Abrí los ojos y encontré a mi madre con el rostro desencajado, hinchado de haber estado llorando, conservando lágrimas que segundos más tarde derramaría sobre mí al ver que había despertado. No dejaba de darme besos mientras repetía que no pasaba nada, que me iba a poner bien. En realidad no ocurrió nada grave, aunque sí molesto. Tenía rota la muñeca izquierda y el pulgar derecho, igualmente tenía el pie izquierdo fracturado y contusiones por todo el cuerpo, incluida la cara, y una ceja partida. Mi estado era un cuadro. Como iba a permanecer setenta y dos horas en observación, me colocaron una vía con suero y calmantes, aunque la que sinceramente necesitaba calmantes era mi madre.
-Mamá, por favor, cálmate y deja de llorar- murmuré.
Enseguida vi a George. No me había dado cuenta de que estaba allí también. Claro que era prácticamente imposible ver algo con el rostro de mi madre sobre el mío. Él se acercó a mí con aspecto templado y posando su mano sobre mi frente dijo:
-¿Cómo te encuentras?
En ese instante, el recuerdo del tacto de aquella mano y aquella preciosa vez vinieron a mi cabeza.
-¡Como si me hubiera atropellado un coche!
Escuché reírse a una mujer que me resultó familiar.
-Veo que el sentido del humor lo mantienes intacto- dijo una voz-. Ahora estás un poco magullada, pero pronto estarás bien- sonrió.
No tardé en reconocer su voz.
-Jennie - susurré cuando se detuvo a mi lado.
Su ceño se frunció ligeramente y miró con sorpresa.
-Y tú eres Lisa,¿verdad?
Asentí embobada contemplando su rostro anguloso y su pelo castaño oscuro, que caía sobre una impoluta bata blanca. La placa de identificación asomó entre su cabello ondulado y traté de fijar la vista para leerla, su propio pelo me lo impidió. Sus dedos se deslizaron suaves y firmes sobre mi cuello. Alcé de nuevo la vista hacia sus ojos, cuando sentí las tibias yemas presionando mi piel. Durante un momento, su mirada color café se mantuvo en la mía, pero después bajó la vista hacia el reloj. Mientras me tomaba el pulso, aproveché para estudiarla más detenidamente; la cara, el cuello y la parte de piel dorada que asomaba bajo su camisa perfectamente desabrochada hasta un pudoroso tercer botón, que tan solo dejaba intuir el comienzo de su pecho. El reloj de cerámica blanca y acero brillaba ajustado a la muñeca y sus dedos lucían unas uñas cortas, perfectamente cuidadas. Me pregunté qué edad tendría. Era más joven que mi madre, seguro. Aunque la hubiera situado en los veinte y muchos, la seguridad que transmitía en sus movimientos me decía que posiblemente ya hubiera cumplido los treinta.
-El pulso está perfecto. Ahora vamos a ver la tensión,¿de acuerdo?
-De acuerdo - dije a la vez que percibía la presión que el tensiómetro comenzaba a ejercer sobre mí. No podía dejar de mirarla, por lo que continué admirando sus rasgos, ahora que se hallaba más cerca.
Supe que era consciente de mi insistente mirada. Aun así, no levanté la vista hasta el final, cuando me dedicó una breve mirada al retirarme el aparato.
-También perfecta - dijo dirigiéndose a mi madre.
Después, la conversación se mantuvo entre ellas, totalmente ajena a mí, como si yo no estuviera presente. La recorrí con la mirada para observar su silueta bajo aquella bata blanca; los vaqueros azules que asomaban por debajo y unas preciosas botas de piel clara bastante puntiagudas. Era más alta que mi madre, que hacía tantas preguntas, que a cualquier otra persona le hubieran sacado de quicio.
-No se preocupe, de verdad. Se va a poner bien. Es joven y fuerte. Afortunadamente no hay lesiones en ningún órgano, tan solo preferimos mantenerla en observación para descartar la más mínima incidencia. Sin embargo, no le miento al decirle que es muy posible que surjan nuevos hematomas pasadas las primeras veinticuatro horas.

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JENNIE
FanfictionUn accidente lleva a Lisa ingresar en la clínica donde trabaja Jennie, médico que se encarga de la recuperación de la joven. desde el primer momento nacerá una especial fascinación por parte de Lisa, que está acostumbrada a conseguir lo que quiere...