CAPÍTULO VI

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Ahora: Dylan.

Estoy volviéndome loco, pues acabo de tener una de las peores pesadillas de mi vida, de esas en donde sueñas con seres queridos que han fallecido, una mezcla de terror y melancolía. En aquella pesadilla pude ver a Margaret vestida de blanco, no exactamente con su vestido de bodas, más bien con algo más informal, vestido blanco de encaje para ser exactos. Se encontraba frente a mi en una vieja mecedora, sin expresión en su rostro, tan solo lágrimas de sangre que resbalan por sus pálidas mejillas. Rodeados de un ambiente sombrío y escalofriante, como si nos encontráramos en el centro de una profunda oscuridad.

Sin embargo, lo extraño surgió cuando Margaret me sugirió ayudar a Lucas, con voz agonizante y cabizbaja rogó por ayuda. Levanté su rostro con mis manos y vaya sorpresa me llevé al ver sus ojos vacíos, un oscuro profundo del que solo brotaban lágrimas de sangre. Intenté preguntarle qué es lo que ocurría ¿Por qué debería ayuda a Lucas? Solo tomó mis manos entre las suyas antes que su cuerpo se convirtiera en tierra.

Es la primera vez que me siento tan intrigado por una pesadilla, es extraño que algo como eso haya despertado un gran interés en mí. No obstante, siento la curiosidad de averiguarlo, así que habrá un pequeño cambio en el orden de las visitas, una persona ajena a la lista de los próximos interrogados. Vi a esa mujer el día del funeral, por lo que puedo acceder a la lista de los que asistieron y hallar su número telefónico.

¿Hola? ¿Con quién tengo el gusto? —contestó aquella mujer.

—Saludos, mi nombre es Dylan Fuentes, hermano de la difunta Margaret Fuentes, y usted es la Señora Carmen, madre de Lucas ¿Estoy en lo correcto?­­—me presenté correctamente y pregunté si es con quien quiero comunicarme.

—Oh, es usted el cuñado de Lucas, mucho gusto en saludarle, joven, dígame ¿Le sucedió algo a mi hijo? —preguntó algo preocupada.

—Su hijo se encuentra bien, sin embargo, existe un problema que ha golpeado a la familia, por lo que estoy recopilando información y me encantaría realizarle unas cuantas preguntas, de paso le explico todo lo que está aconteciendo, en ese caso ¿Está dispuesta a colaborar conmigo, señora Carmen? —pregunté.

—Por supuesto, puedo recibirlo en mi domicilio a la hora que guste, sin embargo, tengo una pregunta antes de concretar ¿Por qué me interrogará a mí? —me preguntó.

—Tenía pensado reservar esta parte de la historia para después, pero debido a su inquietud, es necesario que le revele este detalle, la tumba de Margaret ha sido saqueada, y por ende su cadáver ha desaparecido—expliqué.

—¡Ay, Dios mío! Esto no puede estar pasando ¿Lucas ya se enteró de esto? ¿Cómo reaccionó ante tal noticia? —Doña Carmen preguntó muy angustiada.

—En efecto, Lucas fue uno de los primeros en enterarse, y al igual que usted le costó digerir lo que está ocurriendo, de hecho, es imposible asimilar lo ocurrido para cualquier miembro de la familia. Así que decidí tomar el caso y empezar por ahí, por sus seres más queridos, tengo la sospecha que alguien muy cercano a ella podría estar involucrado­—respondí.

—En ese caso, joven Dylan, lo recibiré con mucho gusto en mi casa, cuente conmigo para lo que necesite, de verdad me apena mucho saber que algo así pueda estar pasando, y más cuando pienso en Lucas, no me imagino lo devastado que podría estar ahora—añadió Doña Carmen con un tono de voz bastante melancólico.

Por ahora es necesario que mantenga la calma, señora Carmen, encontraré al culpable de tan enfermizo acto y lo juzgaré como es debido, así que será necesario la colaboración de todos en este caso­—afirmé.

Al finalizar la llamada me dirigí hacia la cocina por un vaso con agua, una extraña sensación de inquietud recorre mi cuerpo, como si un sexto sentido tratara de advertirme o protegerme de algo o alguien. Por primera vez en mi vida me sentía tan asechado, pero podría ser peor, así que si alguien ahí afuera quiere jugar al ratón y al gato estoy listo para ser el depredador.

EL CADÁVER DE MARGARETDonde viven las historias. Descúbrelo ahora