Solo porque no quería que te fueras

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Jungkook estaba teniendo genuinos problemas para respirar mientras Taehyung lo estrujaba, llorando de rabia, y gritándole.

—Jódete. Jódete. Vete a la mierda. Desaparece y déjame en paz.

Jungkook estaba agitado mientras intentaba sostener sus brazos, detenerlo: —Taehyung.

—¿Qué? ¿Qué es lo que quieres? ¿En qué otra mierda extraña quieres meterme? ¿Cómo quieres arreglar esto, eh? —estrujándolo por última vez deambuló por la casa recogiendo sus cosas, vistiéndose. No encontraba sus pantalones. Rio con sequedad, solo preso de la ira—. ¿Dónde jodidos dejaste mis pantalones? ¿En dónde los escondiste para que tu modelito asqueroso no se diera cuenta de lo desagradable y desvergonzado que eres? ¿Ansiedad? ¿Yo? ¿Necesitar tu ayuda? —se detuvo para reclinarse y apoyar sus manos en sus muslos, agobiado hasta el tope de sus pulmones. Carcajeó entre lágrimas que caían y mojaban las baldosas—. Que supiera él que eres tú el que clama por mí, que me necesitas a mí, que montaste un completo circo porque tu ego es tan pesado, que si no lo mantienes a flote, va a hundirte —Jungkook tomó su brazo tras él, y Taehyung se incorporó, zafándose, y lo miró—. Dime dónde jodidos está mi ropa, por favor.

Jungkook tartamudeó, su cuerpo entumecido por el pánico, volviendo a tomarlo del brazo. Lo apretó, sus ojos delatando humedad.

—Taehyung-ah.

Su voz sonó tan inestable que el peligris no logró evitar detenerse un segundo y repararlo. El maldito hábito que había desarrollado con los estudios de besos y lo habían traído a este desastre. Lo fulminó fijo, encontrando todos sus rincones en los ojos, reconociendo que estaba, seguramente, al borde de un ataque de pánico. Respiración cada vez más inestable, un ligero temblor en sus brazos evidente en su agarre. Taehyung había buscado y se había educado para poder ayudarlo con auxilios emocionales. Había estudiado técnicas de respiración y apoyo. Había jodidamente moldeado toda su vida para que Jungkook en su situación pudiera caber. Dios. Jodido Jesucristo, ¿con esto le correspondía?

Lo odiaba. Taehyung lo odiaba genuinamente.

Esa vez no haría nada para impedir su estado. Lo tomó de los brazos para enfocarlo, recuperando el control de sí mismo.

—Jeon Jungkook —su voz era firme, aunque su instinto gritara más fuerte, queriendo sostenerlo una vez más—. Dónde está mi ropa. Si no me dices voy a jodidamente hacer un escándalo.

En cuanto el hombre logró dar con una respuesta, Taehyung viajó en la dirección indicada, hacia el cuarto. Consiguió terminar de vestirse, sin dejar de llorar, y salió del lugar.

Por supuesto que Jungkook intentó retenerlo antes de que abriera la puerta. Por supuesto que se estampó contra él y lo apretó. Por supuesto que luego buscó su boca, perpetua salvadora, y lo besó.

Taehyung inhaló hondo, enterrando las yemas en sus brazos, todo su cuerpo irguiéndose de la tensión y el malestar. Se alejó del beso descuidado, empujando lo que pudo a Jungkook, lastimándolo accidentalmente con los dientes. Se miraron hondo frente al otro, sus narices pegadas.

Jungkook estaba temblando cuando acunó con la mano la mejilla del peligris. De su labio inferior comenzó a colorear sangre.

Taehyung frunció toda su cara para no dejar escapar ningún sollozo. Jungkook estaba mal. Jungkook se veía tan mal, dios.

Joder, pero que él también estaba mal. Taehyung estaba mal también. ¿Cuánto más tendría que prestarle atención para finalmente mirarse a sí mismo?

Lo estrujó una vez más.

—Déjame en paz.

Abrió la puerta para salir. Lágrimas suyas volaron con el impulso.

Estudio de besos «KookTae» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora