•『 ✶ Culpa ✶ 』•

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Minho sintió un aura extraña cuando Hansel entró a su casa, el color amarillo seguía al menor como una sombra y Minho estaba empezando a preocuparse.

Aún no recordaba bien como funcionaba su don, pero sí sabía que él podía percibir la energía de distintas formas, y una de ellas eran las sombras, no obstante, no lograba entender porque el color, ¿qué significaba?

--¿Hablaste con él? --preguntó Hansel.

--Sí, me explicó bastante cosas, y se siente raro, porque había muchas que ni recordaba.

--¿No te es extraño? Él desapareció y todos lo daban por muerto, pero luego aparece de la nada, complemante tranquilo.

--Él intentó contactarse conmigo, pero yo tenía bloqueado su número...

--Sigue siendo raro, él me da mala espina.

Minho no respondió, su mirada se perdió en el té, y en esa sombra amarillenta que rodeaba la taza; su taza específicamente.

Eran señales, pero no las entendías.

--Yo no quiero tomar té --dijo Minho, levantando su mirada para ver a Hansel.

--Ya te lo preparé, vas a tener que tomar. --Hansel se acercó a la mesa con ambas tazas.

--Pero no quiero tomarlo.

--Tomalo, Minho. Me hiciste prepararlo, ahora tomalo.

--En ningún momento te pedí que me hagas un té --expuso, viendo como la sombra amarilla intensificaba su color.

--¡Solo toma el maldito té! --gritó enfurecido, y eso sorprendió a Minho.

Hansel nunca le había gritado, él siempre se mostraba calmo, pero ahora él se veía diferente, su expresión había cambiado, parecía enojado.

Minho sintió algo en su interior, como una fuerza que le pedía huir.

--Toma el té --ordenó Hansel, levantándose de su asiento.

--No quiero, no quiero tomar té.

--Me tienes cansando. Vas a tomar el maldito té por las buenas o por las malas.

Hansel se dirigió hacía él con la taza en mano, y Minho rápidamente se levantó.

--¿Qué te pasa? No puedes obligarme a tomar eso.

--No lo hagas difícil, porque no me quiero enojar, Lee.

Minho veía como aquella sombra se intensificaba aún más y eso seguía asustandolo. Pero se sentía extraño, parecía que no tenía el control de su cuerpo, aún así, sentía a su cuerpo más alerta que nunca.

--No vas a lograr nada, no puedes usar tu poder conmigo. Eres un simple humano ante mí.

--¿De qué poder hablas? --cuestionó, comenzando a caminar hacía atrás, ya que Hansel se estaba acercando a él.

--Eres un okupa. Lo sé, sé sobre vos y los de tu especie, pero no van a ganar, no contra mí. Y ahora, te vas a tomar este té y luego vas a venir conmigo.

--¿Qué? No, no voy a ir a ningún.

De súbito, se escuchó como intentaban abrir la puerta principal y luego la voz de Jisung, llamando por el mayor.

--Oh, ¿tú lo llamaste? --cuestionó Hansel.

Minho negó.

Hansel dejó la taza en la mesa, y caminó hacía la puerta.

Minho lo siguió, manteniendo la distancia.

Algo en su interior le pedía huir, pero Minho no podía dejar solo a Jisung.

Su corazón empezó a latir y su vista se nublo. Minho tuvo que detenerse y aferrarse a la pared más cercana.

--Debes huir, debes huir --escuchó que decían.

Entonces salió de aquel estado, escuchando como Hansel le decía a Jisung que él no estaba.

Minho entonces aprovechó, y fue hacía la parte trasera de la casa, para salir por ahí.

Con cautela, rodeo la casa, hasta llegar al frente, en donde seguía Jisung junto a un chico que desconocía.

El chico de casualidad giró su cabeza, y lo vio.

Minho rápidamente hizo una señal para que no diga nada, y el joven lo entendió.

--Está bien --intervinó Seungmin
en la discusión entre Jisung y Hansel--. Avísele a Minho que estuvimos aquí.

Seungim agarró de los hombros a Jisung y lo alejó, mientras este le reclamaba porque lo sacó.

--Minho está en el costado izquierdo de la casa, cállate y sube al auto, abre la puerta, vamos a sacarlo de acá.

Jisung asintió y se obligó a no mirar, ya que todavía no escuchó que la puerta se cerraba.

Una vez subieron al auto, la puerta se cerró y ahí Jisung miró hacia el lugar indicado, encontrándose con la mirada de Minho.

Le hizo una seña para que corra y Lee obedeció, corriendo lo más rápido que podía hacía el auto.

Se adentró rápidamente y arrancaron sin decir algo.

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