Capítulo 20

335 38 73
                                    


Mark se mira en el espejo. Luce bien; luce refinado. Parece un hombre que está a punto de casarse con un caballero.

El hotel está lleno de invitados, más de doscientos de ellos.

En menos de media hora, Mark estará de pie delante de todos, delante de todos esos desconocidos, y unirá su vida a la de Yuta.

En lo que se supone sea el día más feliz de su vida, no siente nada más que un hueco en el pecho.

Trató de llamar a Johnny toda la noche, cada vez fue enviado directo al correo de voz. Pero no dejó ningún mensaje; no tenía nada que decir. Si Johnny no respondió, entonces es claro que no quería escucharlo.

Lo que fuera que había entre ellos, se acabó.

Ahora Mark solo tiene esto: esta boda, este hombre, este matrimonio.

Ya puede ver su vida ante él; un gran, enorme vacío, siempre sin llenar.

No tiene nada que perder con esta unión.

—No te ves muy feliz para ser alguien que está a punto de casarse con el amor de su vida.

Sobresaltado, Mark queda sin aliento. Se da la vuelta y Johnny está allí, mirándolo y en este momento es la vista más hermosa sobre la cual Mark ha puesto la mirada.

—¿Qué haces aquí? —le pregunta, mientras lucha contra todo instinto que le pide que corra hacia adelante y se arroje a los brazos de el mayor, rogándole.

Johnny se acerca a él, lenta y cautelosamente—. No podía irme sin asegurarme de hacerte saber que tienes otra opción aquí —se detiene frente a Mark y baja la cabeza para mirarlo a los ojos—. No tienes que hacer esto, Mark.

Siente una cadena de acero alrededor de su pecho, ahogándolo.

—Si tengo que. Ya estoy aquí —su voz suena derrotada—. Este hotel está lleno con los amigos y familiares más cercanos de Yuta, a la espera de cómo me caso con él. Ha gastado tanto dinero...

—Nada de eso importa —dice Johnny, interrumpiéndolo con rapidez y fuerza—, tienes que tomar esta decisión por ti mismo. No por él y definitivamente no por mí. Solo por ti. ¿Lo entiendes?

La voz de Mark, cuando habla, es lamentablemente débil—. No tengo otra opción.

—Siempre hay otra opción. No lo amas  —dice, y hay una pasión ardiente como fuego en sus ojos—. Te sientes en deuda con él —toma la cara de el más bajo en sus manos y lo obliga a sostener su mirada para hacer frente a esta verdad—. Tú me amas, Mark.

El menor no puede hablar, no puede respirar, no puede mantener su cabeza.

—Voy a estar en el teatro durante la siguiente hora —continua Johnny ante el silencio de Mark—, y luego me marcharé para tomar mi vuelo. Tú decides.

—¿El teatro...? ¿Qué teatro?

—El que está a la venta cerca del apartamento.

Se escuchan pasos por el corredor y Johnny presiona su frente a la de Mark por un instante y murmura—: Voy a estar esperándote —antes de soltarlo dando un paso atrás.

Taeyong entra, levantando las cejas mientras observa la escena delante de él—. Johnny. ¿No deberías estar realizando tus propios deberes como padrino?

—Sí, lo siento —dice el más alto con brusquedad—. Sólo tenía que dar un mensaje a Mark.

Da a Mark una última mirada llena de significado, y luego se va.

Taeyong lo mira con confusión. Él tiene dos copas de champán en las manos y el menor le arrebata una, bebiendo el contenido de un trago, agarra la otra y se derrumba en una silla.

El Padrino [JOHNMARK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora