Capítulo 16

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La habitación se llenó de un sepulcral silencio que ponía los pelos en punta, hasta que la gobernante soltó una exclamación.

— ¡Keila!

Con rapidez Navier se acercó a la menor.

Keila, aún en estado de shock, fue ayudada por la regente.

— ¡Ten cuidado, Kosair! ¡Pudiste lastimar a Keila!

La Emperatriz regañó a su hermano mientras le daba una mirada glacial.

Kosair se sentía culpable.

Bueno, era culpable, casi lastimaba a una inocente joven por no saber controlar sus emociones.

"Pero es la culpa de ella por aparecer de la nada."

Kosair suspiró.

— Lo lamento, no era mi intención casi golpearte con el jarrón.... Pero tú apareciste de la nada – Kosair cerró la boca al recibir una mirada desaprobatoria de su hermana.

— N-no se preocupe. No fue nada.

Keila negó con una mano.

— ¡Pero casi te cae un jarrón!

Navier estaba demasiado preocupada por la menor.

— No le pasó nada, Navier – explicó suspirando.

— Calla, Kosair.

El rubio guardó silencio.

La azabache se sorprendió por el enorme parecido de ambos rubios, parecían gemelos.

— Su majestad, ¿quién...? – con sutileza preguntó por el rubio.

— Ah, él es mi hermano mayor, Kosair.

El rubio bufó cruzándose de brazos

— Kosair, ella es Lady Keila, una amiga mía – la regente presentó a la pelinegra al lado suyo.

— Un gusto conocerlo, Lord Kosair – posó una mano en su pecho, y con su mano libre tomó un extremo de su vestido para inclinarse y saludar adecuadamente.

Kosair simplemente asintió desinteresado.

— Vino de visita – Navier suspiró.

Su hermano no iba a cambiar.

Kosair apretó sus puños y salió de la alcoba con una mirada glacial.

"¿Por qué está tan molesto?"

Keila se confundió ante la actitud del hermano de la Emperatriz.

— ¿Qué tal?

La pelinegra salió de sus pensamientos al escuchar a la Emperatriz.

Miró el hermoso sombrero de la regente que combinaba con su vestido morado y sonrió.

— Le queda excepcional, hermana.

Navier sonrió ante el halago de la menor.

— ¿Qué tal las clases con la Condesa?

Cuestionó dejando el sombrero de lado mientras tomaba asiento junto a la azabache.

— Mentiría si dijera que no son complicadas – sonrió un poco apenada – Pero no me rendiré solo porque no es fácil. Me esforzaré para no decepcionar a la Condesa ni a su majestad.

La regente esbozó una sonrisa al escuchar las palabras de su amiga.

— Además hay alguien a quien quiero enorgullecer con todas mis fuerzas.

El Alfil de la Reina [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora