Desperté melancólica a pesar de ser el último día del año. No había conseguido dormir profundamente. Me había estado despertando continuamente a lo largo de la noche. Mi cabeza no dejaba de recordar momentos vividos con Jennie, detalles triviales y otros que no lo eran tanto. Perduraba en mi cabeza, especialmente, el instante en que la había visto a través del espejo del baño, contemplando mi cuerpo desnudo cuando me deshice de la chaqueta del pijama. No podía quitarme aquella mirada de la cabeza. Había sido fugaz, pero maravillosamente intensa al mismo tiempo. Su breve y penetrante mirada me había abrasado la piel dejándome el corazón en llamas. No conseguía describir con palabras la expresión de su rostro y sus ojos mientras me observaban. Sin embargo, sí que me atrevía a asegurar por presuntuoso que pudiera sonar, que le gustaba lo que estaba viendo. Y a mí me gustó que le gustara. Me gustó en exceso el deseo que contenía aquella mirada posada sobre mi piel desnuda. Me había despedido de Jennie a a las ocho de la tarde del día anterior y no volvería a verla hasta las ocho de esa tarde. Era la primera vez que tenía que esperar un día completo para poder estar cerca de ella. Por otro lado, me hacía especial ilusión que le hubiera cambiado el turno a Somi aquella noche. Iba a pasar la Noche Vieja con Jennie. Cambiar de año al lado de la persona que más me importaba era una de las situaciones más ansiadas que había vivido hasta el momento. Cuando dieron las ocho en el reloj, apareció Somi con su melena oscura y su habitual simpatía. Le devolví la sonrisa. Sin embargo, nunca había sido tan consciente de lo que podría llegar a echar de menos a Jennie hasta aquel preciso instante, aquel en el que otra persona ocupaba su lugar. El hecho de encontrar a Jennie en el horario al que me tenía acostumbrada Jennie no ayudó en absoluto. El día anterior mi madre le había pedido permiso para traer una cena especial para aquella noche. De hecho, la había invitado a que se uniera a nosotros, aunque ella denegara amablemente la invitación alegando que cenaría con el resto de sus compañeros del turno de noche.
Aquella mañana fue Somi quien me ayudó a ducharme, como lo hizo Jennie los dos días anteriores. Aunque había logrado evitar a mi enemiga la cuña, no había conseguido una total privacidad en el baño. Aun así, empezaba a acostumbrarme a la desnudez de mi cuerpo frente a los demás. Ya casi no le daba importancia. Entre las curas y los baños, a veces pensaba que me pasaba más tiempo descubierta que cubierta. Sentada en la cama devoró los periódicos que Jennie me había estado trayendo junto con alguna otra revista que mi madre tenía por allí. Leía demasiado rápido para lo lento que pasaba el tiempo en aquel día sin ella. Era curioso, cuando Jennie estaba allí, el tiempo volaba y siempre me parecía que las ocho de la tarde llegaban demasiado pronto, nunca estaba preparada para dejarla marchar. A primera hora de la tarde recibí una visita sorpresa. Rose y BamBam vinieron para desearnos un feliz año a todos. Apenas pudimos hablar de nuestras cosas, ya que mi madre e George continuaron apalancados en el sofá viendo no sé qué en la televisión. Hablamos entre gestos y frases impersonales, y antes de que se fueran a ir quise darles las gracias por haberse encargado de las rosas.
- Os debo pasta - confirmé.
Vi que Rose señalaba a BamBam.
-Sí, bastante pasta por cierto - se rio este.
Miré la hora en mi iPod cuando se marcharon y descubrí que aún faltaban un par de horas para que Jennie cruzara aquella puerta. Traté de darle un respiro a mi propia cabeza y decidí unirme a mi madre e George, que parecían estar pasándoselo muy bien con lo que estaban viendo. Era el típico programa cómico de Noche Vieja, donde uno de los mejores imitadores del país había preparado una serie de sketches imitando al presidente del gobierno y a la consabida oposición. Francamente, le imitaba muy bien, y alguno de los diálogos era realmente ingenioso. No tardamos mucho en reírnos los tres a carcajadas. Pero ni las risas conseguían apartar mi mente de Jennie y del tiempo que aún faltaba para verla. Se me aceleró el pulso cuando al fin escuché su característico repiqueteo en la puerta y apareció radiante frente a nosotros. No tenía ni idea de lo que había deseado oír, durante todo el día, aquel inconfundible modo de llamar.

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JENNIE
FanficUn accidente lleva a Lisa ingresar en la clínica donde trabaja Jennie, médico que se encarga de la recuperación de la joven. desde el primer momento nacerá una especial fascinación por parte de Lisa, que está acostumbrada a conseguir lo que quiere...