Al día siguiente: Lucas.
Hoy amanecí con menos energía y la vista perdida en el tejado, siento los labios secos con un ligero sabor a hierro ¿Por qué me está costando tanto respirar? Cierto, acabo de recordarlo, ayer por la noche vomité sangre ¿Seguro que no fue un sueño? Lo dudo mucho, hay suficiente evidencia como para ignorar algo así, manchas de sangre en el suelo y en mi ropa, acompañado del sabor salado característico de la misma.
Parezco un zombi desorientado e inútil, a duras penas puedo sostenerme de pie, sin contar los insoportables dolores de cabeza, maldición ¿Habré adquirido algún tipo de enfermedad? Eso es ridículo, no he hecho nada más que cuidar a Margaret, por lo que no he tenido la necesidad de salir estos días, sin embargo, es necesario que asista a un médico a pesar de las consecuencias que esto conlleve.
—Vaya ¿Me has traído el desayuno a la cama? Que, considerado, Lucas—dijo Dylan entre risas y con voz apagada.
—Te lo advierto, Dylan, un comentario más de esos y lo que introduciré en tus venas no será sedante, sino más bien veneno para ratas ¿Entendido? —pregunté.
—Espera ¿Para que es el sedante? —Dylan se encuentra confundido.
—Estaré ausente unas horas, así que no quiero arriesgarme a dejarte despierto, ya sabes, podrías encontrar alguna forma de escapar y eso significaría mi fin—expliqué.
—Ya veo, así que es por eso que te ves de carajo ¿Estás enfermo verdad? —preguntó Dylan.
—Me temo que ya fueron suficientes preguntas por hoy—añadí.
Solo no vayas a tardar eh, recuerda volver temprano para el almuerzo, Lucas—mencionó entre risas. Sin embargo, eso es lo último que dirá por ahora, ya que al aplicar el sedante solo será cuestión de segundos para que duerma profundamente.
El tiempo transcurre y el silencio es bastante aterrador en el hospital, veo mucha gente enferma a mi alrededor, algunas parecen estar en sus últimos minutos de vida, sin embargo, ese no es mi caso, dentro de poco seré atendido y mi diagnostico no será nada más que algo leve, al menos eso quiero creer—¡Santos cielos! No aguanto más el dolor al estómago ¿Podrían darse prisa? Siento como si algo o alguien quiera salir de mi —expresé con extremo dolor. Por lo que fui trasladado de inmediato a emergencias.
—Señor Lucas, hemos realizado varios estudios en usted y todos coinciden con el mismo resultado, créame que me es imposible asimilar lo que mis ojos vieron en esos análisis, así que seré breve y sincero con usted—comentó el doctor.
—Doctor ¿Mis días están contados no es así? —pregunté y observé la expresión atónita del médico.
—En efecto, señor Lucas, hemos detectado en usted una infección bacteriana llamada fascitis necrosante, esta se ha propagado por todo su cuerpo de forma muy rápida, reduciendo su vida a días—explicó el doctor.
La espantosa noticia me congeló la sangre, no puedo creer que esto esté ocurriendo, no obstante, este sentimiento de temor se ve acompañado con la alegría, ya que pronto podré reencontrarme con Margaret—¿Escuchaste eso, cariño? Pronto nos volveremos a ver—lo pensé y sonreí con una lágrima en la mejilla.
—Con respecto a todo esto, señor Lucas, hay una pregunta que me gustaría hacerle, y es muy importante con respecto a su enfermedad—añadió el doctor.
—Adelante, puede preguntarme lo que quiera, de todas formas, no creo que me importe—respondí.
—En ese caso ¿Usted trabaja en alguna funeraria o en la morgue? —preguntó el doctor con algo de temor en su tono de voz.
—¿A que viene esa pregunta, doctor? No estoy entiendo nada—contesté.
—Es muy sencillo, pues la fascitis necrosante es una bacteria que se detecta muy frecuente en aquellos que practican la necrofilia ¿Entiendes a donde quiero llegar? —el doctor explicó.
—Comprendo, así que fue por eso, nunca creí que podría llegar a ser tan peligroso, doctor—respondí.
—Así que si lo hiciste ¿Cómo es posible que hayas cometido tal acto bizarro sin medir las consecuencias? ¿Tienes idea de las enfermades que puede traer un cadáver? —preguntó el doctor muy exaltado, parece estar muy aterrado.
—En primer lugar, no se trata de cualquier cadáver, ya que esa persona fue muy especial en mi vida, hablo de mi difunta esposa Margaret, y como segundo y último punto, no me arrepiento de haber mantenido contacto sexual con ella—respondí estando seguro de mis palabras.
—Lucas ¿Estás escuchando lo que dices? Porque parece que estás muy mal de la cabeza, eso que hiciste fue muy imprudente, y por culpa de esa imprudencia tuya ahora solo constas con una semana de vida ¿Qué es lo que piensas hacer ahora? —el doctor está muy aterrado y sujeta fuertemente los resultados de mis análisis.
—¿Acaso no es obvio? Iré a casa con mi esposa y pasaré junto a ella mis últimos días, así que si me disculpa—tras decir eso último el doctor me sujetó con fuerza del brazo.
—Señor Lucas, dígame que no es cierto lo que escuché ¿De verdad tiene el cadáver de su esposa en casa? —sus ojos cargados de terror no dejaron de observarme en todo momento.
—¿Hay algún problema con eso, doctor? —pregunté y lo observé fijamente.
—Lo lamento mucho por usted, señor Lucas, pero, lo que usted está cometiendo es un crimen y debe ser reportado a las autoridades, para que...—bastó con que sonriera para darle a entender en la desventaja que se encuentra.
Cuando tomé la decisión de visitar a un médico, supe que estaría expuesto a una situación como esta, así que opté por visitar a un conocido. El doctor Alejandro es un profesional con una gran trayectoria, por lo que Margaret y yo siempre acudíamos a el con toda confianza, siempre con altas expectativas de un buen servicio. Todo esto me facilitó una cita médica segura y sin riesgos de ser descubierto, pero claro, siempre debe haber un plan de contingencia hasta para la persona en la que más confiamos.
Solo me bastó nombrar la dirección de su casa y el nombre de su esposa e hijos para dejarlo completamente atónito—¿Qué ha ocurrido, doctor? ¿Se le comieron la lengua los ratones? Adelante, continue con su palabreo—continúo riéndome en su cara aterrada.
—Supongo que no nos volveremos a ver ¿Verdad? —pregunté y abrí la puerta.
—Disfrute sus últimos días en casa, señor Lucas—respondió. Asentí y me marché del consultorio, tomé los analgésicos y salí del hospital para nunca más volver.
Me veo a través del espejo y observo en mi un ser miserable, un pobre diablo a quien la vida se le escapa como agua entre los dedos. Y a todo esto me pregunto ¿De verdad fui feliz? ¿Podré encontrarle sentido a la felicidad en una semana? Empiezo a creer que todo esto es inútil, sin embargo, si voy a morir, quiero que sea junto a mi amada.
PRÓXIMO CAPÍTULO: JUEVES 13 DE OCTUBRE DEL 2022.
ESTÁS LEYENDO
EL CADÁVER DE MARGARET
HororUn joven esposo llamado Lucas pierde la cordura ante el desgarrador desenlace de su esposa Margaret. Aferrado a la idea de no dejarla ir, Lucas se ve envuelto en una serie de sucesos aterradores e inquietantes que lo sumergen en la locura y la deses...