Capítulo 10

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Al llegar la tarde del siguiente día ellos, Mark y Johnny se encuentran sentados esperando a que Yuta llegué a casa para que puedan ir a la reunión con el gerente de eventos del hotel.

No está seguro del por qué Johnny quiere acompañarlos, pero no le importa.

Además, han encontrado una manera entretenida de pasar el tiempo.

—Todo está en el ángulo de la muñeca —explica Johnny desde su lugar en uno de los taburetes de la barra de desayuno—, si no tienes la muñeca rígida, sólo hay que girar.

Mark sonríe. Él está sentado en el sofá mirando hacía arriba a Johnny al otro lado de la habitación.—Muñeca rígida, ¿Eh?

—Tienes una mente sucia, Mark —dice Johnny sonriendo.

Mark intenta ahogar su sonrisa. —Lo siento.

—Sí, claro —responde Johnny, una vez que Mark pone cara seria de nuevo—. Observa —toma una de las palomitas de maíz de su paquete y la sostiene alto, para asegurarse que Mark la esté mirando—, lo haces así —entonces lanza la palomita de maíz al aire, inclina su cabeza hacía atrás, y la atrapa en su boca.

—Haces que parezca tan fácil —habla Mark resoplando por la expresión de suficiencia en el rostro del mayor.

—Eso es porque lo es. Un niño de cuatro años de edad puede hacerlo.

—Cállate —se queja. Toma un poco de palomitas de maíz de su propio paquete y trata de copiar lo que Johnny acaba de hacer. Ninguna palomita de maíz cae siquiera cerca de su boca—. En serio —dice exasperado—, ¿Mi cara tiene repelente contra las palomitas de maíz o qué?

John se ríe—No, simplemente no eres capaz de atinar. Abre la boca.

—¿Que?

—Ábrela —responde Johnny, sosteniendo una palomita de maíz—. Apuesto a que voy a lograrlo desde aquí.

Esta vez Mark no puede sofocar su sonrisa aunque lo intente—¿Quieres que abra la boca —dice lentamente y con insinuación en su tono—... Para que tú la pongas dentro?

Johnny parpadea, después de un momento sus ojos se iluminan y una pícara sonrisa se extiende por su cara.—Sí —dice con sencillez y luego tira la palomita de maíz a través de la habitación en dirección a la boca abierta de Mark, atinando justo en el blanco. Su cara se llena de presunción de nuevo, pero después se oscurece con algo más—¿Cómo sabe?

—Salado —musita Mark de forma deliberadamente sensual e intercambian una mirada que es menos divertida y más como algo cercano a la excitación.

Y eso es peligroso.

Afortunadamente, el teléfono de Mark suena rompiendo el momento.

—¿Hola? —dice al contestar. Johnny mira hacia otro lado, se ocupa en recoger las palomitas de maíz que cayeron en la barra de desayuno.

Es Yuta y suena como si estuviera en medio de una reunión.—Hola cariño, escucha, me quedé atrapado en este rodaje y voy tarde. ¿Tú y John pueden encontrarme en el hotel?

—Uh, está bien —responde Mark con el ceño fruncido—. Te veo en un rato.

—Gracias. Te amo.

Mark cuelga y mira a Johnny—Quiere que nos encontremos con él allí.

Johnny alcanza su chaqueta y las llaves—Conduzco yo.

El aire sopla lleno de hielo cuando salen, y Mark envuelve sus brazos alrededor de sí mismo, temblando.—Dios, hace mucho frío.

El Padrino [JOHNMARK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora