Capítulo 11

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Es agitado suavemente, y despierta recuperando la conciencia lentamente, parpadeando en la penumbra y luego encuentran la cara de Johnny quien se encuentra sentado en el borde de la cama, el chaleco blanco que lleva puesto expone sus músculos a la vista de Mark, también el tatuaje que se asoma muy por encima encima de sus bíceps, que se pierde por su hombro izquierdo. Es demasiado temprano para encontrarse con esta imagen, Mark arruga la cara y se frota los ojos con los dedos.

—Vamos —dice Johnny en voz baja.

Mark bosteza—¿Qué... qué hora es?

Su cerebro está luchando para enfocar correctamente, ya que está enfocado en la forma en que siente al despertar con Johnny a su lado, mirándolo a la cara y a los ojos.

—Casi las nueve. Tienes que levantarte ya.

—Dios —dice resoplando—. ¿Dónde está Yuta?

—Salio temprano, toma.

Y de repente hay una taza de café frente a él. Se sienta, sin darse cuenta la manta cae hacia abajo para mostrar su pecho desnudo, atrapa a Johnny mirando.

—Gracias —toma el café en sus manos.

—Tienes diez minutos —dice el mayor, levantándose—, y luego voy a entrar aquí con una cubeta de agua.

Frunciendo el ceño, Mark dice—: Ni siquiera tenemos una cubeta.

—¡Voy a encontrar una! —Johnny responde mientras se dirige a la sala.

Mark se une a él en la cocina unos diez minutos más tarde, y Johnny ahora está completamente vestido para salir, viste una camisa blanca debajo de su chaleco de nobuk marrón-anaranjado, pantalones vaqueros rasgados ingeniosamente cuelgan bajo sus caderas.

Mark pasa junto a él, que está apoyado en la barra de desayuno haciendo algo en su teléfono.—No estás usando un traje hoy.

—Que habilidades de observación tan estelares tienes.

Viéndolo de frente ahora, la V en su escote deja al descubierto su piel y hecha un pequeño vistazo a sus pectorales. Mark lo observa fijamente mientras toma un par de uvas del racimo.

—¿Qué? —dice Johnny de repente.

Mark de sobresalta y lo mira a los ojos.—Nada.

—Ajá —dice el más alto, claramente divertido. Guarda su teléfono en su bolsillo y alcanza su chaqueta de uno de los taburetes—. Bueno, cuando hayas terminado de admirar mí belleza, tal vez podamos irnos.

—No estaba... Ugh. Vete a la mierda —responde el menor, poniéndose rojo y Johnny ríe.

Se meten en el coche y salen de la pequeña ciudad, John enciende la calefacción para contrarrestar el aire frío de diciembre. No es hasta que van cruzando la autopista que Mark tiene una idea repentina.

—Deberías darme tu número de teléfono.

Johnny lo mira con el rabillo del ojo—¿Crees que es necesario?

—Bueno, ¿Y si nos separamos en Londres?

—¿Por qué nos separaríamos?

—No sé. Nunca se sabe, tal vez te distraigas con algún sexy jovencito y vayan a un baño cercano.

—Estoy bastante seguro de que seré capaz de controlarme el tiempo suficiente para decirte a dónde voy —dice Johnny, sonriendo—, a pesar de saber que... —añade arrastrando las palabras—. Seguro vas a estar allí mirando.

Mark se sonroja de nuevo, pero se ríe.—Cállate.

Johnny saca su teléfono y se lo entrega.—Ten.

Mark marca su propio número en el teléfono y se llama a sí mismo para obtener el número de Johnny. Vuelve al menú del teléfono y está a punto de bloquear la pantalla pero el icono de mensaje está ahí, mirándolo, tentándole.

El Padrino [JOHNMARK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora