Luna venenosa.

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Aimé Engels:

Llueve sobre la ciudad, mis ojos se pierden en las gotas de agua que caen en la ventana del Lamborghini Aventador plata, que conduce Adam.

El silencio sepulcral se hace presente, pero ninguno de los dos es capaz de romperlo.

En mi mente, aparecen esas preciosas esmeraldas de las cuales soy cautiva, esos peligrosos ojos verdes que son tan poderosos, tan encantadores, tan seductores y letales como la selva misma, donde solo un pestañear es suficiente... para elevarme al paraíso o condenarme al más cruel de los infiernos.

Aún recuerdo su mirada oscura, fría, cruel, donde esas preciosas gemas solo reflejan furia y decepción que hay en él, sus pupilas se vuelven afiladas dagas que me atraviesan el pecho e inyectan veneno puro en mis venas, convirtiéndome en nada.

Aún recuerdo su mirada oscura, fría, cruel, donde esas preciosas gemas solo reflejan furia y decepción que hay en él, sus pupilas se vuelven afiladas dagas que me atraviesan el pecho e inyectan veneno puro en mis venas, convirtiéndome en nada

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El peso de mis decisiones me desgarra el alma, porque sé que a partir de hoy ante sus esmeraldas ya no tengo ningún valor. 

Cierro los ojos tratando de controlarme, pero un nudo se forma en mi garganta y me impide respirar.

«Tengo que ser fuerte, tengo que ser valiente y dejar ir... tanto sufrimiento, tanto dolor, tanta tristeza, pero, sobre todo tanto amor» me repito una y mil veces

Apenas soy capaz de contener las lágrimas y como siempre, termino guardando todo este inmenso huracán en mi interior.

«Te tengo que dejarte ir, tengo que alejarme de ti Laurent... aunque para lograrlo tenga que arrancarme el corazón» me digo firmemente

Siento como con cada latido mi centro se fractura una y otra vez, hasta volverse cenizas, y yo solo quiero desaparecer.

Sigo aun aturdida y desorientada, pero sobre todo herida de muerte.

Su gentil tacto apenas logra disipar las dudas en mi mente, volviéndose una vez más mi ancla a tierra para no caer. 

El ojiazul entrega las llaves del coche al valet parking, al tiempo que mis ojos se elevan a observar el lujoso e imponente edificio.

Eternamente TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora