Capítulo 8

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Las dos semanas siguientes transcurrieron con demasiada normalidad, para sorpresa de Jennie. En repetidas ocasiones me habí­a preguntado si estaba bien, y aunque no lo estaba siempre afirmaba que sí­. Me habí­a propuesto dejar de revelar mis sentimientos, a pesar de que mi corazón se desbocara cada vez que aparecía frente a mí y mi cabeza no dejara de pensar en ella, cada noche, en el turno de Somi. Tan solo una vez no pude evitar decirle que tení­a una sonrisa preciosa. Ese extraño distanciamiento que yo misma me habí­a impuesto me estaba deprimiendo. No sabí­a cómo iba a ser capaz de vivir cuando saliera de allí y ya no pudiera verla todos los dí­as. A mediados de enero mi madre regresó a su trabajo a tiempo parcial. Solí­a marcharse por las mañanas y regresaba para la hora de comer. Entonces fue cuando Jennie comenzó a visitarme. No estaba segura de sí­ lo hací­a porque mi madre se lo habí­a pedido o porque ella quería hacerlo. Jamás se lo pregunté. Temí­a que la respuesta tuviera que ver más con mi madre que con su propia voluntad. Nunca más volví­ a cruzar la lí­nea manifestándole lo que sentí­a por ella o incomodándola con mis halagos. A veces, me sorprendí­a contemplándola desde el silencio, pero tan pronto como me descubrí­a apartaba mi vista y regresaba a mi lectura. La noche antes de que me dieran el alta mi madre e George invitaron a Jennie y a Somi, ante mi estupefacción, a comer en casa como agradecimiento por sus maravillosos cuidados. Pensé que me iba a morir de verguenza cuando ella se adelantó a Somi y declinó en nombre de las dos la invitación. No quería que pensara que habí­a sido idea mí­a. Por una vez no conocí­a, ni siquiera sospechaba, las intenciones de mi madre. La mañana del lunes 1 de febrero me sentí­a más triste que nunca. El doctor Park habí­a aparecido a primera hora de la mañana, con todos los informes en orden para entregar a mi madre. También nos proporcionó varios tubos de la pomada, que debía seguir aplicándome hasta la total desaparición del hematoma. El color negro había comenzado a disiparse, pero aún mantení­a diversas tonalidades de morado en el tórax. Le acompañamos hasta su despacho, que se encontraba un par de plantas más abajo. Allí­ me retiró la escayola de la mano derecha. Todaví­a tenía que llevar cuatro semanas más la de la izquierda y ocho más la de la pierna. En mi camino hacia su despacho busqué a Jennie, pero no la vi. Y tampoco lo hice en el camino de vuelta a la habitación. Me senté en el sofá mientras mi madre terminaba de recoger todas nuestras pertenencias. Después de treinta y siete dí­as viviendo en aquella habitación, habíamos conseguido acumular bastantes cosas, especialmente mi madre. Eché un último vistazo a la habitación y después miré hacia la izquierda, para observar detenidamente la cama donde habí­a yacido tantas horas. Se me llenaron los ojos de lágrimas. En aquella cama articulada habí­a comenzado todo. Todo lo que me habí­a hecho feliz y, en otras ocasiones, como en aquel mismo momento, infeliz. Me sobresalté al percatarme de una figura bajo el marco de la puerta.

-¿Te he asustado? - preguntó Jennie con su atrayente sonrisa y su impecable uniforme blanco.

-No - agaché la cabeza para que no me viera la mirada humedecida.

Pensaba que no estaba en el hospital. Eran casi las doce de la mañana y no la habí­a visto aún. La noche anterior sí nos despedimos de Somi, dando por hecho que en mi último dí­a los turnos se mantendrí­an como de costumbre. Sin embargo, aquella mañana solo el doctor Park hizo acto de presencia y a pesar de la ausencia de Jennie, desde que me despertara, no quise preguntar por ella. 

-Te han quitado la escayola.¿Qué tal lo tienes?

-Bien - respondí­ mostrándole la mano mientras mantení­a la mirada clavada en el suelo, tratando de que no resbalara ninguna lágrima.- La siento muy ligera.

Caminó hacia mí y saludó a mi madre, que aún seguí­a liada con los armarios. Se agachó para quedar a mi altura y me cogió la mano. La examinó durante unos instantes y me rodeó el pulgar suavemente con un leve masaje.

JENNIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora