Por los pasillos iba una sonriente pelinegra tarareando una armoniosa melodía mientras sostenía una hermosa flor entre sus manos.
En ese momento se detuvo ante un repentino recuerdo.
"— Keila, hija mía. Cuando estabas en mi vientre, compuse una canción especialmente para ti, aún no escribí la letra, pero la terminaré. Y cuando crezcas, la cantaré en tu banquete de mayoría de edad."
Sintió un leve mareo ante aquel recuerdo.
"Otra vez... Jamás conocí a mi madre, pero solo recuerdo a una mujer cantando la misma melodía."
Volvió a mirar la flor, admirando lo majestuosa que era. No sólo la miraba por lo hermosa que era, sino por su significado que le había dicho el príncipe minutos atrás.
"Amigos..."
Esa palabra se repetía una y otra vez por su cabeza desde que la escuchó salir de los labios del príncipe.
— Entonces... ¿Así se siente tener un amigo? – preguntó al aire con una radiante sonrisa aniñada.
La pelinegra estaba tan absorta en sus pensamientos que no pudo evitar chocar con alguien, cayendo al suelo.
— Auch – se quejó al tocar el frío suelo.
— Mis disculpas, ¿se encuentra bien? – preguntó la persona con quien había chocado.
— S-sí, lo siento, no me fijé por donde iba – se disculpó apenada mientras era ayudada por la persona.
La pelinegra al alzar su vista no pudo ocultar su sorpresa.
El hombre delante de ella era increíblemente hermoso, pero lo que la cautivó más eran sin duda sus preciosos ojos. Sus iris que parecían dos hermosas esmeraldas cautivaban a cualquiera que los mirase.
Inconscientemente la pelinegra sintió un deja vú.
Sintió un pequeño dolor en su corazón y su cabeza empezó a dar vueltas.
"— ¡Hermana!"
El rostro de un niño vino a su mente.
Keila se tocó su cabeza.
— ¿Se encuentra bien? – el hombre delante de ella se preocupó al ver que la pelinegra no levantaba su cabeza en ningún momento.
— ¡S-sí! – la pelinegra se fijó en la flor que yacía en el suelo con algunos pétalos esparcidos por el suelo debido al impacto – ¡Oh, no! – rápidamente se agachó para recoger la flor junto a sus pétalos.
— Creo que no hay solución para ella – escuchó decir al hombre – No gaste energía en eso.
— No puedo – dijo triste – Fue un regalo de un amigo...
— Regalo o no, ya está destrozada. Es inútil desgastarse en una cosa tan banal como una flor. Todo tiene un final, y esta flor no fue la excepción.
La pelinegra aún en cuclillas miró los pétalos esparcidos por sus manos triste, el hombre tenía razón. No había solución para la flor, resignada apretó sus labios y se levantó.
— Tiene razón – alzó su mirada, mirando fijamente al hombre delante de ella, dejándolo atónito – Pero lo material solo es superficial, por más que la flor se haya destrozado, no le quita el significado sentimental – dijo con una sonrisa – Si me disculpa – reverenció para seguir su camino.
— Espe... – apenas salió de su trance se dio la vuelta para detener a la fémina, pero ella ya estaba demasiado lejos, dejándolo con un mal sabor de boca y la mano extendida – No puedo creerlo... – una sonrisa melancolía se dibujó en su rostro.
ESTÁS LEYENDO
El Alfil de la Reina [EDITANDO]
FantasyKeila Ajax sería el karma de Rashta, la concubina que lastimaba a la emperatriz, a quien admiraba. Ella sería la espada que protegería a su mayor, sería.... El alfil de la Reina. Pero en sus planes no estaban enamorarse del emperador, el esposo de s...