34. Montse

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Entro a trompicones a la florería de mi amiga, llamando su atención con la campanilla conectada a la puerta

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Entro a trompicones a la florería de mi amiga, llamando su atención con la campanilla conectada a la puerta. Su mirada me recorre, sorprendida.

—¿Puedo hablar contigo? —Mi voz sale dudosa, como si no supiera que la respuesta de Vero siempre será sí. Ella se aleja de sus flores, donde se dedicaba a regarlas y me observa—. Necesito contarte algo.

—¿Estás bien? —Es lo primero que dice.

Dos palabras y bastan para que la presa que mantenía mis emociones bien resguardadas del desastre, se rompa y estas se derramen dentro de mí. Niego con la cabeza, soltando sin querer dos lágrimas.

Vero, como si desde ya supiera por dónde va el asunto, pone el letrero de «CERRADO» en su puerta y me invita a sentarme cerca del mostrador. Mi voz comienza baja, desordenada:

—Hice mal al ocultártelo, lo sé. No sabía cómo lo tomarías, pero... he estado saliendo con Ralph...

Vero asiente, no me interrumpe con preguntas o reproches, solo asiente con seriedad y me hace un ademán con el mentón para que continúe.

Y entonces lo hago.

Le cuento todo lo que hemos pasado, desde el hecho insignificante de que nuestro horno microondas fue ganado en una reunión de tu trabajo, pasando por tu regalo del libro, nuestras reuniones en la cafetería para discutirlo, la noche en que nos besamos y llegamos a la cama sin tener nada planeado, los encuentros posteriores, mi cita que no llegó a darse y aquella noche en que estuvimos juntos en mi apartamento. Todo sale de mí a borbotones, Ingeniero, sin poder detenerme a tomar aire, ni siquiera para darles espacio a las lágrimas de brotar con calma de mis ojos.

Ha pasado una semana desde aquel almuerzo, aquel en el que íbamos a contarles a Noah y a Vero de lo nuestro, pero que terminó en un punto muerto de todo lo que habíamos construido.

Sé dentro de mí que es mi culpa, pero al mismo tiempo no lo creo así porque no lo puedo controlar. No es una batalla de voluntades entre confiar o no en ti, es un instinto de protección de mi corazón luego de que lo destrozaran en el pasado en situaciones similares. Sé que no eres Henry, ni de cerca podrías llegar a ser como él en ningún aspecto, eres simplemente mejor en todo, mejor para mí, pero... ¿cómo hago? ¿Cómo...?

—¿Cómo puedo confiar en él? —digo en un susurro, muchos minutos después, cuando ya lo importante de la historia ha sido cubierto.

Una semana entera he aguantado este... ardor en el pecho tras nuestra discusión. Una semana entera he ignorado tus llamadas y he rogado que no llegues a mi trabajo a verme porque no sé cómo afrontarlo. Llegué a pensar que si lo evadía lo suficiente, podría fingir que nada había pasado y seguir con mi vida... pero no fue así. Entre más días pasan, más me pesa el corazón y hoy, que no tuve que ir a trabajar y por ende tuve mucho tiempo libre para dejar que mi mente divagara, sentí que cada pensamiento me abrumaba y tenía sí o sí, que hablarlo con alguien.

Las raíces de Ralph •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora