Capítulo 18

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— ¡Hermana!

Keila corrió hacia la Emperatriz emocionada.

— Keila.

Navier sonrió al ver a la menor.

— Hermana, no habrá olvidado nuestro paseo hoy, ¿verdad?

— Lady Keila, baje la voz, una dama jamás alza la voz.

La Condesa Eliza regañó a Keila, quien avergonzada sobre su actuar se sonrojó.

— Lo siento, es que estaba emocionada.

Las cuatro mujeres se enternecieron por la menor.

— No te preocupes, no olvidé nuestro paseo.

La respuesta de la eEmperatriz alegró a Keila.

La monarca y la menor caminaron por los pasillos para ir al jardín sin las damas de la regente por órdenes de la misma.

— Ah... Hermana.

Keila llamó a la Emperatriz con timidez.

— Hmm – indicó que la escuchaba.

— Me preguntaba si podríamos pasar por el campo de entrenamiento... – inconscientemente empezó a rascar su pulgar.

Navier vio la acción de la menor y tomó la mano de Keila.

— Si haces eso te lastimarás – le brindó una cálida sonrisa – Y claro que podemos ir al campo de entrenamiento. Parece que Sir Artina llamó tu atención.

Las mejillas de Keila tomaron un color carmesí.

— ¡N-no es lo que usted piensa! – se apresuró a decir.

— ¿Ah, sí? ¿Qué es lo que yo pienso? – miró juguetona a la menor que intentaba explicarse.

"Hace tiempo que no molestaba a alguien."

Una extraña calidez se instaló en el pecho de Navier.

"Parezco una adolescente molestando a su amiga."

Soltó una pequeña risa.

— ¡E-es, yo...!

La sonrisa de Navier tranquilizó el corazón acelerado de Keila.

— ¿Vamos? A esta hora ya están por acabar su entrenamiento – le sonrió mientras le ofrecía su brazo.

Keila sonrió y entrelazó su brazo con el de la regente.

Cuando ambas féminas estaban intercambiando anécdotas graciosas -Keila contándole a Navier sobre los momentos donde el mayordomo de Verónica hacía algo divertido- el sonido de la fricción de las espadas resonaron.

— ¡Whoa! ¡Su majestad, miré!

La emoción que desbordaba Keila conmovió a Navier.

"Parece un cachorro."

La atención de Keila recayó en la escolta de la Emperatriz.

Navier notó la mirada de Keila sobre Sir Artina.

— Keila.

— ¿Mmh?

— ¿Te interesa ser caballero?

La pregunta de la Emperatriz tomó desprevenida a la menor.

— ¿C-caballero? ¿Yo?

Navier asintió.

— Hay pocas mujeres en la guardia real porque no son consideradas competentes para la guerra, pero ellas son las que más se esfuerzan.

— Bueno... Yo no lo sé – la duda se instaló en Keila – Cuando vi a Sir Artina me pareció una persona muy increíble, pero jamás se me pasó por la cabeza ser un caballero.

El Alfil de la Reina [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora