está apoyada en 4 patas en la cama, muerde los labios mientras reprime como Jonathan la penetra una y otra vez, la sujeta de la cintura y arremete con fuerza. La mujer disfruta de las sensaciones placenteras que le está haciendo sentir las embestidas salvajes de su hombre. 

-Ahhh, ahhh. -Entregada a la lujuria. 

-Ay lo bien que me haces sentir gatita. -Sonríe. -Ohmm. 

Jonathan gruñe con fuerza y sale de ella antes que llegue al orgasmo, volviéndola loca. Camila queda boca arriba y este separa sus piernas para ponerse en medio, penetrándola con suavidad. 

El boxeador la mira con tanta excitación, sintiendo como las uñas de la mujer que ama se entierran en su espalda. Perdió la cuenta de cuantos orgasmos le dio y quiere hacerla gritar. Se mueve con rapidez, sin darle tiempo a respirar y siente como las paredes vaginales aprietan su pene. 

-Eres mía gatita. -Gruñe y no para de penetrarla. -Mia, mía. 

Ella sonríe mientras cierra los ojos y arquea su espalda. Asintiendo al estar encantada que la reclame como suya. Los brazos anchos de Jonathan envuelven el cuerpo de Camila. El boxeador está en el cielo, disfrutando de los gemidos excitantes de su mujer. Se mueve una y otra vez sin querer detenerse. 

Jonathan utiliza su boca para chupar de sus senos y ella jadea de dolor. 

- ¿Qué pasa gatita? -Asustado. -Estás bien. 

-Si, sí. -Gime. -No pares ahora papi. 

Ella lo toma del pelo, tirando con suavidad y hace que su hombre siga con las embestidas.

Las uñas se entierran en la espalda ancha de Jonathan y su cuerpo colapsa, su pelvis tiembla sin poder controlarse y el boxeador se viene dentro. 

El hombre se queda encima de Camila, ambos sintiendo como sus corazones golpean con fuerza y Jonathan jadea por aire. 

-Te amo tanto. -Jadeando. -Te amo con toda mi alma, gatita. 

Sus ojos oscuros están llenos de amor, mirando a la mujer que se robo su corazón. La besa con ternura y ella envuelve el cuello con sus brazos. Las lenguas se entrelazan entre sí, el beso fue tan glorioso que Jonathan no quiere dejar de besarla. Se acuesta en su lado de la cama y se queda mirándola, se sienta en la cama y la atrae a su cuerpo. 

-Necesito que hablemos. 

- ¿De qué?

-Necesito decirte la verdad. -Serio y toma su mano. -No quiero ocultarte más las cosas y explicarte porque fui tan desgraciado. 

Ella lo mira en silencio y acaricia su mano. 

Y Jonathan le conto todo de Jennifer, sacándose así un gran peso de encima. Pudo decirlo sin sentirse mal, solo se abrió a Camila y ella se sintió tan mal, ahora sabe porque se comporto así y algo la lleno de dudas. 

-No puedo creer que existan personas así. 

-Ahora ya no me importa, mi amor. Ya no tengo odio en mi alma, solo tengo amor, el amor que tu me diste y cada vez que te veo me derrito, me doy cuenta que tu eres la mujer de mi vida y sigo sintiéndome tan mal de haberte tratado así. 

Ella niega enseguida y lo abraza. 

-Ya paso. -Sonríe. -Me amas y eso es lo más preciado para mí. Nos amamos y ya no hay nada que nos separe. 

-Casi te pierdo por mi estupidez. -La toma del rostro con suavidad. -En ese tiempo que me reprimía de decir lo que sentía solo te lastimaba... y no tenias la culpa. 

Camila lo besa enseguida, borrando así sus malos recuerdos y se sonríen mutuamente. 

-Te amo Jonathan, ya no pienses en el pasado, no quiero que te sigas lastimando.

Los ojos del boxeador brillan llenos de amor, acaricia su largo cabello y la lleva a su pecho, está ansioso de contarle la sorpresa pero quiere seguir esperando para mostrarle todo. 

-Mi amor, quisiera preguntarte algo.

-Si gatita. 

Se acuestan en la cama y ella mantiene la cabeza en su pecho. 

- ¿Sigues pensando en tener hijos?

Esa pregunta la mantuvo en su mente desde que Jonathan le conto todo y su corazón pende de un hilo porque si el quiere hijos, sabe que está mayor para poder tener uno. 

- ¿Por qué esa pregunta?

-Porque no puedo dártelos. -Triste. 

Ve como ella baja la cabeza y niega, a pesar que a Jonathan le gustaría ser padre, no le importa. Su única felicidad es Camila, con o sin hijos. Ella mueve la cabeza para que su novia no la vea así. 

-Ey, ¿Por qué te pones así gatita? -La toma de la barbilla. -Mírame mi amor. 

La mujer se le están empezando a acumular lagrimas en los ojos y el boxeador empieza a mimarla. 

-En primer lugar, usted sigue teniendo su periodo pero aún así, aunque no me puedas dar hijos igual voy a amarte como un loco. -Besa su cabeza y baja a sus labios. -No quiero que dudes de esas cosas. 

-Solo...

Ella no se siente tan segura, últimamente su periodo es bastante irregular en estos últimos meses, sabiendo que se está acercando a la menopausia y eso la destroza.

-Solo nada. -Aprieta las mejillas con sus manos. -No quiero que te pongas triste con eso, no me importa eso y si quieres hijos, cuando estemos seguros podemos adoptar.

Los ojos verdes de Camila se mantienen estáticos hasta que se asoma una sonrisa. 

- ¿Lo dices en serio?

-Lo juro, mi amor. -Sonríe. -Ya no estés triste que me hace mal verte así. 

Empieza a hacerle cosquillas, arrancándole risas desde lo más profundo de su garganta y ella empieza a gritar. 

-Basta. -Se ríe.

-No hasta que desaparezca esas lagrimas de tus ojos. 

Ambos se ríen y ella se mueve en la cama para hacerle lo mismo, iniciando un juego de cosquillas hasta que Jonathan la inmoviliza y la besa con ferocidad. Se separa para mirarla y se queda encantado al verla tan sonriente. 

Besa su cabeza y se queda quieto encima de ella.

En la madrugada, Jonathan está despierto, mirando la maravillosa imagen de su mujer completamente desnuda, reposando pegada a su cuerpo. Su respiración es lenta y tranquila. El joven la contempla con una sonrisa y acaricia su espalda, ella se despierta y ve que la está mirando en silencio. 

- ¿Hace cuánto que estás despierto?

-Nunca me dormí, te estaba mirando. 

Empieza a reírse al verlo así, su corazón se derrite al verlo tan tierno y entierra el rostro en su pecho.

- ¿Acaso no tienes sueño?

- ¿Cómo voy a dormir si tengo una belleza al lado?

Las mejillas de la mujer se ponen coloradas y Jonathan la protege con sus brazos.

Devorame otra vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora