Las dos semanas siguientes transcurrieron con demasiada normalidad, para sorpresa de Jennie. En repetidas ocasiones me había preguntado si estaba bien, y aunque no lo estaba siempre afirmaba que sí. Me había propuesto dejar de revelar mis sentimientos, a pesar de que mi corazón se desbocara cada vez que aparecía frente a mí y mi cabeza no dejara de pensar en ella, cada noche, en el turno de Somi. Tan solo una vez no pude evitar decirle que tenía una sonrisa preciosa. Ese extraño distanciamiento que yo misma me había impuesto me estaba deprimiendo. No sabía cómo iba a ser capaz de vivir cuando saliera de allí y ya no pudiera verla todos los días. A mediados de enero mi madre regresó a su trabajo a tiempo parcial. Solía marcharse por las mañanas y regresaba para la hora de comer. Entonces fue cuando Jennie comenzó a visitarme. No estaba segura de sí lo hacía porque mi madre se lo había pedido o porque ella quería hacerlo. Jamás se lo pregunté. Temía que la respuesta tuviera que ver más con mi madre que con su propia voluntad. Nunca más volví a cruzar la línea manifestándole lo que sentía por ella o incomodándola con mis halagos. A veces, me sorprendía contemplándola desde el silencio, pero tan pronto como me descubría apartaba mi vista y regresaba a mi lectura. La noche antes de que me dieran el alta mi madre e George invitaron a Jennie y a Somi, ante mi estupefacción, a comer en casa como agradecimiento por sus maravillosos cuidados. Pensé que me iba a morir de verguenza cuando ella se adelantó a Somi y declinó en nombre de las dos la invitación. No quería que pensara que había sido idea mía. Por una vez no conocía, ni siquiera sospechaba, las intenciones de mi madre. La mañana del lunes 1 de febrero me sentía más triste que nunca. El doctor Park había aparecido a primera hora de la mañana, con todos los informes en orden para entregar a mi madre. También nos proporcionó varios tubos de la pomada, que debía seguir aplicándome hasta la total desaparición del hematoma. El color negro había comenzado a disiparse, pero aún mantenía diversas tonalidades de morado en el tórax. Le acompañamos hasta su despacho, que se encontraba un par de plantas más abajo. Allí me retiró la escayola de la mano derecha. Todavía tenía que llevar cuatro semanas más la de la izquierda y ocho más la de la pierna. En mi camino hacia su despacho busqué a Jennie, pero no la vi. Y tampoco lo hice en el camino de vuelta a la habitación. Me senté en el sofá mientras mi madre terminaba de recoger todas nuestras pertenencias. Después de treinta y siete días viviendo en aquella habitación, habíamos conseguido acumular bastantes cosas, especialmente mi madre. Eché un último vistazo a la habitación y después miré hacia la izquierda, para observar detenidamente la cama donde había yacido tantas horas. Se me llenaron los ojos de lágrimas. En aquella cama articulada había comenzado todo. Todo lo que me había hecho feliz y, en otras ocasiones, como en aquel mismo momento, infeliz. Me sobresalté al percatarme de una figura bajo el marco de la puerta.-¿Te he asustado? - preguntó Jennie con su atrayente sonrisa y su impecable uniforme blanco.
-No - agaché la cabeza para que no me viera la mirada humedecida.
Pensaba que no estaba en el hospital. Eran casi las doce de la mañana y no la había visto aún. La noche anterior sí nos despedimos de Somi, dando por hecho que en mi último día los turnos se mantendrían como de costumbre. Sin embargo, aquella mañana solo el doctor Park hizo acto de presencia y a pesar de la ausencia de Jennie, desde que me despertara, no quise preguntar por ella.
-Te han quitado la escayola.¿Qué tal lo tienes?
-Bien - respondí mostrándole la mano mientras mantenía la mirada clavada en el suelo, tratando de que no resbalara ninguna lágrima.- La siento muy ligera.
Caminó hacia mí y saludó a mi madre, que aún seguía liada con los armarios. Se agachó para quedar a mi altura y me cogió la mano. La examinó durante unos instantes y me rodeó el pulgar suavemente con un leve masaje.

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JENNIE
FanfictionUn accidente lleva a Lisa ingresar en la clínica donde trabaja Jennie, médico que se encarga de la recuperación de la joven. desde el primer momento nacerá una especial fascinación por parte de Lisa, que está acostumbrada a conseguir lo que quiere...