Encuentro

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- Creo que esa era mi línea, Dumbledore. Buenos días, Severus, Harry, Draco, Dafne.

Lucius entro por la puerta e hizo una seña a Dafne para que se acercará. La chica lo hizo mientras Dumbledore entrecerraba los ojos.

- Draco, tenemos que irnos. Quedate aquí con Harry. Severus, Dafne y yo volveremos en unas horas.

Draco asintió y antes de salir le dio una mirada interrogatoria a Severus. Cuando se fueron Dumbledore volvió a hablar.

- Lucius, querido muchacho, ¿no gustas una taza de té? Todavía falta algún tiempo para que se reanude el juicio, creo que Daf...

- Señorita Gaunt, director.

Dijo interrumpiendo, la chica, haciendo que Dumbledore apretara los labios.

- La señorita Gaunt, debe estar al tanto de lo que sucede...

Apunto de soltar una risita Dafne habló.

- Director, yo se lo que pasa. Mi padrino ya me lo contó, así que si nos disculpa tenemos que ir ahora por qué no nos podemos aparecer en nuestro hogar dentro de los terrenos del colegio.

Tomo la mano de Lucius y dijo.

- Hasta luego, director.

- Adiós, Dumbledore.

Lucius le guiño un ojo a Severus que no mostró ningún tipo de reacción.

La mano de Dumbledore demostraba su gran ira por los sucesos que pasaron. Sin embargo dijo.

- Bueno muchacho, supongo que ustedes también están totalmente informados de los sucesos que están ocurriendo.

Harry asintió a la pregunta mientras Draco respondió.

- Si, director.

Otra vez Albus de mostró instisfecho y con un ademán los hizo salir.

Cuando los niños se hallaron fuera Dumbledore observo a Severus.

- Sabes que hacer.

*   *   *

V

olviendo al juicio Lucius había llegado con una muy preocupada Dafne, que intentaba bajo todos los medios reconocer a su madre.

Sin embargo aún no le habían hecho ingresar a la sala.

Cuando el martillo de Fudge toco dos veces los autores entraron sosteniendo lo que parecía un cadáver.

Dafne observó a Bellatrix, su madre, los harapos que mantenía como ropa, las largas pestañas sucias y llenas de lagañas. Sus grandes ojos que parecía no haber tenido brillo hace mucho tiempo.

Sin embargo en ella pudo reconocer varios rasgos semejantes. Podía notar los notables rulos que aparecían en la mañana cuando se despertaba, los grandes ojos cafés que ambas tenían. Incluso la poca magia que se filtraba a través de los hechizos les hacia sentir protegida.

La chica no estaba prestando atención a las palabras del ministro, o al menos hasta que sintió el pequeño empujón que le dió su tío para que ambos fueran hacia el lugar de testigo.

- Señorita ¿Gaunt? ¿Puedo suponer que usted está consiente de los sucesos que ahora se están definiendo?

- Si, ministro.

La voz de Dafne salió tan tranquila y natural, una voz que no demostraba duda o incluso el miedo natural de un niño al estar frente a tanta gente desconocida.

Nuevo viaje, nueva historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora