Capítulo 12

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— ¿Q-qué?

La azabache se sorprendió por la propuesta del Emperador.

No podía creer que le esté pidiendo que asista al banquete que se estaba celebrando para dar la bienvenida a su primogénito.

— Cómo escuchaste. Quiero que asistas al banquete – dijo con una sonrisa.

La pelinegra parpadeó aún perpleja. Estaba pensando que el Emperador decía eso solo porque estaba demasiado cansado después de su viaje.

— P-pero no creo que deba... Y-yo sólo causaré molestias. No creo que a Lady Rashta le agrade que asista.

— No te preocupes por Rashta, ¿acaso es más importante la opinión de Rashta que mis deseos? – acarició un mechón de cabello de la fémina.

— Por supuesto que no, su majestad. Pero... – guardó silencio incómoda.

"Ella es su concubina y este banquete es para darle la bienvenida a su primer hijo. Así que no creo que a Lady Rashta le agrade que su amante lleve a otra mujer a un banquete tan especial."

— Entonces... ¿Asistirás? – preguntó mirando fijamente a la pelinegra, haciéndola sentir cohibida.

— Si es lo su majestad quiere – asintió.

— Estaré esperando para verte ahí. Aún falta algunas semanas, así que no te preocupes – besó un mechón de la sedosa cabellera de la fémina para después salir de la alcoba.

"Espero que esto no termine mal..."

Suspiró sentándose en su cómoda cerca de la ventana.

Toc, toc.

Un golpecito se escuchó en la ventana, sacando de su trance a la pelinegra.

— ¿Oh? Volviste – recibió al ave azul con una gran sonrisa – ¿Por qué volviste? Si a penas te fuiste ayer – regañó – El Príncipe Heinrey de verdad te explota – bromeó.

— ¡Pío! – el ave soltó un chillido asintiendo, haciendo reír a la fémina por su forma de actuar.

— Si no lo supiera, pensaría que eres humano.

Acarició la cabeza del ave, asustando al animal, que se quedó quieto al escuchar a Keila.

— ¿Oh? Espera... ¿De verdad eres humano? – interrogó mirando fijamente al ave, poniendo nervioso al animal – ¡Pff...! – soltó una carcajada – ¡Sólo bromeo! – bufó – ¡Ay, dios! Cómo si eso fuera posible, tranquilo.

Calmó al ave acariciando su cabeza. Haciendo que el animal suelte el aire que estaba reteniendo.

— Debes tener sed, iré por agua y comida, espérame aquí – dijo caminando hacia la puerta – Además... – se detuvo abriendo la puerta – Si fueras un humano... Guardaría el secreto – jugó poniendo un dedo en sus labios, espantando al ave para después salir por completo con una sonrisa de oreja a oreja.

"Cómo si fuera posible..."

Pensó divertida la tan irreal idea de que esa ave era un humano. A penas la conoció ayer gracias a la Emperatriz.

La rubia le había dicho que Reina era el ave del Príncipe Heinrey y que por medio de esa ave y de otra se comunicaban mediantes cartas.

Para la pelinegra era una forma romántica de empezar una linda amistad.

Quedó fascinada cuando la regente le había contado su acercamiento con el príncipe.

Ahora ella había recibido una carta por parte del Príncipe.

El Alfil de la Reina [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora