CAPÍTULO IX

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Ahora: Dylan.

Todo está muy oscuro y silencioso, por lo que me pregunto ¿Aun seguiré en casa de Lucas? Me temo que eso lo descubriré en cuanto me quiten esta sucia bolsa de mi cabeza. Carajo, como pude ser tan descuidado y caer en un truco tan estúpido ¿Qué demonio es esto que me está lastimando tanto? Se siente como un profundo corte acompañado de un fuerte ardor, por si fuera poco, también siento lo mismo en las piernas ¿Serán grilletes? Espera, tal vez pueda ser lo que me estoy imaginando, fuerte alambres de púas atados a mis pies y manos, desgarrándome la piel en todo momento.

—¡Sorpresa! Espero te guste el guisado de carne, Dylan—dijo Lucas tras retirar la bolsa de mi cabeza.

Sin embargo, mi mayor sorpresa no es verme atado de pies y manos, aquí lo que en verdad me sorprende y repudio, es lo enfermo que puede llegar a estar Lucas de la cabeza, ya que no soy el único invitado a esta cena del terror. Mi querida hermana Margaret se encuentra sentada frente a mis ojos, al otro extremo de la mesa y sobre una silla de ruedas, a diferencia de mí, ella no se encuentra atada de pies y manos.

—¿Qué sucede, Dylan? ¿No te gustó como peiné a Margaret? Ya sé, seguro estás pensando en el color de su vestido ¿Crees que no fue buena opción el color naranja? —hizo pregunta tras pregunta sobre cómo se veía Margaret.

—¡Silencio! No eres más que un maldito degenerado ¿Acaso no lo ves? Margaret está muerta, ella ya no está aquí, reacciona de una buena vez—expresé mi ira a todo pulmón.

—Dicen que una persona no muere hasta que se la olvida, y yo en lo personal, nunca olvidaré la gran mujer que es Margaret ¿No lo escuchas? Es el latir de mi corazón, se acelera frente a su presencia, mi amor hacia ella aún sigue, vive y arde como fuego arrasador—expresó entre sonrisas aterradoras.

—Juro por mi vida que no moriré aquí, saldré, y lo haré, porque cuando lo haga, yo personalmente me encargaré de hacerte sentir en el infierno—añadí.

—Bien, esa fue una muy buena línea, y si te soy sincero, tan solo un poco más de profundidad y me habrías logrado intimidar, aunque sea un poco, pero no te preocupes, la intención es lo que vale—comentó de manera sarcástica.

—Idiota, no te saldrás con la tuya—añadí con voz tenue. Estoy empezando a perder fuerzas, el cansancio, la escopolamina, los cortes en mis muñecas y tobillos, todos esos son factores para estar como estoy.

—¿Podrías bajarles un poco a los insultos? Nos encontramos en una cena familiar, ten un poco más de respeto ¿Entendido? —preguntó.

Me encantaría mandarlo al diablo una vez más, sin embargo, apenas tengo fuerzas para sostener la mirada. Hermana, te prometo que saldremos juntos de aquí, volverás a descansar al lugar indicado, lugar que irrumpió tu estúpido esposo para cumplir su capricho de no separarse de ti.

—¿Qué crees que estás haciendo? No puedes dormirte antes de probar mi deliciosa receta—comentó al mismo tiempo que desató mis manos.

—¿Qué es lo que pretendes ahora? —pregunto entre dientes.

—Es sencillo, he desatado tus manos para que puedas comer algo, solo eso, pero si no estás a gusto, puedo volver a atarte, y esta vez lo haré con mas fuerza, entonces ¿Vas a comer? —puedo ver la maldad en sus ojos, sin duda alguna este tipo podría arrancarme la mano de un tirón.

—Bien, voy a comer ¿Me ayudarías cortando un buen filete? —pregunté con total tranquilidad, a pesar de estar odiándolo por dentro.

Por supuesto, pero antes de eso, permíteme un momento, debo ir por el vino, lleva algunos meses guardado en la habitación del fondo, creo que es buen momento para disfrutarlo—dijo Lucas tras ponerse se pie.

EL CADÁVER DE MARGARETDonde viven las historias. Descúbrelo ahora