Capítulo 09

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Mark es despertado por la exquisita tortura húmeda que aspira su glande. Tan pronto como abre los ojos, se arquea por puro instinto, el calor desaparece y de repente la cara sonriente de Yuta está delante de él.

—Buenos días.

—Uh... Buenos días —parpadea confundido. Esto nunca ha sucedido antes—. ¿Qué estás haciendo?

—Dar los buenos días a mí guapo prometido —contesta Yuta antes de deslizarse hacia abajo por su cuerpo.

Hay ruido procedente de la cocina y Mark siente un momento de pánico a través de la excitación.—Johnny está allí abajo.

—Sí. ¿Y?

—Él puede oírnos.

—Estoy seguro de que no le importa —dice el pelirrojo, antes de tomar el pene de Mark en su mano y lamer desde la base—. Solo recuestate y disfruta.

El placer anula su indecisión y hace lo que se le dice. Es una novedad –Yuta tomando la iniciativa para tener sexo en la mañana– y no quiere decir nada que pueda arruinarlo, mucho menos quiere evitar que sea así de espontáneo de nuevo.

Cuando finalmente salen del dormitorio para ir a la cocina, Johnny se ha ido, pero una humeante taza de café sobre la barra, delata que fue recientemente y al parecer con prisa.

Mark trata de no leer demasiado en eso y trata de no pensar en la noche anterior, o la noche anterior a esa o en cualquier otro momento desde que Johnny entró en aquel restaurante y puso su mundo de revés.

La boda. Eso es lo que importa ahora. Y Yuta.

Se sirve una taza de café, aún sin ser muy fan de la bebida y se apoya contra el mostrador, mirando a Yuta mientras les prepara pan tostado.—¿Todavía iremos a recoger los anillos el martes?

—Sí —contesta Yuta, sonriendo a Mark por encima del hombro—. Y tendremos una reunión con el director de eventos en el hotel el lunes. Todo va avanzando, ¿Verdad? —se acerca al menor, y pone las manos en sus caderas—. ¿Estás emocionado?

Mark sonríe. —Muy emocionado.

—El mes que viene serás mi esposo —musita Yuta acercándose, aprieta más fuerte las cadenas de Mark.

—No puedo esperar —dice el pelinegro, tragando un bulto de sequedad en su garganta.

Yuta le da un beso en la esquina de su boca y luego se separa para terminar con el pan.

—¿Qué harás este fin de semana?

—Uh... —Mark frota su frente con una mano, trata de buscar en su mente algo más que la boda, y la emoción que siente Yuta por ella, y algo más que Johnny—. Compras navideñas.

—Bien, toma —Yuta saca su billetera de su bolsillo trasero, toma una tarjeta de crédito y se la entrega a Mark—. Mientras que estás en ello, cómprate algo extra.

La irritación que a menudo le afecta se cuela entre la dicha que sintió más temprano esa mañana. —No necesito tu dinero, Yuta.

—¿Puedes para con eso? Nos vamos a casar, Mark. Lo que significa que lo que es mío es tuyo ahora —agarra la mano de Mark y le obliga a tomar la tarjeta—. Tan pronto como estemos de vuelta de la luna de miel, voy a añadir tu nombre a todo lo que tengo. ¿Entonces, cuál es el problema?

—Es solo que no quiero que nadie piense que me estoy aprovechando de ti —dice Mark después de un momento, contemplando el color dorado del relieve de las letras en la tarjeta de crédito y su estómago se retuerce. No está del todo seguro de si esa es la verdadera razón.

El Padrino [JOHNMARK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora