Black-Evans

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Ya había pasado unas horas desde que había llegado Severus con el pequeño Harry, este era bastante tranquilo y en las pocas horas que estuvo con ellos. Supieron que era muy inteligente.

Una alarma sonó advirtiéndoles de algo en la mansión Evans-Black, trataron de contactarles, pero no lograron nada, así paso hasta el día siguiente en donde lo volvieron a intentar y esta vez respondió Lily, la cual les contó que Narcissa se había desmayado por la ausencia de ella y recién se recuperaba.

James y Severus suspiraron aliviados, sabían que eso iba a pasar tarde o temprano si no despertaba Lily, y estaban muy preocupados por Narcissa. Lo bueno era que estaba bien y que su amiga ya había despertado.

Pero ahora en lo que nos concentraremos será en la otra hermana Evans.

Pues esta misma despertaba después de 24 horas de desmayarse, estaba en una cama blanda, se sentía muy bien, tan tranquila sin problemas. Pero sabia que en un momento iba a entrar su Teddy y ella se tenia que levantar. Oyo como se habría la puerta. Sonrió y se espero a sentir el peso de su pequeño, sin embargo una mano más grande y suave se poso en su mejilla.

- Mi Tuney, se que estas despierta, vamos. Nuestros pequeños te extrañan, además Nymphadora quiere conocerte.

Petunia abrió los ojos sorprendida y casi llora, era ella, su amor, su novia, su todo. No podía creerlo, estaba segura que nadie sabia de su relación, esperaba despertar en el caldero chorreante y recibir la noticia que Severus le había llevado allí.

Pero sin embargo esto era verdad, era ella, su Andy, su Andrómeda, era ella. Eso no podía ser cierto, alzó la mano y ella también toco su mejilla. El tacto era más suave de lo que recordaba, su hermoso cabello castaño y ondulado cayéndole por su espalda como cascada. Sus gruesos parpados abiertos y sus enormes ojos castaños mirándola con amor.

- Soy yo Tuney, no me iré, no lo haré jamás.

- Es verdad... ¿estas aquí? volviste a mi.

Ella le abrazo volviéndose a sentir completa.

- Si mi flor, y jamás me volveré a ir.

Petunia le devolvió el abrazo con toda la fuerza que le permitía su debilitado cuerpo, lloro, lloro como nunca. Por fin había vuelto, volvió a casa, Andrómeda con felicidad le levanto sin soltarle. Le dio un giro le ayudo a pararse, la guio a la ducha en donde le dejo bañarse con tranquilidad, bajo las gradas sintiendo una gran satisfacción.

Entro a un cuarto de color verde, tenia animales de peluche, unas escobas que volaban por todo el cuarto pintadas en las paredes, un hermoso armario con animales que también se movían. Pero lo que más buscaba era la pequeña cuna en la que estaba acostado su pequeño. Llego hasta ese lugar y allí unos ojos azules como un hermoso topacio la miraban con adoración.

Lo tomo en brazos recibiendo una pequeña carcajada de parte del niño, su cabello cambiaba de color cada pocos segundos. Podían hacer pasado 9 años desde que se le fue arrebatada su esposa e hijo, pero no lo parecía.

Aunque la condición de infantilismo de su pequeño podía ser una manera de acercarse más emocionalmente como si fuera un bebe, todavía estaba en su lista de quehaceres matar a una morsa idiota y una cabra come caramelos.

Lo tomo con cuidado y se dirigió a su habitación en donde estaba su Tuney, al entrar ella ya estaba cambiada y sentada en la cama. Sonrió ante la vista y rápidamente le paso a su pequeño Ted cuando estuvo en frente de ella.

- Mi pequeño Ted, estas aquí, me legra que estes bien.

El pequeño rio pero de repente se quedo quieto, en un momento sus ojos se reenfocaron, volvió a mirar a Petunia y en un segundo su cuerpo empezó a cambiar. Se empezó a hacer más grande aunque aun no era tan grande como para que no se podía encargar si creció considerablemente.

- Tranquilo pequeño, soy yo, mami. No te va a pasar a nada.

El niño miraba con desconfianza su alrededor, como siempre esperaba lo peor, observó de mujer que estaba alado de su mamá y eso por una extraña razón siente que emite una presencia relajante hacia su persona que hizo que dejara de estar alerta.

- Mi niño, ¿te acuerdas que te conté sobre este mundo lleno de magia?

Él niño asintió

- Pues aquí estamos, hemos llegado a nadie vuelve a hacerte daño a ti ni a tu pequeño primo. Ahora estamos a salvo.

El niño, volvió a mirar con desconfianza a la señora que se encontraba a lado de su madre. Ella noto esto y le dijo.

- Tranquilo, no te hará nada, ella también es tu mamá.

Aun con, desconfianza alzó su manito y le hizo un saludo que ella respondió con una sonrisa.

- Hola pequeño Ted, es un gusto conocerte. Espero que me disculpes por aparecer a estas alturas, pero si me ha cerca a antes tu, tu mami y tu primo pudieron haber estado en problemas.

El niño, se distrajo, jugando con el cabello, suelto de su mamá y asintió somnoliento.

Pero de repente se oyeron pasos apresurados y ansiosos, eso hizo que el pequeño se pusiera rígido y, comenzará a lloriquear. Petunia rápidamente lo apretó contra su pecho mientras le, cantaba una canción que había compuesto solo para el.

Poco a poco dejó de lloriquear, pero de repente la puerta se abrió de par en par dejando a la vista a una mujer de unos 23 años con su cabello en tono morado oscuro y mirando rápidamente toda la habitación.

Ted se había vuelto a asustar por el ruido y en un pequeño, plop volvió a aparecer un niño de 2 años.

Petunia siguió cantando, mientras mandaba una mirada a Andromeda la cual sacó a Nimphadora de la habitación.

- Sígueme, vamos a hablar en la sala, sólo hay que esperar a que duerma a tu hermanito y podrás conocerla.

- ¿Es verdad? ¿Volvió, ya no se irá?

Andromeda sonrió para ella y su hija mientras su cabello cambiaba a un tono rubio claro demostrando la felicidad que sentía.

- Si ya no me iré.

Ambas voltearon al escuchar una voz tranquila y suave, allí detrás de ellas estaba Petunia. Ella solo dijo eso y se encaminó hasta un cuarto, en donde abrió, entró y pasó allí un rato, para sus dos acompañantes les parecieron horas, hasta que por fin salió.

Nymphadora se quedo hipnotizada, era muy hermosa, su porte firme y bastante imponente, sin embrago no se sintió intimidada, solamente sintió un cosquilleo en su cuerpo y un gran dolor de cabeza.

No había notado como se quedo paralizada ni como su respiración se entrecorto y sus piernas flaquearon. No lo hizo sin embargo de un momento a otro se encontró en brazos de su madre, la cual le meció despacio.

- Ya, no pasa nada, duerme tranquila. Yo estaré aquí, no me iré otra vez.

Petunia abrazo a su hija y novia las cuales disfrutaban del contacto, sin que Nymphadora se diera cuenta Petunia hablo con Andrómeda la cual asintió y le mostro su cuello. No tardo nada en perforar la piel dejando una cicatriz en forma de media luna.

Andromeda soltó un pequeño quejido lo cual alerto a Nymphadora pero Petunia le volvió a mecer y esta se tranquilizo. Mientras tanto con Andromeda esta empezó a cambiar, su cuerpo se hizo más firme y su piel más blanca, sus dientes se hicieron puntiagudos y su cabello más negro.

Petunia sin problemas se separo de su novia y llevo a su hija a una habitación. Le acostó, les tapo le dio un beso en la frente y volvió a la sala. Pero fue atrapada por un par de labios dominantes los cuales se juntaron con los suyos y empezaron un beso apasionado y necesitado.

- Había olvidado como se sentía, como era estar contigo, recibir tus caricias y probar tu cuerpo.

Petunia sonrió y le volvió a dar un pequeño beso.

- Ya nadie nos separará, vamos a hacer pagar a la vieja cabra y seremos muy felices otra vez.

- Con solo tu presencia ya me haces feliz.

Ambas sonrieron y se besaron con deseo el cual se consumo en un cuarto con sellos de silencio.

Nuevo viaje, nueva historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora