Capítulo 11

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No me llevó mucho tiempo convencer a Jennie para que me dejara ir con ella a BouAzzer, el sábado por la noche, cuando supe que Somi y su grupo tocarí­an allí. Somi le había llamado por teléfono el jueves a media mañana y Jennie le atendió desde su tumbona, próxima a la mía. Volví­a a hacer un dí­a inusual para ser pleno invierno y Jennie quería disfrutarlo al aire libre. Le dije que podíamos ir a la playa por si le apetecí­a darse un paseo, pero me dijo que no. En su lugar dispuso las tumbonas con las mullidas colchonetas en mitad del jardín y allí­ pasamos prácticamente todo el dí­a. También comimos en el jardí­n, aprovechando la sombra que nos ofrecía una palmera. Cogió mi libro de texto y comenzó a leer un nuevo temario en voz alta. Llevaba toda la mañana estudiando conmigo, repasando temas ya dados y explicándome dudas que surgían en los nuevos por no haber asistido a clase.

-¿No estás cansada? - preguntó aprovechando una pausa.

-¿Lo estás tú? - me miró con sus gafas de lectura. Volví a sus piernas cruzadas, al hipnotizador balanceo de su pie descalzo mientras le escuchaba.- ¿Quieres dormir un poco?

-Contigo.

-De acuerdo, duerme un rato y luego seguimos.

-Contigo - repetí con la vista posada sobre su precioso pie y el dibujo de su puente.

Su silencio hizo que mis ojos ascendieran por su cuerpo tumbado hasta encontrarme con los suyos.

-¿Eso es un no?

-Eso es que tú duermes un rato, yo me callo y te dejo dormir.

-O sea, un no - confirmé. Sus labios estuvieron a punto de sonreír, pero logré controlarlos. Recorrí de vuelta el camino por su cuerpo hasta el pie, que continuaba con aquel balanceo.- Sigamos entonces.

-Me parece bien que quieras descansar, llevamos todo el día.

-Te vas a quedar sin voz - apunté antes de recostarme de lado, dándole la espalda. Cerré los ojos. Echaba de menos su proximidad, que me abrazara como el día anterior, pero era obvio que ella a mí no me echaba de menos. No obstante, había dedicado todo el dí­a a estudiar conmigo, empeñada en que no me quedara rezagada por mi ausencia a la facultad.- Jennie- la llamé cuando la oí levantarse de la tumbona.

-¿Sí­?

-Muchas gracias por estudiar conmigo.

-De nada, boba.

Supe que se alejaba cuando escuché sus pisadas sobre el césped. Después, sus pasos se perdieron dentro de la casa y dejé de oírla.

-¿Estás dormida? - preguntó cosquilleándome la cabeza.

Entreabrí­ los ojos y la vi a mi lado. Era la primera vez que Jennie me tocaba desde que llegáramos a su casa por la mañana.

-Anda, ven, échate mejor en la cama.

-Aquí estoy bien, gracias - volví a cerrar los ojos.

-Aquí te vas a enfriar. ¿Tienes mucho sueño? - asenti­ perezosa. -Ojalá pudiera llevarte en brazos, pero no puedo. Haz un esfuerzo, yo te ayudo - negué con la cabeza.- Aquí no puedes quedarte - susurró retirándome el pelo de la cara.

-Sí que puedo.

-¿No querí­as dormir conmigo?

-Sí - abrí los ojos de golpe.

-Pues ven.

-Pero tú no querí­as, ¿no te acuerdas?

-He cambiado de opinión.

-No te creo - comenté escéptica, poniéndome en pie. Caminé agarrada a su mano, que tiraba de mí­ y me iba dirigiendo por toda la casa. Entramos en su habitación. había abierto la cama y varios almohadones esperaban acogedoramente contra la cabecera.- ¿Tanto se me nota? - pregunté adormilada cuando me senté en el extremo de la cama al que me había llevado.

JENNIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora