¿Si tan solo tú quisieras...?

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El terapeuta, cuando Taehyung dejó de golpearse la cabeza en el escritorio, se le quedó mirando. Sus ojos eran analíticos, pero no sorprendidos.

Taehyung enarcó la ceja, rotando un poco la cabeza.

—¿Qué?

El terapeuta permaneció en silencio, solo moviéndose para quitarse los lentes de aumento. Los dejó en la mesa.

—¿Por qué me mira de esa manera?

El terapeuta sonrió leve, sobándose el mentón.

—¿Qué es lo que quieres tú, Taehyung? —cuestionó. El mencionado pareció confundido un instante—. Dices que no sabes qué hacer, pero, ¿hay algo que tengas que seguir al pie de la letra además de lo que quieres? Creo que es una opción viable basarte en lo que quieres hacer.

Taehyung se apresuró a responder:

—¿Pero cómo puedo decidirme si no sé si es correcto? No sé si sea buena idea volverlo a ver. Hicimos todo un fiasco y me perdí a mí mismo en el camino. Si voy y lo veo... no sé qué pueda... suceder entonces.

—Lo entiendo. Pero no eres vidente. Han pasado años, tus procesos no cerraron por completo, han notado cambios. Este no soy yo diciéndote que hagas algo en específico, porque pienso que no tiene caso hablarte de esa manera. Eres una persona independiente que va aprendiendo por su vida. Más que cerrarte por miedo a errar, más que buscar algo que debas hacer, ¿qué es lo que quieres para ti con esto?

Taehyung se veía como un cachorro regañado al que le habían destapado un daño. Sus ojos brillaban, gigantes.

—¿Qué quieres tú?

Taehyung no estaba listo. No lo estaba.

Al menos no, para salir, porque no había terminado de arreglarse. Por eso entró en pánico cuando su móvil sonó; porque eso significaba que Jungkook había llegado por él.

Sin embargo, se sorprendió cuando otra voz respondió.

—Buenas tardes, habla con Jeon Yeri, de la cafetería Yeou —esa era la que había visitado con Jungkook—. Creo que se ha olvidado de algo la última vez que nos visitó.

Taehyung frunció el ceño cuando supo lo que era. ¿Cómo era posible?

Cuando terminó esa llamada, llamó Jungkook. Su auto olía a perfume en el interior.

Fingió que eso no le dio picazón en las manos por los recuerdos, y al sentarse en el asiento de copiloto, le pidió que lo llevara antes al café para recogerlo.

—¿Qué dejaste ahí?

Taehyung no supo cómo responder.

—Algo... importante. Algo así.

Entró a ese café con las mejillas enrojecidas. Había un hombre haciendo mala cara, con una lonchera de guarniciones en la mano, detrás del mostrador.

No se veía como uno de los trabajadores, porque no vestía el uniforme. Además, nadie contrataría a un hombre con ese tipo de mirada, estaba seguro. Los lentes redondos reposando en su nariz no lo suavizarían como se esperaba.

Fue otro joven, peligris y llamativo —un poco parecido al del papel que Taehyung interpretaría en su última película—, el que lo enfrentó antes que él, por suerte.

—Hola. Quisiera pagar mi pedido.

—Espere que llegue mi... La encargada. La señorita Jeon está atendiendo un inconveniente. Yo no trabajo aquí. —El hombre, pelinegro canoso, tenía un acento extraño. Eso lo hizo más pesado al expresarse.

Estudio de besos «KookTae» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora