Capítulo 14

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Todos atienden sus respectivos dolores de cabeza al día siguiente, pero incluso el día después de Navidad Yuta tiene que trabajar, por lo que se marcha después del almuerzo y Johnny desaparece durante el resto del día.

No se miran a los ojos durante el breve tiempo que pasan compartiendo la cocina, bebiendo café y compartiendo aspirinas para el dolor, y cuando Yuta regresa esa noche, Mark lo sobre compensa mostrando su afecto por él, sintiendo una extraña sensación de culpa. Luego Yuta lo lleva a su cama y le ofrece sexo oral, Mark se lo permite, a pesar de que no se siente realmente con el ánimo, se obliga llegar al orgasmo gracias a los pensamientos que tiene de unos ojos, una boca, piel y manos que no se parecen en nada a las de su prometido, aumentando así la culpabilidad.

Se levanta de la cama más tarde, cuando Yuta se ha dormido, se interna en la oscuridad y el frío de la sala, mira a su alrededor buscando la manta y cuando no la encuentra, se pone la sudadera con capucha que encuentra en su lugar. No es hasta que se envuelve en ella mientras mira la televisión que se da cuenta que le pertenece a Johnny, su olor se filtra en sus sentidos provocando un hormigueo sobre su piel.

John llega un momento más tarde, como siempre y luce curiosamente tranquilo. Mark no puede leer su lenguaje corporal, ni siquiera sabe cuánto recuerda de la noche anterior, y cuando el mayor no hace más que dejar las llaves en el mostrador y sonreír brevemente, Mark pregunta—: ¿Dónde has estado?

—Pase el día con Wendy.

Mark asiente con la cabeza, y espera que sea la verdad y que Johnny no haya estado caminando por las calles todo el día solo, evitándolo—¿Lo pasaste bien?

—Fue bueno, sí —Johnny murmura vagamente—. Voy a poner el agua a hervir.

Regresa con dos tazas de té caliente y pone una en manos de el menor mientras se sienta junto a él.

—Gracias —esto se siente tan irreal y a la vez tan normal que no puede entenderlo.

John asiente señalando el televisor—. ¿Dónde estamos hoy?

—Edimburgo —responde Mark después de tomar un momento para pensar. En realidad no ha estado prestando atención al programa de tv.

—Es muy bonito.

—Nunca he estado allí.

—Deberías —dice Johnny—. Pide a Yuta que te lleve.

La mención de Yuta es deliberada, con eso lo ha traído aquí, poniéndolo entre ellos como una barrera. Un recordatorio de por qué anoche fue un error y no el tipo de noche de la cual el menor todavía puede recordar cada detalle, sentir cada toque.

Traga saliva—. Mira, lo que pasó anoche...

El pelinegro mayor lo mira y con tal mirada le pide que calle—. ¿De verdad quieres hablar de eso?

—Fue solo que —dice ahora Mark, pero sí, lo quiere, de verdad—, bebimos mucho, las cosas se pusieron un poco raras...

—Está bien —dice John, con tono ligeramente molesto.

Lee contiene la respiración, mira el costado de la cara de Johnny—. Me voy a casar con tu mejor amigo —pero lo está diciendo por las razones equivocadas y lo sabe. No está diciéndolo para recordarle a Johnny por qué lo que pasó la noche anterior estuvo mal, lo dice porqué lo que está sintiendo es peligroso y masivamente inapropiado.

Lo dice porque quiere provocar una reacción en el mayor, quiere una pista sobre cómo se siente, lo que piensa acerca de cómo en un minuto tiene momentos con Mark y al siguiente discute sus deberes de padrino con Yuta.

Cuando lo mira, Mark ve en él agitación, culpa, pero sobre todo, ira. Todo él te deseo pero no puedo tenerte—. Y sigues recordándomelo.

Johnny le sostiene la mirada y hay tristeza asentándose dentro de Mark, haciéndolo sonreír pero sin rastro de alegría—. ¿Sabes que es gracioso? —Pregunta con tono gentil—. Conocí a Yuta la noche de tu fiesta de despedida, aparentemente te acababas de marchar y por eso no te vi.

El Padrino [JOHNMARK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora