— ¡Hermana!
Keila corrió hacia la Emperatriz emocionada.
— Keila.
Navier sonrió al ver a la menor.
— Hermana, no habrá olvidado nuestro paseo hoy, ¿verdad?
— Lady Keila, baje la voz, una dama jamás alza la voz.
La Condesa Eliza regañó a Keila, quien avergonzada sobre su actuar se sonrojó.
— Lo siento, es que estaba emocionada.
Las cuatro mujeres se enternecieron por la menor.
— No te preocupes, no olvidé nuestro paseo.
La respuesta de la eEmperatriz alegró a Keila.
La monarca y la menor caminaron por los pasillos para ir al jardín sin las damas de la regente por órdenes de la misma.
— Ah... Hermana.
Keila llamó a la Emperatriz con timidez.
— Hmm – indicó que la escuchaba.
— Me preguntaba si podríamos pasar por el campo de entrenamiento... – inconscientemente empezó a rascar su pulgar.
Navier vio la acción de la menor y tomó la mano de Keila.
— Si haces eso te lastimarás – le brindó una cálida sonrisa – Y claro que podemos ir al campo de entrenamiento. Parece que Sir Artina llamó tu atención.
Las mejillas de Keila tomaron un color carmesí.
— ¡N-no es lo que usted piensa! – se apresuró a decir.
— ¿Ah, sí? ¿Qué es lo que yo pienso? – miró juguetona a la menor que intentaba explicarse.
"Hace tiempo que no molestaba a alguien."
Una extraña calidez se instaló en el pecho de Navier.
"Parezco una adolescente molestando a su amiga."
Soltó una pequeña risa.
— ¡E-es, yo...!
La sonrisa de Navier tranquilizó el corazón acelerado de Keila.
— ¿Vamos? A esta hora ya están por acabar su entrenamiento – le sonrió mientras le ofrecía su brazo.
Keila sonrió y entrelazó su brazo con el de la regente.
Cuando ambas féminas estaban intercambiando anécdotas graciosas -Keila contándole a Navier sobre los momentos donde el mayordomo de Verónica hacía algo divertido- el sonido de la fricción de las espadas resonaron.
— ¡Whoa! ¡Su majestad, miré!
La emoción que desbordaba Keila conmovió a Navier.
"Parece un cachorro."
La atención de Keila recayó en la escolta de la Emperatriz.
Navier notó la mirada de Keila sobre Sir Artina.
— Keila.
— ¿Mmh?
— ¿Te interesa ser caballero?
La pregunta de la Emperatriz tomó desprevenida a la menor.
— ¿C-caballero? ¿Yo?
Navier asintió.
— Hay pocas mujeres en la guardia real porque no son consideradas competentes para la guerra, pero ellas son las que más se esfuerzan.
— Bueno... Yo no lo sé – la duda se instaló en Keila – Cuando vi a Sir Artina me pareció una persona muy increíble, pero jamás se me pasó por la cabeza ser un caballero.
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El Alfil de la Reina [EDITANDO]
FantasyKeila Ajax sería el karma de Rashta, la concubina que lastimaba a la emperatriz, a quien admiraba. Ella sería la espada que protegería a su mayor, sería.... El alfil de la Reina. Pero en sus planes no estaban enamorarse del emperador, el esposo de s...