2. Montse

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La primera vez que te vi tenías otro nombre y estabas en una cita a ciegas con mi mejor amiga

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La primera vez que te vi tenías otro nombre y estabas en una cita a ciegas con mi mejor amiga. Ella y yo también llevábamos nombres falsos, así que no te culpo en lo más mínimo por mentir. ¿«Mentira piadosa», se llama? Era por seguridad. Citas a ciegas e información real no son una buena combinación... bueno, a menos que vayas esperando encontrar el amor verdadero, en ese caso, mentir no es una buena opción.

Pero ni nosotras ni tú íbamos buscando el amor; solo era diversión.

Y luego el destino hizo que fueras el hermano del hombre del que mi amiga se enamoró, y, por ende, nuestros caminos se cruzan de vez en cuando.

Siendo sincera, si me preguntan por qué no me terminas de agradar, no puedo dar una respuesta. Es esa sensación instintiva de no confiar demasiado, y la verdad es que me incomoda, porque hasta el momento no has hecho nada para alimentar mis reservas.

¿Será lo que llaman "las vibras" de las personas? Nunca he creído en eso, pero no tengo por ahora más explicaciones.

Estoy en la mesa con Noah y con Verónica, mirando el menú distraídamente porque tengo poca hambre y al ver la silla vacía donde se supone que vas tú sentado, arrugo la frente. Noah dijo que sí llegarías, de modo que solo es retraso y la gente que llega tarde me desagrada.

Estoy sentada de modo que veo perfectamente la entrada del restaurante y cuando te veo de soslayo atravesando las puertas, buscándonos con la mirada, algo en mi corazón se tensa. No es bueno, no te ilusiones, solo que de algún modo esperaba que ni siquiera llegaras.

Te sigo con la mirada mientras te acercas a nuestra mesa con una sonrisa bonachona enmarcada en los límites de tu barba que no pide ni de cerca una disculpa por hacernos esperar. No es una reunión formal, pero un poco de cortesía no sobra.

Te sientas a mi lado, tocándome el hombro velozmente a modo de saludo y te sonrío en respuesta con tanta naturalidad que me pregunto si nací para ser actriz o si sencillamente soy hipócrita. Me río ante el pensamiento justo cuando la mesera llega a tomar la orden.

Noah y Verónica piden cada uno un filete de pez diferente y yo pido un arroz con frutos del mar. Tú tomas mi menú y lo ojeas velozmente aunque sin interés y finalmente dices:

—Yo comeré lo mismo que ella. —Me señalas y luego entregas el menú a la mesera que asiente y se retira—. Espero que tengas buen gusto.

—Tuve el buen gusto de llegar a tiempo —digo, y aunque las palabras traen un reproche, mi tono gentil lo disimula y te hago reír.

—Lo siento, estaba con una amiga.

—¿Amiga? —pregunta tu hermano, con un tono acusatorio—. Tú no tienes amigas.

—Tengo muchas...

—Los ligues no cuentan como amigas —dice Verónica.

—¿Cómo que no?

Las raíces de Ralph •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora