Capítulo 22

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Ergi tomó un poco de champán mientras leía el contenido de la carta.

"¿Quiere que vaya despacio con Keila?"

Al pasar el amargo líquido por su garganta y dejar la copa en su escritorio volteó a ver al ave que estaba hidratándose a su lado.

Sonrió con picardía y acarició a Mckenna en su forma de ave, haciendo que se tensara.

— Veo que aún eres sensible a mi tacto.

Esas palabras pusieron nervioso a Mckenna.

— Me pregunto si también lo sigues siendo en tu forma humana...

Esa provocación hizo que Mckenna lo mirara mal.

— ¿Qué? ¿Sigues molesto? Te dije que mi papel para nuestra venganza podría crear malentendidos entre nosotros.

Ante las palabras del castaño, Mckenna se alejó de su tacto.

— Uf. Sigues siendo el mismo de siempre.

Con decepción tomó una pluma y papel.

"Espero que todo esté yendo bien en Occidente para irme con Keila de inmediato..."

Por más que quisiera llevarse a su hermana con él, aún tenía muchas cosas por hacer en Oriente.

Cuando terminó de escribir la carta, la ató a la pata de Mckenna y este salió volando de inmediato.

"Me vengaré del responsable quien nos separó."

Su mirada se suavizó al recordar a su hermana.

"Bueno, ahora soy amigo de Keila, eso se considera un avance."

— Su excelencia.

Ergi salió a recibir a quien lo había llamado.

— ¿Es el vestido?

El joven delante de él asintió a su pregunta.

Ergi miró la caja y asintió.

— Asegúrate de que llegue a manos de Lady Keila.

— Sí, su excelencia.

Al recibir la respuesta, cerró la puerta.

A pocos metros de ellos, una rubia que estaba limpiando el pasillo escuchó la conversación.

"Puede ser mi única oportunidad."

Se armó de valor y corrió hacia el sirviente.

— Disculpe.

— ¿Necesitas algo?

— B-bueno... ¿Yo podría entregar la caja a Lady Keila?

El sirviente la miró desconfiado.

— ¡E-es que la última vez Lady Keila fue muy amable conmigo y quisiera tener una excusa para poder agradecerle!

Cuando el sirviente estuvo a punto de responder, una voz se escuchó a sus espaldas.

— Que lo lleve ella.

Ambos se sorprendieron al ver al Duque parado en la puerta de su alcoba.

Con pasos firmes se acercó hacia la sirvienta y habló con voz seria.

— ¿Cuál es tu nombre?

— Y-yo soy Jennie, su excelencia.

Con torpeza hizo una reverencia.

Ergi la examinó.

— ¿Jennie dices? – recibió una afirmación por parte de la rubia – Puedes llevarle este vestido a Keila.

El Alfil de la Reina [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora