Capítulo 18

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Gone, Gone, Gone - Phillip Phillips

—Hagamos una pijamada. —Le digo a Erick una vez levanto la cabeza de su regazo, estábamos en su habitación.

—¿Qué? —Inquiere confundido.

—Vamos a hacer una pijamada, te puedo hacer mascarillas en tu preciosa carita. — le digo apretando sus mejillas.

—Está bien, dime un día. — me regala una de sus más preciosas sonrisas.
No me canso de mirarlo.

—¿Puedes hoy?

—Para ti siempre puedo, a parte, es domingo y mañana te puedo llevar a la universidad.

—Vale, entonces nos vemos en la noche.

— Emocionada tomo mis cosas y camino hacia la puerta.

—¿Ya te vas? —Me mira fingiendo un puchero.

—Si, tengo que comprar unas cosas.

—¿Cómo qué?

—Tengo una idea, te voy a pasar por WhatsApp una lista de cosas y yo te voy a dar las que me recuerden a ti y viceversa.

—Wow, pero que creativa eres, Clairy. —Dice lo último con aire de burla.

—Lo vi en un video. También podemos grabarlo.

—Claro. — Se levanta del sofá y corre hacia mí, toma mis mejillas y me da un beso dulce. —Nos vemos, novia.

—Nos vemos, novio. — me despido entre risas mientras salgo de su apartamento.
Nunca me cansaría de la dulzura con la que me trata Erick, es simplemente inexplicable lo feliz que me hace y lo cómoda que me siento con él.

La mayoría de veces, siempre pienso en el final, como van a terminar las cosas o como algo malo puede pasar… solo que con Erick no siento eso, es como si hubiera un “para siempre” para nosotros.

Entro al ascensor y no voy hacia mi apartamento, sino que voy directamente a la tienda. Paseo por los pasillos y tomo todas las cosas que quiero darle a Erick, me detengo cuando veo una sección en la que se encuentran varios balones de diferentes deportes.

Tomo uno y sonrío al pensar en lo que podría convertir esto, camino hasta la caja para pagar lo que tomé y la chica empieza a deslizar todos los productos.

—¿Claire? —escucho una voz masculina.

Una que solía conocer muy bien.

Sentí como se tensaban los músculos de mi cuello cuando giré sobre mis pies.

—Justin. — digo detenidamente mientras el se acerca para abrazarme.

Seguía igual que hace dos años, un chicho alto, con buena musculatura, pecas y ojos grises con un toque de azul.

No fue un abrazo especialmente cómodo.

—Gracias por su compra. —Me saca de mis ensoñasiones la chica que me estaba atendiendo.

—Gracias a ti. —respondo amablemente tomando la bolsa que me extiende.

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